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Alabanzas, fidelidad a la Cuarta Transformación y el apoyo de su familia: la pelea de los candidatos de Morena por la cercanía a López Obrador

Los aspirantes no cesan de elogiar la figura del presidente, conscientes del peso que tiene en el proceso de sucesión y el arrastre en todo el país

Marcelo Ebrard
Marcelo Ebrard el 12 de junio en Ciudad de México.José Méndez (EFE)
Carmen Morán Breña

Muchas veces se ha mencionado que el nombre del partido gobernante, Morena, no solo es el acrónimo de Movimiento de Regeneración Nacional, sino que hace alusión a la Virgen de Guadalupe, de extendida veneración para los mexicanos. Las últimas semanas, sin embargo, los morenistas parecen haber abandonado esta invocación por una más terrenal, el presidente del Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, a quien las alabanzas no paran de llegarle como a un líder ante el que hincarse y jurarle fidelidad de por vida. La anticipada precampaña electoral no ha hecho más que enardecer ese comportamiento con que le vienen regalando los suyos tiempo ha. Sabedores los candidatos a sucederle, o los “coordinadores”, de la ventaja que supone en esta batalla ondear la bandera de López Obrador, todos se han lanzado a recordar lo mucho que le deben, que le quieren o, de alcanzar la presidencia, con qué afán van a seguir su legado: desde repetir una y otra vez que su candidatura es garantía de continuismo, a disputarse el apoyo de sus hermanos o, como en el caso del excanciller Marcelo Ebrard de proponer a uno de los hijos del presidente, Andrés Manuel López Beltrán, Andy, para un hipotético gobierno suyo, ofrecimiento que este último ha rechazado.

Ebrard, en concreto, ha planteado crear una secretaría para defender la Cuarta Transformación, cargo para el que ve con buenos ojos al “joven y talentoso” Andy. “Desde que mi papá entró a la Presidencia dejé de dedicarme a las actividades relacionadas a la política, a la vida pública, yo me dedico a mi rancho y a mi empresa”, dijo el año pasado López Beltrán, en línea con el comunicado que publicó este lunes tras el ofrecimiento de Ebrard. “Aunque agradezco tu generosa oferta, prefiero mantenerme al margen”, escribió López Beltrán. No es el único de la familia que ha salido a relucir en esta competición. El canciller ha disfrutado del apoyo de Pío López Obrador, hermano del presidente, quien ha declarado que es el candidato que mejor puede continuar la Cuarta Transformación, y con el que se fotografió recientemente en Chiapas en la presentación del libro de Ebrard. Por su parte, el hermano José Ramiro López Obrador se decantó públicamente por Claudia Sheinbaum.

Habría que tener una buena vara de medir para comparar el ardor con que los aspirantes mencionan al jefe. Adán Augusto López se sentía tan consternado de tener que renunciar al cargo que el líder le concedió, secretario de Gobernación, que prefirió que fuera él mismo quien lo apeara de él. La carta que le escribió la pasada semana para ello tenía tintes bíblicos: “Adán, ¿qué andas haciendo?”, le dijo la voz de López Obrador un día de marzo de 2005. “Aquí, respaldándolo ante la injusticia que quieren cometer”, respondió el pupilo. “Adán, ven a ayudarme”, pidió de nuevo la voz del tabasqueño. Y Adán lo dejó todo y partió en pos del líder, dio su palabra. “Y desde entonces, hasta que la vida me lo permita, pretendo seguir cumpliéndola”. Y en ello está, sigue la carta: “Atendiendo con tenacidad y valores el compromiso histórico que usted sembró”.

No es de extrañar que las crónicas periodísticas hablaran del “hijo pródigo” el día que Ricardo Monreal se reunió por fin con el presidente en Palacio Nacional para restañar una herida que duraba casi dos años en que los antiguos amigos se habían mantenido distanciados por completo. Monreal, muy crítico tantas veces, recurre ahora a juramentos eternos: “Estaré en Morena hasta la muerte”; “prefiero no ser nada antes que traicionar al presidente”.

López Obrador se ha propuesto que quienes han manifestado su intención de sucederle se mantengan unidos. Reunió a sus apóstoles hace un par de domingos para recordarles los mandamientos de esta nueva etapa, que se encierran en uno: unidad, frente a los adversarios, los críticos, los medios de comunicación desafectos, los malos rollos. Los pupilos podrán discrepar de muchas cosas, pero en una coinciden con fervor de converso: el amor por el líder y su proyecto. Pero el presidente nunca dijo “amarás al líder sobre todas las cosas”.

“Me siento confiada en cumplir con el objetivo de nuestro movimiento: darle una verdadera continuidad a la transformación iniciada por el presidente López Obrador”, dijo Claudia Sheinbaum en su arranque de campaña previa a la encuesta, cuyo resultado se conocerá el día 6 de septiembre. La exjefa de Gobierno prometía seguir los pasos del líder en un escenario simbólico, el Monumento a la Revolución, donde está enterrado el presidente Lázaro Cárdenas, uno de los grandes prebostes del izquierdismo mexicano, muy admirado por López Obrador, con quien él mismo se mide en ocasiones. Para Sheinbaum, sin embargo, no hay otro mejor que el actual “en la historia moderna de México”. De su mano irá, dijo en el mitin.

Y no hay quien se suelte de esa mano. El pasado 18 de marzo, con motivo de la celebración de la expropiación petrolera, el presidente dio un discurso en el Zócalo en presencia de la mayoría de esos aspirantes, donde prometió: “Cualquier aspirante elegido en la encuesta para seguir nuestro movimiento aplicará la misma política en favor del pueblo y de la nación. Está asegurada la continuidad”, dijo a los suyos. Todos se han propuesto que la palabra del presidente sea ley.

El poder de los presidentes mexicanos toma en ocasiones un simbolismo que va más allá de sus propios correligionarios, pero López Obrador, a pesar de su mucha popularidad en las encuestas ciudadanas, ha tenido que soportar también fuertes embates. Recientemente, aquejado por segunda vez de covid, fueron feroces los comentarios que se leyeron en las redes; alguno de los adversarios políticos ha cuestionado severamente su salud y las críticas hacia sus hijos han sobrepasado el ámbito político sin cortapisas.

Para contrarrestar todo ello, o buscando el reconocimiento que les falta, los seguidores le alaban a porfía, desde la mañanera hasta la noche. Raro es el interviniente que no encabeza sus palabras en la conferencia matutina con un: “Como nos ha encomendado nuestro señor presidente”. O quienes pudiendo ser candidatos en los comicios más grandes de la historia, que se celebrarán en junio de 2024, como la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, descartan el asunto para seguir al lado del líder: “Le pedí seguir en el Gabinete que él encabeza y que trabaja por el mejor presidente que hemos tenido en los últimos tiempos”. Es cuanto.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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