De cómo Pablo Iglesias hizo grande a Mónica García

El salto del vicepresidente a las elecciones de Madrid puede quedarse en saltito

La candidata de Más Madrid a la Presidencia de la Comunidad, Mónica García. En vídeo: García responde al ofrecimiento de Iglesias en marzo.

Una de las razones por las que la izquierda está en zona de riesgo extremo en Madrid, como en el semáforo de la pandemia, es que no se le suele perdonar la división, y en esta comunidad la cacofonía de voces que se han ido superponiendo desde que irrumpió Pablo Iglesias en el escenario, se escindió Íñigo Errejón, luego Carmena y en medio lucieron fugazmente —por ser amables— supuestas estrellas como Pepu Hernández por el PSOE ha sido altamente disuasoria.

Pablo Iglesias creció mucho y muy rápido, pero lo hizo con sus defectos incorporados y sin que tuviéramos que esperar demasiado a vér...

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Una de las razones por las que la izquierda está en zona de riesgo extremo en Madrid, como en el semáforo de la pandemia, es que no se le suele perdonar la división, y en esta comunidad la cacofonía de voces que se han ido superponiendo desde que irrumpió Pablo Iglesias en el escenario, se escindió Íñigo Errejón, luego Carmena y en medio lucieron fugazmente —por ser amables— supuestas estrellas como Pepu Hernández por el PSOE ha sido altamente disuasoria.

Pablo Iglesias creció mucho y muy rápido, pero lo hizo con sus defectos incorporados y sin que tuviéramos que esperar demasiado a vérselos, como suele ocurrir con los políticos. Ha sido transparente: su hiperliderazgo, su ansiedad de controlar los medios y la estela de matonismo que le sigue en redes han brillado tanto o más que sus buenas propuestas, que las hay y muchas. Por ello, uno de los acontecimientos más llamativos en las últimas semanas ―y hay muchos donde elegir― ha sido contemplar cómo el salto que ha dado de la vicepresidencia del Gobierno de España a la candidatura de Unidas Podemos en Madrid ―valiente e instintivo― se va quedando en saltito.

Su gran golpe de efecto al descender de las alturas como superhéroe que iba a frenar el fascismo propició en realidad otro golpe de efecto, tal vez mayor: el foco se puso con toda su intensidad sobre Mónica García, la médico anestesista del Doce de Octubre y candidata de Más Madrid, que supo utilizar la fuerza del rival para propulsarse hacia una inmensa difusión. García hizo suya la arremetida de Iglesias, la aprovechó, se subió a ese tren que pasaba por allí y además tomó los mandos del mismo con aquel vídeo en que proclamó aquello de que las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que luego vengan los hombres a apartarnos. Que es verdad.

Madrid no es una serie de Netflix, dijo, y tal vez lo suyo fue otro capítulo de esa misma serie, claro que sí. Pero este capítulo avanza sin que ni el maestro Yoda, ni la princesa Leia, ni Han Solo, ni R2-D2 ni uno solo de esa gran familia hoy dispersa, sea cual sea cada uno, logren hacer frente al lado oscuro de la fuerza, personalizado en una mujer que llama “mantenidos” a las personas que necesitan ayuda para poder comer. Palpatine también lo haría. O que defiende la libertad como un ejercicio de beber las cañas que hasta Boris Johnson ha sabido postergar. O que pactaría con los racistas de Vox.

En fin. Que la fuerza nos acompañe.

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