Corderos

Parece que la sociedad civil se ha quedado sin pulso y no cabe esperar que millones de ciudadanos se levanten dispuestos a detener la miserable tropelía de la guerra entre Rusia y la OTAN

Manifestación contra la guerra en Ucrania.Olmo Calvo

En esta guerra entre Rusia y la OTAN en la que Ucrania solo pone los muertos no esperes que de una y otra parte del conflicto se levanten millones de ciudadanos con gritos y pancartas dispuestos a detener esta miserable tropelía como sucedió en las guerras del Golfo, en la de los Balcanes y en la de Vietnam. Aquí ya no hay cabras que tiren al monte. Ahora todos somos ovejas pasivas y no hay ninguna que se atreva a salirse del rebaño. Parece que la sociedad civil se ha quedado exangüe, sin pulso. Existe la creenci...

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En esta guerra entre Rusia y la OTAN en la que Ucrania solo pone los muertos no esperes que de una y otra parte del conflicto se levanten millones de ciudadanos con gritos y pancartas dispuestos a detener esta miserable tropelía como sucedió en las guerras del Golfo, en la de los Balcanes y en la de Vietnam. Aquí ya no hay cabras que tiren al monte. Ahora todos somos ovejas pasivas y no hay ninguna que se atreva a salirse del rebaño. Parece que la sociedad civil se ha quedado exangüe, sin pulso. Existe la creencia de que hagas lo que hagas no va servir de nada, de modo que lo mejor es quedarse en casa. Al menos los cerdos chillan cuando presienten que los van a sacrificar. Las ovejas, no. Muchas veces en la carretera uno se cruza con un camión lleno de corderos hacinados que se dirigen al matadero. Esta imagen podría ser el paradigma del tiempo en que vivimos. Durante la guerra de Vietnam los jóvenes norteamericanos para expresar su rebeldía realizaban sentadas en los campus de las universidades y llenaban el aire de voces y canciones airadas. Aquella cólera juvenil convirtió el pacifismo en una nueva estética, hasta el punto que la última moda consistía en vestirse con los harapos de los soldados vencidos o desertores que se vendían en los mercadillos de pulgas. La guerra de los Balcanes y la del Golfo también obligó a cientos de miles de ciudadanos a cumplir con el deber moral de manifestar su protesta en la calle. Puede que aquel sentimiento antibelicista sirviera de poco, pero al menos uno sentía que la sociedad aún tenía capacidad de cólera frente a los señores de la guerra y al brutal negocio de las armas. Pese a que hoy el conflicto entre Rusia y la OTAN atañe directamente a nuestras vidas y al futuro de Europa, esta sangrienta destrucción sigue su curso ante el silencio de los corderos cuyo destino todo el mundo sabe que es el matadero.

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