Rebajar el ruido mediático

Los lectores escriben sobre la ‘ley del sí es sí', la sororidad, la precariedad laboral que sufren los jóvenes y hacen balance de un año de guerra en Ucrania

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ofrece declaraciones a los medios durante el pleno del Congreso de los Diputados, este martes en Madrid.Rodrigo Jiménez (EFE)

Uno de sus columnistas se ha referido, con acierto, a la perspectiva que el paso del tiempo ha dado a legislaciones que, en su momento, fueron motivo de grandes escándalos sociales y mediáticos (tabaco, matrimonio homosexual, etc.). Algo similar puede estar pasando ahora, amplificado por la gresca política, con la ley del sí es sí. Las rebajas de penas y las ex...

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Uno de sus columnistas se ha referido, con acierto, a la perspectiva que el paso del tiempo ha dado a legislaciones que, en su momento, fueron motivo de grandes escándalos sociales y mediáticos (tabaco, matrimonio homosexual, etc.). Algo similar puede estar pasando ahora, amplificado por la gresca política, con la ley del sí es sí. Las rebajas de penas y las excarcelaciones, que no eran algo buscado por esta ley, son muy lamentables y pueden causar pesar y desánimo en las víctimas. Sin embargo, además de desear que se logre una solución legal rápida y consensuada, creo que convendría rebajar el ruido mediático y político existente y valorar la situación en su justo término, que no es lo que yo ahora aprecio.

Pedro Carboneras Martínez. Madrid

Viudas

Veo a mi madre viuda y a las compañeras de mi madre, viudas también, convertidas en ovillo prieto y pienso en la resistencia que las atraviesa. En el adiós escalonado que dieron a la última viuda cuando decidió (o lo decidieron los achaques) irse a la residencia se velaron planes y rutinas. Ahora se lo cuentan en las visitas que tienen que reservar con tiempo y se esfuerzan en trasladar a su amiga los proyectos de fuera que siguen sin ella. La senectud arrebata facultades, pero las viudas trenzan hilos de recuerdos para que la vida en la residencia no sea un lugar de retirada. Lo definitivo asusta. [Quizás contando las cosas que un día fueron parte de ella se difumina la distancia, aunque la comunicación sea difícil.

Ana Belén Pérez Villa. Soria

Harto

Estoy harto. Estoy harto porque, viniendo de una familia de clase trabajadora y habiendo conseguido una beca para realizar un intercambio en una universidad norteamericana, me he dado de bruces contra una realidad de la que aún no era consciente. Estoy harto porque escucho a mis amigos, jóvenes europeos terminando la universidad, hablar de sus aspiraciones profesionales y no soy capaz de identificarme con ellos. Estoy harto de ser mirado con sorpresa cuando digo que aún no he hecho prácticas en algo “de lo mío”. Estoy harto de vivir en un país en el que las perspectivas laborales son una mierda. Estoy harto porque sé que, aunque no quiera, me tendré que ir fuera de España para trabajar en condiciones dignas de algo que me guste. Quizás esta carta sea interpretada como otra queja más de un privilegiado, pero es que estoy muy harto.

Martín Gutiérrez Vega. Santander (Cantabria)

Un año de guerra

La guerra de Ucrania cumple este viernes un año. 365 días. 8.760 horas. 525.600 minutos. 31.536.000 segundos. Sí, en las guerras cuentan hasta los segundos, no hay momento para la relajación. Aparte del éxodo tan grande que ha originado con 14 millones de desplazados en este tiempo, el ejército ruso no ha dejado de cometer crímenes de guerra, bien en forma de ejecuciones sumarias en las zonas ocupadas, o bien con ataques indiscriminados a objetivos no militares, desde edificios residenciales a escuelas, hospitales y otras infraestructuras. Según Naciones Unidas, han muerto más de 8.000 civiles y cerca de 13.000 han resultado heridos desde el inicio de la invasión.

Mario Suárez. Pilas (Sevilla)


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