El Senado da un respaldo unánime a la política de seguridad de García Harfuch
El hombre fuerte del Gabinete de Sheinbaum defiende en la Cámara Alta su estrategia contra la violencia: “Para disminuir los delitos debemos detener a quienes los cometen”


El Gobierno de Claudia Sheinbaum ha hecho del combate a la inseguridad su gran caballo de batalla, la política con la que imprimir un sello propio a un sexenio que nació con la sospecha de continuar bajo la gran sombra de su predecesor, el morenista Andrés Manuel López Obrador. El gabinete presidencial presume hoy de un reguero de cifras que despejan cualquier duda sobre la cuestión. La mandataria ha dejado atrás la estrategia de “abrazos, no balazos” que marcó el mandato anterior y ha enarbolado la bandera de las grandes detenciones y los extraordinarios decomisos. Detrás de esa estrategia se encuentra su zar de Seguridad, Omar García Harfuch, que este miércoles por la mañana ha exhibido músculo en su primer informe de Gobierno ante el Senado, en una sesión sin grandes discrepancias con la oposición, que se ha limitado a matizar el optimismo presidencial. “Para disminuir los delitos debemos detener a quienes los cometen”, ha sentenciado Harfuch: “Nuestro trabajo es medible”.
Las cifras de las que ha hecho gala el hombre fuerte de Sheinbaum son ya conocidas y las ha repetido casi de carrerilla, como una lección bien aprendida: los homicidios dolosos han disminuido un 32% en el último año. Se ha detenido a 35.000 personas, se han asegurado 17.000 armas y se han incautado 284 toneladas de droga. Además, ha añadido, se han desmantelado 1.500 laboratorios clandestinos y se han decomisado 98 millones de litros de combustible en la lucha contra el huachicol ―como se denomina en México al robo de combustible―, que ha hecho caer a varios altos mandos de la Marina. Las cifras son incontestables y cuentan con el reconocimiento y el consenso de los senadores de la oposición, que sin embargo le han recordado el reverso a veces invisible de esos números: el avance nacional no aplaca la inseguridad rampante en las calles ni la falta de justicia para las víctimas.
“Los avances en seguridad no cuadran cuando 9 de cada 10 delitos quedan impunes”, ha expresado en ese sentido el priista Miguel Ángel Riquelme, que también ha puesto el dedo sobre la violencia contra los niños. En la misma línea se han pronunciado los senadores del conservador PAN y el centrista Movimiento Ciudadano, que han aplaudido “el giro” con respecto al sexenio anterior. “Es la mejora más significativa en materia de seguridad en más de una década”, ha celebrado el emecista Luis Donaldo Colosio, que también ha pedido más apoyo para los municipios por parte de la federación.
El mismo Senado que hace dos meses albergaba una trifulca sin precedentes entre el líder nacional del PRI, Alito Moreno, y el presidente de la Cámara, el morenista Gerardo Fernández Noroña, ha recibido este miércoles al zar de Seguridad con una tranquilidad y un diálogo irreconocibles en los últimos tiempos. Harfuch, acompañado por los senadores de su bancada como una estrella, ha conseguido lo que ninguna otra figura ha logrado: un diálogo entre el oficialismo y la oposición que ha dejado lugar a los acuerdos y las discrepancias matizadas, lejos de la grilla que ha dominado la escena política del último año.
Omar García Harfuch, el gran policía, superviviente de un atentado que dejó 400 balazos en su camioneta, ha ido agrandando su poder simbólico y real durante el último año al frente de la Secretaría que ya ocupó a nivel capitalino durante le mandato de Claudia Sheinbaum. El nombramiento de uno de sus hombres más cercanos, Omar Reyes, al frente de la UIF, la agencia antilavado adscrita a Hacienda, consolidó la omnipresencia del secretario, cuya autoridad ha crecido al calor de las relaciones bilaterales con el vecino del norte, que han copado gran parte de la agenda del Ejecutivo. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en plena cruzada contra el fentanilo, aprieta cada tanto a México para que ofrezca resultados sólidos en materia de seguridad, la gran cuenta pendiente en un país que suma más de 120.000 desaparecidos.
Bajo la amenaza de la imposición de nuevos aranceles, que todavía pende sobre el Gobierno mexicano, Trump ha logrado el despliegue de 10.000 elementos en la frontera y la entrega, como un botín de guerra, de 55 capos de la droga que serán juzgados en los tribunales estadounidenses. Para ellos ha tenido también una mención García Harfuch casi al final de su intervención, en la que ha defendido el fortalecimiento de “la coordinación con Estados Unidos”. “Con el traslado de estos 55 detenidos, los más beneficiados somos nosotros como mexicanos”, ha justificado bajo el argumento de que seguían dirigiendo operaciones desde las cárceles mexicanas.
Los puntos donde la oposición ha apretado más al Gobierno tienen que ver con la transparencia de los métodos para cifrar el número de desaparecidos, reiterado en varias intervenciones, y los feminicidios. El secretario ha presumido de la disminución del 28% de asesinatos por violencia de género entre 2019 y 2025, pero desde la bancada de enfrente le han reprochado las 26.000 mujeres muertas que se arrastran desde entonces. “Hay que reforzar a las Fiscalías estatales” para combatir este delito, ha dicho Harfuch, que ha defendido las dificultades para ser eficaces desde el nivel federal. La conclusión general, tanto en el partido oficialista y sus satélites como en las formaciones opositoras, es que la gran tarea pendiente está en el nivel municipal, donde la violencia muestra su peor cara. “La seguridad comienza con mejores policías preparados”, ha sostenido Harfuch.
El caso de La Barredora, que persigue al senador morenista Adán Augusto López desde que se supo que su secretario de Seguridad en Tabasco formó parte de la red criminal, ha pasado desapercibido en la sesión, salvo por una breve mención del senador panista Francisco Ramírez Acuña, que sin embargo no ha hecho ninguna alusión personal. López ha sido, de hecho, quien ha acompañado a Harfuch en su llegada a la Cámara Alta, donde esperaban los senadores y las senadoras para fotografiarse con un político que ha tenido que limitar al máximo su exposición pública para evitar exposiciones innecesarias. Aun con todo, el pleno estaba a medias cuando ha ingresado, con menos de 70 legisladores, y se ha ido llenando a lo largo de su discurso. “Es la oportunidad que tengo de estar con usted”, le ha dicho su compañera Lucía Trasviña, durante su intervención, “tras siete años siendo presidenta de esta Comisión [de Seguridad]”. Esa era la sensación que primaba en un ambiente del todo amable con un secretario cuyo poder crece sin que crezcan las críticas a su alrededor. La sesión plenaria ha terminado poco antes de las dos y media de la tarde, entonces ha continuado la sesión de fotos y la cola de senadores que han esperado, pacientes, a que llegara su turno.
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