Turismo dañado

El revés del Gobierno británico exige extremar el cuidado a un sector esencial

Dos turistas pasean por la zona del Raco de L'oix, en Benidorm.Mònica Torres

La decisión del Gobierno británico de mantener a España entre los destinos no seguros frente al contagio de covid limita de forma significativa la recuperación del turismo nacional, a pesar de las señales de repunte del sector. Los británicos representan una ...

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La decisión del Gobierno británico de mantener a España entre los destinos no seguros frente al contagio de covid limita de forma significativa la recuperación del turismo nacional, a pesar de las señales de repunte del sector. Los británicos representan una quinta parte de los visitantes extranjeros y algo menos de los correspondientes ingresos anuales por turismo, fundamentalmente de sol y playa. En el mejor de los casos, la transición en ese semáforo a la señal verde desde el ámbar actual tendrá lugar a finales de mes, dificultando el aprovechamiento del verano. Los perjuicios económicos ya evidentes se añaden a los sufridos por ese sector durante todo el año pasado.

La inclusión como destino no seguro de España es la consecuencia de la manifiesta desigualdad en resultados de lucha contra la pandemia que arrojan las distintas comunidades autónomas. Algunas en las que el turismo británico es relativamente importante, como la valenciana, exhiben unas excelentes cifras, que derivan de una buena gestión, mientras otras, como la madrileña, elevan de forma significativa el promedio de contagios, perjudicando al conjunto. El balance final es una ilustración suficiente de esa ligereza en la aplicación de los límites a la movilidad o directamente de la oposición a las restricciones sugeridas por el Gobierno. La precipitación en la tolerancia con las reuniones en bares y establecimientos de ocio nocturno dan al traste con la recuperación del turismo. Más allá de una retórica hueca de defensa de la hostelería, lo que hacen es justo lo contrario, penalizar un sector que directa e indirectamente llegó a representar en torno al 20% del PIB español. Mal ejercicio de solidaridad, de patriotismo, el que acaba propiciando el sacrificio de cerca de 400 millones de euros semanales en junio, según la estimación de pérdida de ingresos por la ausencia de británicos que hace la patronal Exceltur.

Esa manifestación del estrecho vínculo entre salud ciudadana y salud económica es necesario seguir teniéndola presente en todas las comunidades autónomas. Las prisas no facilitan precisamente una recuperación económica suficientemente intensa y, en todo caso, sostenible en el tiempo. Lo que puede presentarse como un trato de favor a sectores de servicios acaba siendo un perjuicio en ocasiones irreversible.

Junto a las gestiones de las autoridades españolas y europeas, y el celo por limitar la extensión de los contagios, el propio sector turístico tendrá que aprovechar esta experiencia de gran dependencia de una demanda excesivamente basada en el binomio sol y playa determinada por precios bajos. La diversificación, también en este sector, es necesaria. Para garantizarla, es necesario que los ingresos por turismo no dependan casi exclusivamente de un turismo extranjero masivo y con un gasto medio reducido. Poner en valor la oferta de atributos adicionales de este país, como los históricos, culturales, artísticos o gastronómicos, mejoraría los ingresos medios y la erosión medioambiental que significan cerca de 84 millones de visitantes como los registrados en 2019.

La entrada de nuevos recursos financieros, como los asociados a los fondos Next Generation de la Unión, debería aprovecharse no solo para recomponer, sino modernizar y adecuar un sector que puede contribuir aún más al crecimiento y hacerlo, en todo caso, más sostenible y menos vulnerable a los vaivenes de la demanda.

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