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Partido Acción Nacional
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Xóchitl y Lilly o los Santiagos: el dilema del PAN

El partido debe decidir si su candidatura presidencial surgirá entre dos hombres que militan en sus filas —Santiago Creel o Santiago Taboada— o entre dos mujeres ‘outsiders’ con más posibilidades de triunfo: Lilly Téllez o Xóchitl Gálvez

Lily Téllez escribe
La senadora Lily Téllez en su despacho en Ciudad de México el 5 de diciembre de 2022.AGGI GARDUÑO

El PAN es el opositor natural de López Obrador. No hay partido que más deteste el presidente ni personajes que odie más profundamente que a los panistas. Esto es lógico y tiene que ver con su historia personal. López Obrador no puede irse del todo contra el PRI —sobre todo en sus cotidianas clases de historia— porque él militó durante décadas en ese partido. Es un priista, sus cercanos son en su mayoría expriistas. A los actuales dirigentes y figuras del PRI los desprecia, pero los comprende y se puede entender con ellos fácilmente. Pero al PAN y a los panistas los odia. Según él, fue el panismo el que le robó la elección del 2006. Su némesis es Felipe Calderón. Es un asunto que no ha superado. Una vez que ganó en el 2018 nos regresó al 2006. Ahí sigue, revolviéndose en asuntos del diván, más que de la política. Acción Nacional representa para el presidente la derecha histórica de este país. Son los conservadores, como definió López Obrador a sus adversarios desde un principio. Todo el que no le simpatiza entra en ese saco. El problema es que nadie se asume como conservador en un país que ha demostrado una y otra vez que lo es.

Amedrentado desde su derrota en el 2018, el PAN no acepta todavía el reto de tomar el liderazgo entre los adversarios del régimen. Se ha escondido en uniones amorfas con lo peorcito del PRI y los saldos del PRD. Lo ha rebasado el conglomerado de organizaciones que han encabezado los dos principales eventos opositores en lo que va del sexenio: la marcha de noviembre y la concentración de febrero en el Zócalo. Claro, el PAN ganó nueve alcaldías en la CDMX en 2021, elecciones que dejaron en claro la dimensión del antilopezobradorismo como expresión política, pero dejaron el protagonismo a la alianza.

El PAN llega al año previo a la elección presidencial atrapado en una preponderancia que no pidió y que no merece porque no la ha buscado en los hechos. Los ciudadanos ya se manifestaron dispuestos a tomar las calles y a votar. Son ciudadanos huérfanos en busca de un liderazgo. Lo que para cualquier partido político sería un happy problem parece ser un dolor de cabeza para el partido de la derecha mexicana.

Por un lado, está claro que el PAN es el partido que tiene más peso a nivel nacional, después del partido en el gobierno. El PRI encarna la palabra desprestigio y así enfrenta el reto de mantener las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México. El resultado de esos comicios puede proyectar al priismo a una crisis que no ha vivido en su historia. El PAN, con sus aliados, en 2024 puede ganar la CDMX —en poder de las fuerzas amlistas desde hace casi 30 años— y ser un competidor relevante en la elección presidencial. El problema es que tendrá que escoger a la candidata o al candidato correctos, sin margen de error.

Y aquí vienen las complicaciones. En el ámbito panista hay dos mujeres competitivas para la CDMX y la presidencia de la República: Xóchitl Gálvez y Lilly Téllez, senadoras ambas. Sin embargo, ninguna de ellas milita en el partido. Por supuesto, militantes varones quieren disputar esas candidaturas: uno de ellos es Santiago Taboada, titular de una alcaldía en la capital del país, quien anunció hace unos días que Claudia Sheinbaum lo quiere meter a la cárcel. Otro es el diputado Santiago Creel. Un conocido político que reveló hace poco que fue abogado de López Obrador, sin cobrarle, cuando encabezaba su propio bufete de abogados. En la mayoría de las encuestas, los Santiagos aparecen por debajo de Gálvez y Téllez. ¿Qué hará el PAN? ¿Privilegiará las candidaturas de ellos, los militantes? ¿Considerará mejor perder con un militante que ganar con una outsider? Se debe tomar en cuenta que es muy probable que compitan contra una mujer, Claudia Sheinbaum, y seguramente pasará lo mismo en la Ciudad de México: habrá candidata.

Surge entonces un contratiempo adicional: habrá que acertar en cada una de las candidaturas. Por un lado, Xóchitl Gálvez ha manifestado, en público y en privado, que quiere ser candidata a la jefatura de Gobierno. Su terreno es el local, es el que ha trabajado, a lo que se ha dedicado. La ciudad es su plaza (incluso fue titular de una importante alcaldía) y la conoce muy bien. Lilly Téllez solamente ha expresado su intención de contender en la presidencial, y es un personaje emergente que ha crecido destacándose en el antagonismo contra López Obrador. No obstante, hay un poderoso grupo de empresarios y comentócratas que quieren que Gálvez juegue en otra pista. Les gusta como candidata a la presidencia a pesar de la negativa de ella. Ofrecen dinero, plataforma, negociaciones, acabar con cualquiera de sus opositores, plan de campaña y lo que haga falta. No es la primera vez que este grupo juega a las elecciones. Ya lo ha hecho y ha perdido. Al margen de ello, la decisión debe involucrar al PAN capitalino, que quizá vería con buenos ojos sacar a Gálvez de la competencia citadina para dársela a uno de su grupo. ¿Vale la pena dejar ir la Ciudad de México por satisfacer las vanidades del antipejismo? ¿No es estratégico que caiga la capital como en las grandes batallas? Al parecer no todos están de acuerdo.

Escoger a un militante como candidato puede ser una camisa de fuerza para el PAN. Corresponde, tanto a Xóchitl Gálvez como a Lilly Téllez, demostrar que son las más competitivas y que nadie en el panismo rivaliza con ellas. El partido lo vivió con Vicente Fox. No lo quería, pero Fox se impuso. Y ganó.

Mientras todos se mueven, el PAN se aferra al pasmo. Se pueden cambiar los escenarios aquí expuestos o los personajes y la problemática será la misma. Se entiende que el partido está en un dilema —cualquier decisión cobrará facturas—, pero la inacción no es una buena decisión y no hay mucho tiempo para encontrar la salida del laberinto.

Juan Ignacio Zavala militó en el PAN durante más de 20 años y actualmente participa en el equipo de Lilly Téllez. @juanizavala

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