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Elecciones México
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los mapas del voto en la Ciudad de México: divididos por la desigualdad

Un análisis pormenorizado, cuadra a cuadra, de los resultados de las elecciones a la Cámara en la capital muestran que la inequidad vertebra la creciente polarización

México acaba de pasar por una de las elecciones más polarizadas de su historia reciente. La consolidación de dos bloques fue particularmente clara en las elecciones a la Cámara de Diputados: por los 500 puestos en ella se enfrentaron en la mayoría del país dos bloques coaligados. Al lado izquierdo del espectro, el oficialista encabezado por Morena, y acompañado de los verdes (PVEM) y el viejo socialismo (PT). Frente a ellos, una coalición más heterogénea ideológicamente (PAN a la derecha, PRD a la izquierda, PRI en su clásica posición de atrapatodo) marcada por su oposición al presidente López Obrador. En la capital federal, la plataforma oficialista (que ocupa el gobierno local) perdió terreno en las elecciones de alcaldías, dejando imágenes muroberlinescas de una ciudad partida por un meridiano imaginario. Pero la vista a ras de calle del voto a la Cámara, por sección, ofrece una imagen más detallada, y por tanto más fiel a la complejidad innata a las dinámicas políticas en una de las áreas urbanas más grandes del continente. Al mismo tiempo, su análisis viene a confirmar el principal mensaje de la división: las desigualdades están empezando a vertebrar la polarización naciente.

Si uno considera el margen por el que el bloque oficialista superó o quedó por debajo del opositor en cada sección, el mapa resultante reproduce una versión más fragmentada del simplificado, ya conocido, de las dos mitades de la Ciudad de México. El occidente pintado de azul, y los anchos brazos populares al oriente y sur.

Las colonias que componen las densas islas opositoras son frecuentemente zonas de mayor ingreso: desde el eje Polanco-Lomas, pasando por las colonias del Valle, y hasta las zonas de baja densidad en el tercio sur. Pero ampliando el foco (y el contexto) esto se vuelve aún más claro. Por ejemplo, entre el centro histórico y Navarte/Valle (debajo del mismo) se divisa una frontera que pasa del rojo al azul a medida que la zona se vuelve de residencia más acomodada. En el sur, la zona universitaria y de Jardines del Pedregal transita abruptamente al rojo cuando llega al muy distinto Ajusco. Y así se va conformando el caleidoscopio, que se vuelve aún mas colorido y complejo (pero también más revelador) cuando abrimos el contenido de cada coalición.

En la de oposición, el conservador PAN tiene votos notablemente más dispersos (pero también más abundantes) que sus compañeros. Aún así, se dejan ver zonas azul oscuro en Polanco, áreas de baja densidad y alta renta al occidente y sur, así como un nodo de presencia en torno a la División del Norte.

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Como cabría esperar de una coalición que se ha coordinado en los 24 distritos electorales federales que alberga la Ciudad de México, las imágenes del resto de partidos complementan sin solaparse a las del líder del bloque. El PRI, por ejemplo, muestra fuerza justo en la parte inferior del apéndice occidental, hacia Cuajimalpa. También en el mucho menos poblado final sureste del Distrito. En contraste, el debilitado PRD apenas consigue mantener ciertas zonas que apuntan, sin concretarla, una suerte de tenue coalición socialdemócrata entre zonas populares (oriente y las lomas del norte) con manchas amarillas en Coyoacán, Condesa y Roma, los barrios de referencia de la ‘sociedad civil fifí', como la califica López Obrador.

A más seguro privado, más voto opositor

Un argumento central del Presidente ha sido que las clases medias han abandonado su plataforma, y de ahí derivaría el resultado por debajo de lo esperado para Morena. La evidencia hasta ahora apoyaría la hipótesis presidencial, y de hecho el análisis territorial pormenorizado la podría ampliar a un marco de clase. No se trata solo de las pistas en las zonas frontera ni de intuiciones sobre un mapa detallado: si uno busca algún indicador de poder adquisitivo y le busca su grado de relación con el voto a la tríada opositora, resulta una bastante visible.

Un indicador accesible e indicativo es la proporción de habitantes dentro de una sección electoral determinada adscritos a la parte privada del sistema de salud, notablemente más cara que los segmentos públicos. Este indicador, además, cobra particular importancia en el contexto actual de pandemia, pues ata los ingresos a la calidad y eficacia del acceso a cobertura sanitaria. La relación con el voto a la suma entre PAN, PRI y PRD es, efectivamente, positiva.

En el extremo contrario del espectro, la votación oriental se fragmenta menos. La presencia de Morena es mucho más apabullante que la de sus socios, y el reparto es menor. El mapa del dominio morenista es casi calcado al general.

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Pero la relación con la variable de salud privada de nuevo se repite, esta vez como espejo que refleja el patrón contrario, como cabría esperar. A mayor porcentaje de voto por los partidos que formaron coaliciones oficialistas, menor proporción de la población en esa zona dispone de seguro de salud privado.

En esta tendencia general, lo suficientemente clara como para empezar a ser estructural, se esconden todos los matices propios de una polarización que en realidad tiene algo de efímero o manufacturado, al estar producida por la unión de formaciones que compiten entre sí por los mismos votos, pero se unen ante los requerimientos de la batalla electoral. Ahora mismo, esta plantilla de competición se define desde el Palacio Nacional, y ha forzado en la capital una coordinación del voto oficialista en torno a Morena y una alianza de conveniencia contra el Movimiento de tres partidos otrora enemigos entre sí, con un cuarto que decidió ir por libre y se ha visto comprimido (pero menos de lo esperado) entre ambos bloques.

Pero esta lógica no es inmutable. En los datos se adivina que los partidos pivotales tienen opciones a ejercer que podrían afectar decididamente la polarización subyacente: las pistas quedan en las diferencias entre PRI y PAN, así como entre PRD y el resto de la izquierda que se encuentra en la orilla de bloques circunstancialmente. Ese es el poder implícito de quienes optan por una posición más centrada (o menos clara) respecto a los muchos dilemas que atraviesan el día a día de la ciudadanía mexicana.

Metodología y fuentes. Los datos de resultados para la votación a la Cámara de Diputados por sección electoral provienen de la base de datos descargable del PREP, el sistema oficial del Instituto Nacional Electoral que provee de resultados provisionales. Los datos empleados corresponden a la última actualización del sábado 12 de junio. Los datos de uso de salud privada por sección electoral provienen del Sistema Geográfico del Marco Electoral General mantenidos por el Instituto Electoral de la Ciudad de México.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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