¿Michelle Bolsonaro vs ‘Janja’ Lula da Silva en 2026?
En el paréntesis en el que vive Brasil sobre la posible condena e inelegibilidad de Bolsonaro, aparecen nuevos candidatos, entre los que destacan tres mujeres: las esposas del expresidente y del actual mandatario y Simone Tebet, la tercera más votada en las elecciones del año pasado
La política es a veces excesivamente lenta y otras más rápida que la luz. Brasil es un caso singular. Lula apenas ha empezado a gobernar el país y los ojos están ya puestos en su sucesión en 2026, con la particularidad de que aparecen ya tres mujeres con pretensiones presidenciales.
Para Lula en este momento lo más importante es impedir que el expresidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha, pueda disputar de nuevo las elecciones. Ello sería posible solo si la justicia electoral le impidiera, por sus posibles crímenes contra la democracia, disputar de nuevo la Jefatura del Estado durant...
La política es a veces excesivamente lenta y otras más rápida que la luz. Brasil es un caso singular. Lula apenas ha empezado a gobernar el país y los ojos están ya puestos en su sucesión en 2026, con la particularidad de que aparecen ya tres mujeres con pretensiones presidenciales.
Para Lula en este momento lo más importante es impedir que el expresidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha, pueda disputar de nuevo las elecciones. Ello sería posible solo si la justicia electoral le impidiera, por sus posibles crímenes contra la democracia, disputar de nuevo la Jefatura del Estado durante ocho años.
Y es con la amenaza de volver con la que juega en este momento Bolsonaro, fugitivo en los Estados Unidos. Es un temor que invade a las fuerzas democráticas y progresistas, ya que nadie ignora que, a pesar de todos los crímenes que se le imputan, no cabe duda de que el bolsonarismo, con su aparente política liberal, goza aún de millones de votantes tanto entre las clases más altas como en las más pobres y menos culturalizadas, sobre todo dentro del mundo evangélico.
Y es en este paréntesis en el que vive Brasil sobre la posible condena e inelegibilidad de Bolsonaro en el que ya aparecen nuevos candidatos, entre los que curiosamente destacan tres mujeres: la actual esposa de Lula, Rosangela da Silva, conocida como Janja, de 56 años, socióloga, que milita en el Partido de los Trabajadores (PT) desde 1983. En la reciente visita de Lula a los Estados Unidos, llamó la atención el hecho que Janja entró en la Casa Blanca de manos dadas con el Presidente americano, Biden.
Empieza a haber un consenso en que Janja, que goza de simpatía popular y que ha sido una pieza clave en la reelección de Lula con su activismo político, será una posible candidata en 2026 si para entonces el presidente no se sintiera con fuerzas físicas para emprender una nueva campaña electoral.
La otra mujer de la que ya se habla que puede intentar disputar la Presidencia es la actual esposa de Bolsonaro, Michelle, una evangélica fervorosa que, sin esperar a su marido, ya ha vuelto de los Estados Unidos. Sobre ella empiezan a colocar sus ojos los políticos que hasta ahora eran seguidores de Bolsonaro y están a la búsqueda de un sustituto suyo en caso de que él acabara inelegible.
Michelle Bolsonaro tiene en su haber el hecho de ser una evangélica fervorosa sin los arrobos machistas de su esposo, que como afirma la catedrática de Sociología Christina Vital de Cunha, “moviliza muy bien los símbolos para comunicarse con la mayor parte de las mujeres entre los millones de evangélicas, ante las que aparece como poseída por el Espíritu Santo”, y que siempre ha trabajado a favor de los que sufren deficiencias físicas y en la ayuda a la reconstrucción de las familias desunidas entre los más pobres. Y no es posible ignorar que hoy los evangélicos suponen un tercio del electorado, algo que entendió muy bien Lula en su campaña, en la que por primera vez se esforzó por atraer el voto de las Iglesias Evangélicas.
La tercera posible candidata mujer para suceder a Lula es la exsenadora y actual ministra de Planificación del partido conservador, MDB, del centro derecha, Simone Tebet, que en las elecciones fue la tercera más votada después de Lula y Bolsonaro.
Ella llamó la atención durante la campaña al haber anunciado su voto en la segunda vuelta para el izquierdista Lula. Lo justificó con estas palabras: “Lo que está en juego es mayor que cada uno de nosotros. Votaré en mi condición de demócrata y mi conciencia brasileña. En este momento no cabe neutralidad”.
Si Tebet se presentara a las próximas presidenciales sería la candidata de un centroderecha ubicado entre la izquierda petista y la derecha bolsonarista, algo que hasta ahora ha faltado en el mapa político. Como es sabido, millones de brasileños votaron a Bolsonaro para que no volviera la izquierda. De hecho, la victoria de Lula se dio solo por la diferencia de un 2% de los votantes, algo que usó Bolsonaro para impugnar la legitimidad de las urnas.
En el inconsciente político de millones de brasileños, Tebet representa de algún modo a los que rechazan votar, sea a la izquierda o a la derecha. Considerada una política liberal y conservadora, pero sólidamente demócrata, que se coloca como centro, Tebet ha destacado como senadora por su ausencia de escándalos de corrupción, por su ausencia de extremismos y sus buenas relaciones, sea con la izquierda o con el centro-derecha democrático.
Alejada de los extremismos, con buenas relaciones con el poderoso mundo del agronegocio, corazón de la economía brasileña, Tebet se dice liberal pero sin arrobos antidemocráticos. Su papel durante la Comisión de Investigación del Senado sobre los posibles crímenes del entonces presidente Bolsonaro durante la covid fue ejemplar y contundente, a favor de los valores de la democracia y la condena del golpista.
Lula, a quien pocos son capaces de ganar en astucia política, ha sabido ya desde ahora que, como posible antídoto al peligro de que el bolsonarismo golpista pueda jugar la baza de la mística Michelle, debe aupar a su esposa Janja, progresista, y a la demócrata y liberal, Tebet, como posibles contrincantes. Lo que no quita que siga pensando que también en 2026 la mejor carta contra una posible resurrección del bolsonarismo en la persona de Michelle sigue siendo él mismo, para lo que ha llegado a acariciar, quizás con excesiva complacencia, la baza de ser el único político capaz de acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania, un tema que lo consagraría mundialmente y que aseguraría su nueva y cuarta reelección.