Democracia con mayúsculas
Los lectores escriben de la mala educación en la política, los problemas de la España vaciada, la psicología y la inmersión lingüística en Cataluña
Sé que los tiempos de la deferencia terminaron. ¿Pero en qué momento han finalizado los tiempos de la educación? El Parlamento, que no es sino el templo de la democracia, donde se alaba y se lucha por ella, está siendo expoliado de educación y buenos modales. Hay que expulsar a la mala educación del sagrado templo de la democracia. Porque esta, que no es sino una virtud pública, no puede ser vejada de la forma en que lo está siendo. El err...
Sé que los tiempos de la deferencia terminaron. ¿Pero en qué momento han finalizado los tiempos de la educación? El Parlamento, que no es sino el templo de la democracia, donde se alaba y se lucha por ella, está siendo expoliado de educación y buenos modales. Hay que expulsar a la mala educación del sagrado templo de la democracia. Porque esta, que no es sino una virtud pública, no puede ser vejada de la forma en que lo está siendo. El error de los nacidos en libertad es pensar que nos fue impuesta o regalada, cuando fuimos los que creamos a esa “divinidad” pagana que se resguarda en los numerosos templos de la sociedad política. Pero que no nos podemos adueñar de la democracia porque en el momento en que eso sucediese, colapsaría. Imperaría el odio, la mala educación y el miedo. La democracia, tan atemporal e inmortal, tan nuestra y de todos no puede quebrar por unos simples mortales pletóricos de mala educación.
Pablo Martínez Avilés. Puente de Génave (Jaén)
La España desatendida
El testimonio en la cadena SER de David, un ganadero aragonés que vio sus ovejas y su vida en peligro por las inundaciones, demuestra que hay servicios públicos que siempre llegan allí donde se los necesita. Otros, sin embargo, no llegan o lo hacen renqueando: una sanidad mal gestionada, unos bancos inmisericordes, unas ayudas con desesperantes trabas burocráticas. Escuchar su orgullo y agradecimiento por esa ayuda recibida nos hace calibrar la importancia de atender a esa España a menudo desatendida.
Hortensia García García. Ávila
En la caverna
Soy doctora en Psicología Clínica y llevo casi 25 años de docencia en la Universidad. Decidí estudiar Psicología para comprender la depresión de un familiar muy cercano a mí. Esta es la conversación que tengo cada vez que digo a qué me dedico: “Psicóloga: estudiaste psicología porque estás fatal y querías curarte, ¿no?”. Estos días que tanto se habla de salud mental me hacen recordar que, ante este problema, aún somos prisioneros, que seguimos en la caverna. Más educación en salud mental, por favor. Y que las próximas generaciones de estudiantes no tengan que escuchar el mismo disco rayado.
Ana Sanz. Madrid
Inmersión politizada
Mi mujer es zamorana y yo catalán. Impartí clases de catalán durante la Transición para alumnos de la edad de mis padres que nunca lo aprendieron en la escuela. En nuestro hogar hablamos tanto castellano como catalán. Los pequeños estudiaron en un modelo de inmersión lingüística que nunca les generó ningún problema. Escogían los programas de televisión en función de su interés, no del idioma. Me siento afortunado. Tenemos suerte de ser diversos. Esta ha sido y es la realidad de muchos hogares catalanes. Nunca hubo problema, pero la lengua se transformó en una herramienta política. Una gran irresponsabilidad y una pena.
Marçal Pastor Anglada. Barcelona