_
_
_
_
Salud
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Salud: notas sin sosiego

Aunque López Obrador no haya decretado el deceso de nuestro sistema sanitario, el fracaso es evidente (lo fue desde el inicio)

Andrés Manuel López Obrador visita la Megafarmacia del Bienestar, en Huehuetoca, Estado de México, en 2023.
Andrés Manuel López Obrador visita la Megafarmacia del Bienestar, en Huehuetoca, Estado de México, en 2023.Presidencia

En países pobres y saqueados como el nuestro, el orden de los factores altera las prioridades. Su evaluación depende de quién y desde dónde se mire. Cuando los recursos son escasos, techo seguro ―no de láminas―, agua potable, alimentos suficientes ―rara vez de calidad― y salud son valores cruciales. Cuando la economía permite otear hacia el futuro, amén de los factores antes mencionados, educación, ropa, viajes, transporte seguro y, entre otros, vacaciones, son algunas prioridades. Dedico el texto al problema de la insalubridad en México.

El nuevo Gobierno tendrá que lidiar con las herencias del previo, incluyendo, en primer lugar, la ausencia de cualquier tipo de seguridad en salud para 50 millones de connacionales. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social ―Coneval―, la población sin derecho a servicios de salud aumentó en el último sexenio. En 2022 se registraron 30 millones más de personas sin acceso a instituciones de salud. Las cifras y la realidad son crudas: en 2018, 20 millones carecían de atención básica, mientras que en 2022 la cifra aumentó a 50 millones. Si bien ha aumentado el número de habitantes, lo cual explicaría (solo) parcialmente nuestra tragedia, el reto para el gobierno de Claudia Sheinbaum es inmenso.

Fue inadecuado eliminar el Seguro Popular y sustituirlo por el elefante blanco denominado Instituto de Salud para el Bienestar, el cual cerró sus puertas en 2023; poco se sabe del dinero invertido en esa Institución y los aportes que ofreció. La realidad de la desaparición del primero y la creación del segundo se resume en una palabra: fracaso.

El problema de salud se agrava en el Sur, en las comunidades rurales, donde uno de cada ocho niños sufre desnutrición crónica. Aunque no existen datos fidedignos en población indígena ―al menos 10 millones en nuestro país―, acerca de la desnutrición in útero en esas comunidades, no sobra repetir las desventajas con las que crecen esos pequeños, i.e., menos oportunidades de trabajo y de estudio, amén de su repercusión en la salud.

A Sheinbaum le preocupa la salud de sus connacionales. Tiene razón. México ocupa, entre los 34 países miembros de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica, el último lugar; en salud el país destina menos del 2.9% del Producto Interno Bruto ―cantidad menor al resto de las naciones. De no incrementarse el gasto, la situación de los 50 millones de connacionales no mejorará. Sin salud, en un mundo y en un país tan complejos, todo es difícil: trabajar, estudiar, aprovechar el tiempo, acceder a oportunidades de empleo y politizarse es más engorroso.

Aguardan tiempos enrevesados al equipo de Salud y a Sheinbaum. “República Sana” se denomina el proyecto cuyo leitmotiv es subsanar los rezagos y torpezas del régimen morenista. Aunque López Obrador no haya decretado el deceso de nuestro sistema de salud, el fracaso es evidente (lo fue desde el inicio del régimen). Forman parte del esqueleto de “República Sana” prevenir enfermedades, crear expedientes electrónicos en todo el país, mejorar el abasto y la distribución de medicinas, y conseguir medicamentos gratuitos para pacientes del IMSS Bienestar víctimas de enfermedades crónicas como hipertensión arterial y diabetes mellitus. Menudo brete les aguarda. México ocupa el primer deshonroso lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos; en diabetes mellitus, las cifras nos colocan entre el sexto y octavo lugar. Ambas entidades consumen enormes cantidades de dinero, sobre todo por la insuficiencia renal crónica secundaria, imposibles de pagar para cualquier país.

El cuarto artículo de la Constitución Política de México sustenta: toda persona tiene derecho a la protección de la salud; de hecho, es un derecho humano. Deseo equivocarme: cumplir ese precepto no será factible. Los gobiernos previos al actual, los del PRI y el PAN, robaron tanto como pudieron. No en balde somos el país número uno en exportar presidentes: Zedillo, Calderón, Peña Nieto y Salinas de Gortari. Nauseabundo primer lugar.

Apúntese gratis a la newsletter de EL PAÍS México y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país.


Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_