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Pensándolo bien
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Marcelo Ebrard, el imponderable. Cuatro escenarios

¿Cuáles son realmente las opciones del canciller para competir contra esta aventajada puntera de la gobernante capitalina? Abordo cuarto escenarios

Marcelo Ebrard
Marcelo Ebrard durante una gira de Gobierno.HECTOR VIVAS (Getty Images)
Jorge Zepeda Patterson

Las recientes encuestas confirman la ventaja que ha tomado Claudia Sheinbaum en la carrera entre las llamadas corcholatas para quedarse con la nominación de su partido a la presidencia del país. Considerando el enorme predominio en la intención de voto en favor de Morena y la debilidad de la oposición, podría decirse que Sheinbaum dirigirá los destinos de México el próximo sexenio. Salvo, claro, algún imponderable. Y, a mi juicio, ese imponderable solo puede ser Marcelo Ebrard.

Cualquier otra figura que no sea la del Canciller se encuentra a una distancia muy lejana como para poner en riesgo el triunfo de la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México. Y como cualquier otro imponderable, no es probable, más no imposible. ¿Cuáles son realmente las opciones de Ebrard para competir contra esta aventajada puntera? Me permito cuatro escenarios, extraídos y resumidos de mi reciente libro, La Sucesión Presidencial 2024, después de AMLO ¿quién?, editorial Planeta.

Escenario 1. Un triunfo. La actual inercia mata a Ebrard. La única posibilidad de romperla consistiría en retirarse de la cancillería tras las elecciones del Estado de México (4 de junio) y hacer una intensa campaña mediática y de campo para revertir los casi 10 puntos de desventaja promedio que hoy acusa. Le quedarían entre tres o cuatro meses para crecer y quedarse con la nominación por parte de Morena. Difícil, porque el aparato oficial no lo favorece, pero no inconcebible, acogiéndose al viejo axioma de que en política no hay nada escrito.

Escenario 2. Impugnar su derrota y lanzarse por la oposición. Marcelo se inconforma con los resultados por un procedimiento que él aprecia viciado en su contra y rechaza e impugna la validez de la nominación de su rival. Decide competir contra la candidata oficial abanderando uno o varios de los partidos de oposición. Este es un escenario que Ebrard ha negado una y otra vez, afirmando que él no dividirá al movimiento del que forma parte. Pero también ha dicho que solo reglas transparentes y democráticas, el llamado piso parejo, asegurarían un proceso legítimo, y hasta ahora eso, en su opinión, no existe. La semana pasada, para no ir más lejos, funcionarios y vehículos oficiales del gobierno de Veracruz participaron en actos políticos en favor de Sheinbaum. El entusiasmo de muchos obradoristas incrustados en la administración pública seguramente llevará a documentar irregularidades, si es que Ebrard quiere verlas. La pregunta es qué hará con eso. En caso de darse este escenario, el desenlace dependerá de dos circunstancias adicionales (es decir, la inconformidad es una condición necesaria, pero no suficiente):

a) La valoración por parte de Ebrard de sus posibilidades frente a Sheinbaum; recordemos que la selección de Morena será a través de encuestas a población abierta. Si él pierde por mucho margen, habrá de asumir que se trata de un reflejo relativamente fiel de una elección general y que el suelo “no parejo” seguirá prevaleciendo unos meses más tarde, con resultados similares. Y asumiendo que el canciller no es ingenuo ni suicida político, no se lanzaría por la oposición sin una posibilidad real de ganar, que no está clara.

b) Incluso dándose estas dos condiciones (impugnación del proceso interno y valoración positiva de sus posibilidades para competir por otro partido), queda por ver cuáles partidos estarían en condiciones de apoyarlo. Opciones habría, sin duda; Partido Verde o Movimiento Ciudadano, los más proclives. Pero para ser realista él necesitaría a todos los de la oposición. La fuerza de Morena es tal que si el candidato oficial compite contra una oposición dividida, los comicios serán un paseo en alfombra roja. Si el PAN o el PRI o ambos presentan a otro candidato, las posibilidades de una candidatura de Marcelo por otro partido serán muy peregrinas. En suma, no es un escenario imposible, pero consolidar una alianza de tal magnitud requerirá un trabajo político enorme. Y, sin embargo, es una posibilidad que existe.

Escenario 3. Impugnar su derrota y lanzarse al exilio político. Marcelo Ebrard no considera legítima su derrota y, por consiguiente, no la reconoce, pero juzga que no hay condiciones reales para ganar en los comicios definitivos del próximo verano. Su inconformidad podría ser implícita o explícita, callada o estentórea, tras lo cual opta por el retiro político definitivo o momentáneo en espera de otra oportunidad en el futuro.

Escenario 4. Derrota reconocida y negociada a cambio de otra responsabilidad, la coordinación del poder legislativo, por ejemplo. Marcelo Ebrard compite y se queda corto en la elección interna. Tiene elementos para protestar el proceso de elección, pero prefiere negociarlo. Me parece poco probable la posibilidad de un puesto en el gabinete de su actual rival, una posición de subordinación que sería incómoda para ambos. Una tarea más útil podría ser la coordinación del Senado, a la manera en que lo hizo Ricardo Monreal en este sexenio. Sheinbaum sería un mandatario menos fuerte que López Obrador, sin duda, y necesitará una operación de enorme habilidad en el poder legislativo para sacar adelante presupuestos e iniciativas del próximo gobierno. La capacidad profesional, la experiencia y las relaciones de Ebrard con la oposición lo convertirían en la mejor carta de la 4T para esa tarea. Y mejor aún para él, lo pondrían en la plataforma para la competencia del 2030. Tampoco es un escenario natural, porque tendrían que limarse las aristas que han surgido entre Claudia y Marcelo, pero es una opción que López Obrador podría ver con buenos ojos. Él sabe que, gane quien gane, el próximo presidente no tendrá su fuerza y, por consiguiente, el impulso de transformación y la gobernabilidad podrían debilitarse. Una mancuerna Claudia y Marcelo, poder ejecutivo y poder legislativo, podría constituir una fórmula interesante para afrontar los muchos retos para continuar el proyecto de cambio de la 4T.

Cuatro escenarios, unos más probables que otros, dependiendo de la manera en que se presenten las circunstancias en las próximas semanas. ¿Usted ve otros? @jorgezepedap

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