La gran oportunidad de la izquierda

Unidas Podemos y PSOE deberían ser conscientes de que pueden acompañar la salida de la crisis con reformas de calado en el ámbito económico y de los derechos sociales

Pedro Sánchez, Carmen Calvo y Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados.Andrea Comas

El presidente Sánchez dice en el Congreso que la sociedad “está exhausta” y apela a “la unidad de la política”. Ciertamente, embadurnados por la pandemia, atrapados en las restricciones de derechos impuestas para combatirla, la vida no es fácil y menos cuando buena parte de los rituales que nos construyen como personas en la relación con los demás están limitados. La apelación a la unidad es un recurso retórico del que manda, que puede ocultar una...

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El presidente Sánchez dice en el Congreso que la sociedad “está exhausta” y apela a “la unidad de la política”. Ciertamente, embadurnados por la pandemia, atrapados en las restricciones de derechos impuestas para combatirla, la vida no es fácil y menos cuando buena parte de los rituales que nos construyen como personas en la relación con los demás están limitados. La apelación a la unidad es un recurso retórico del que manda, que puede ocultar una elisión de responsabilidades. El desconcierto reinante en una derecha fragmentada, con Ciudadanos en caída libre y Vox amenazando la hegemonía del PP, da un respiro al presidente. Pero no se vive indefinidamente de promesas incumplidas, que se traducen en un aumento de las tensiones en el Gobierno de coalición que han pasado del estado de latencia al de manifestación permanente.

Por más que el PSOE y el PP sigan viviendo en la melancolía del bipartidismo, ahora mismo es pasado. Las cartas están repartidas de modo más complejo y hay que asumirlo. Y todo ello en un trasfondo de fisuras en el orden constitucional que obligan a puestas en escena sorprendentes. “Es desconcertante celebrar un golpe de Estado”, ha dicho con sabia ironía Aitor Esteban. El acto de celebración del fracaso del 23-F tenía todos los indicios de un rito de paso: el recuerdo del momento icónico sobre el que se construyó la legitimidad del monarca caído como fundamento de legitimidad de la corona que vincula el pasado con el presente, dejando en el olvido todo lo que se acumuló por el camino.

El Gobierno de coalición llegó con un programa reformista ambicioso del que queda casi todo por hacer. Sin duda, la pandemia ha traspuesto todos los planes, pero ha puesto al alcance unos fondos europeos que ofrecen un gran potencial si se es capaz de repartirlos de manera eficiente y equitativa. No dudo que las querencias ideológicas, retóricas y personalistas de Unidas Podemos y las pulsiones conservadoras de un partido institucional como el PSOE no facilitan los acuerdos. Pero unos y otros deberían ser conscientes de la gran oportunidad que tienen de acompañar la salida de la crisis con reformas de calado en el ámbito económico y de los derechos sociales (como el caso ahora en discusión sobre el alquiler y la vivienda pública), pero también de derechos y libertades civiles, de regeneración democrática, y de superación de la regresión de los últimos años del PP. Y al mismo tiempo aprovechar el momento que viene de las elecciones catalanas para devolver este conflicto al espacio político.

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Captar la oportunidad es la principal virtud del gobernante. Desaprovecharla puede ser letal para Unidas Podemos, pero también puede tener costes para un Partido Socialista que corre el riesgo de poner en evidencia sus límites y sus dependencias. Si la izquierda no rompe el miedo al cambio que atenaza la democracia, ¿quién lo hará?

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