La metáfora es la enfermedad

Las batallas políticas son también guerras del lenguaje. La pandemia obliga a buscar nuevos nombres para cosas viejas y viejos nombres para cosas nuevas

El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso.Europa Press

Las batallas políticas son también guerras del lenguaje. La pandemia obliga a buscar nuevos nombres para cosas viejas y viejos nombres para cosas nuevas. Hay ambigüedades, como el borroso concepto de allegados o la creación dadaísta de la cabalgata estática; eufemismos y una inflación léxica que indica la devaluación de las palabras. Un ejemplo que incluye varios de esos elementos es la sustitución de “toque de queda” por “restricción a la movilidad nocturna”.

Los nombres elegidos muestran unas cosas y ocultan otras. Inmersión lingüística significa exclusión del castellano. Es asimétric...

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Las batallas políticas son también guerras del lenguaje. La pandemia obliga a buscar nuevos nombres para cosas viejas y viejos nombres para cosas nuevas. Hay ambigüedades, como el borroso concepto de allegados o la creación dadaísta de la cabalgata estática; eufemismos y una inflación léxica que indica la devaluación de las palabras. Un ejemplo que incluye varios de esos elementos es la sustitución de “toque de queda” por “restricción a la movilidad nocturna”.

Los nombres elegidos muestran unas cosas y ocultan otras. Inmersión lingüística significa exclusión del castellano. Es asimétrico: una gran minoría aprende en su lengua materna. Echas al agua a algunos; otros llevaban tiempo nadando.

El nacionalismo catalán vive de una sinécdoque: una parte, la nacionalista, es toda Cataluña; sus reivindicaciones se presentan como las de todos los catalanes. Ha sido extraordinariamente eficaz. Esta semana, Isabel Díaz Ayuso hacía una operación opuesta: el nombre del hospital que ha inaugurado designaba el coste, y se convertía en una unidad de medida, que le permitía comparar el gasto del hospital con el de las estructuras de propaganda impulsadas por la Generalitat.

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El PSOE celebró la aprobación de los Presupuestos gracias a “188 votos valientes y patriotas”, mientras que la ultraderecha y las derechas se quedaban “en la esquina”. El patriotismo de ERC, PDeCAT y Bildu es un concepto interesante, pero es más desconcertante lo físico: 150 votos son por lo menos un chaflán.

Una de las herramientas preferidas del populismo, explica José Luis Villacañas, es la catacresis: una figura retórica que menciona una realidad para la que no tenemos una expresión literal mediante una metáfora, como la pata de la silla. A veces hay una competición entre significados. Hablamos del cordón sanitario a los extremistas; la pandemia nos hace recuperar el sentido literal. O conocemos la inexactitud de una metáfora, pero su expresividad se impone: el dumping fiscal. Escribiendo sobre esa polémica, Ferran Caballero ha explicado que lo que le interesa a Esquerra es que se la entienda de forma literal o metafórica según le convenga: como en el procés. A veces, observa Cynthia Ozick, la metáfora universaliza: hace comprensible la experiencia de los demás. Pero otras veces se convierte en un sustituto del pensamiento: un tópico que nos impide ver la realidad. Y otras es un truco que nos permite huir cuando hemos ido demasiado lejos, pero no lo suficiente. @gascondaniel


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