Biden reta a los científicos
El presidente de EE UU emula a Roosevelt y plantea cinco desafíos
Los científicos no hacen más que recibir alegrías del flamante presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Es cierto, desde luego, que Biden lo tenía fácil tras el búfalo en una cacharrería que le precedió, pues el mero hecho de rectificar los errores garrafales de Donald Trump ya sería una bendición del cielo. Pero todo el mundillo científico sabe que eso no basta. El compromiso investigador de Washington ya estaba por debajo de su es...
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Los científicos no hacen más que recibir alegrías del flamante presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Es cierto, desde luego, que Biden lo tenía fácil tras el búfalo en una cacharrería que le precedió, pues el mero hecho de rectificar los errores garrafales de Donald Trump ya sería una bendición del cielo. Pero todo el mundillo científico sabe que eso no basta. El compromiso investigador de Washington ya estaba por debajo de su estándar antes de Trump, en cuestiones tan esenciales como el clima o la medicina regenerativa, y reparar la escabechina de Trump se queda corto para enfilar a la gran potencia científica del mundo por el camino correcto.
Biden escribió en enero una carta a su recién nombrado consejero científico, Eric Lander, que ha circulado desde entonces por los mentideros internacionales de la investigación. Lander, por cierto, es un genetista y matemático que ha representado un papel esencial en el desarrollo de la genómica, y que ya figuró entre el grupo de asesores de Obama, pero que ahora tiene un puesto en el Gabinete, creado para él por Biden. Tras el heroico papel de su predecesor Anthony Fauci, el científico que fue capaz de enfrentarse al morlaco y meterle en vereda, a Lander cabe augurarle una legislatura más pacífica. Aunque no menos exigente.
En su carta, Biden empieza por recordarle que, en 1944, en la última fase de la II Guerra y poco antes de Hiroshima y Nagasaki, el presidente Franklin Roosevelt escribió a su asesor científico, Vannevar Bush, para plantearle un reto de largo alcance: cómo la ciencia y la tecnología, que tan bien estaban funcionando en la guerra, se podrían aplicar a mejorar la salud del país, su prosperidad económica y su seguridad a largo plazo. La respuesta del doctor Bush sembró el germen de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) y su enorme estímulo a la investigación durante los 75 años que han transcurrido desde entonces. Ese es ni más ni menos el listón con el que Biden ha decidido medirse.
Roosevelt planteó al doctor Bush cuatro retos, y Biden encarga al doctor Lander cinco. Primero, ¿qué podemos aprender de la pandemia sobre lo que es posible hacer o debería ser posible hacer (cursivas de Biden) para proteger la salud pública? Esto tiene que ver con las desigualdades entre ciudadanos estadounidenses —las minorías étnicas han sufrido más muertes que la población general—, pero también con mejorar “radicalmente” la capacidad del país para enfrentarse a nuevas pandemias y otras amenazas biológicas, incluidas las bélicas o terroristas, y con la distribución pública de la información sanitaria.
Solo con ese reto Lander ya tiene un montón de trabajo para satisfacer a su presidente, pero hay mucho más. Biden también pide avances científicos rompedores contra el cambio climático, estrategias para mantener el liderazgo tecnológico de Estados Unidos, “especialmente en competencia con China”, desarrollar garantías de que los frutos de la ciencia beneficien a todos los ciudadanos de su país y un trabajo serio de prospectiva para el futuro de la ciencia y la tecnología, uno que vaya más allá de una miope legislatura. Ojalá otros gobiernos se inspiren en esa carta, entiendan lo que significa para el futuro del mundo y contraten a un doctor Lander que la reciba.