Una demanda pionera exige justicia para las ballenas del Golfo de California frente al megaproyecto de gas Saguaro
Una coalición de organizaciones busca que la justicia mexicana reconozca a estos cetáceos como sujetos de derechos ante las amenazas que representa la potencial puesta en marcha de una instalación gasífera en el ‘Acuario del Mundo’
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La actividad antropogénica está silenciando el canto de las ballenas. El ruido del tráfico marítimo, la minería submarina y las prospecciones cortocircuitan su capacidad para comunicarse. La escasez de krill y el aumento de las temperaturas por el cambio climático también están afectando a sus vocalizaciones. Mientras tantos peligros amenazan con callarlas, una estrategia jurídica ha llevado su voz a la justicia mexicana ante la potencial activación de un megaproyecto gasífero.
Con el fin de proteger estos cetáceos y resto de biodiversidad del Golfo de California, una coalición de organizaciones ha presentado una demanda sin precedentes para lograr el reconocimiento de las ballenas como sujeto de derecho. El amparo, interpuesto el pasado 30 de septiembre, busca revocar la autorización que le otorgó el anterior gobierno al Proyecto Saguaro GNL para convertir una antigua central de regasificación en una planta de gas natural licuado para su exportación por el mar desde Puerto Libertad, en el Estado de Sonora, hasta Asia.
Una autorización que, según advierte Nora Cabrera, abogada y directora de Nuestro Futuro, una de las organizaciones demandantes, “es inconstitucional y afectaría a todo este ecosistema del Pacífico y, en especial, a las ballenas”. Como explica la activista, el eje central de la acción legal es querellarse contra los permisos otorgados en 2018 a la construcción de la nueva terminal del gas de la empresa Mexico Pacific Limited, que “implican la ausencia de evaluaciones ambientales completas sobre sus impactos acumulativos en el Golfo de California”, afirma. Estos permisos, impugnados ahora en nombre de las ballenas, ya lo fueron años atrás por organizaciones medioambientales y ejidatarios de la región opuestos a la instalación portuaria en el Pacífico mexicano. Tras dos décadas de autorizaciones fragmentadas e intentos de ponerlo en marcha, el proyecto está suspendido en la actualidad por orden judicial, tras amparos y denuncias ciudadanas, como ha reconocido la propia Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Según denuncia Cabrera, la empresa Pacific Limited, a la que América Futura contactó sin obtener respuesta, modificó de forma indebida una autorización de impacto ambiental emitida en 2006, “que originalmente era para un proyecto de regasificación y que, por lo tanto, no implicaba buques metaneros, entre otras consecuencias”. Por lo tanto, según la demanda, la nueva planta no cuenta con los estudios pertinentes para predecir sus posibles daños ambientales en el Golfo de California.
Los peligros para el ‘Acuario del mundo’
Conocido como el Acuario del mundo, su ecosistema es uno de los oasis marinos de mayor biodiversidad del planeta. Sus aguas albergan hasta el 40% de los mamíferos marinos y un tercio de los cetáceos que existen, que incluyen especies endémicas únicas como la vaquita marina, en peligro de extinción.
La demanda representa a las más de una decena de ballenas migratorias y residentes permanentes de su hábitat, como la ballena azul, la gris, la jorobada y el rorcual común, “especie que sería altamente impactada por este proyecto”, apunta Cabrera. Según estudios científicos, es la que más muere por choque con barcos. De acuerdo con un informe elaborado por la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) y la Alianza Europea de Investigación de Energía (EERA), el incremento del tráfico de buques metaneros en el Golfo de California tendría impactos graves y comprobables. La puesta en marcha del proyecto Saguaro supondría más de 600 escalas anuales de enormes embarcaciones, que se concentrarían en áreas donde habitan ballenas todo el año e incrementaría la probabilidad de colisiones graves y letales para los grandes cetáceos.
Además, la construcción de la terminal de gas elevaría de forma drástica el ruido submarino hasta frecuencias que tendrían un impacto en la comunicación entre ballenas, que se llaman entre ellas para alimentarse, avisar de peligros, reproducirse y relacionarse. Las organizaciones advierten que la planta gasífera también introduciría especies exóticas invasoras derivadas de la descarga masiva de agua utilizada para balancear embarcaciones. “Hongos, bacterias y algas oportunistas de origen asiático que, gracias a las condiciones ambientales y climáticas del Golfo, pueden comenzar a crecer y dispersarse fácilmente, alterando irreversiblemente los ecosistemas marinos y afectando a las especies nativas”, detalla la abogada.
Otro de los puntos centrales de la demanda es la exigencia de que la Semarnat declare el Golfo de California hábitat crítico conforme a la Ley General de Vida Silvestre. “Si conseguimos declarar este lugar como santuario, reconocido con un doble resguardo jurídico, deberían negarse autorizaciones como la de Saguaro para garantizar la protección reforzada a ballenas y otras especies en riesgo”, destaca Cabrera. La abogada se dice preocupada por la “manera descomunal” en la que está intentando hacer crecer el sector del gas en su país. “El ciclo completo de Saguaro generaría más de 73 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. ¡Más que el 10% de las emisiones anuales de México!”, advierte.
Según denuncia, este proyecto no es el único que amenaza la integridad biológica del Golfo de California. Por lo menos, otras tres terminales (AMIGO LNG, Vista Pacífico LNG y Gato Negro GNL), así como dos gasoductos más (Sierra Madre y Corredor Norte) ponen en peligro su conservación en el Golfo de California, una de las zonas pesqueras más productivas de México.
La propia titular de la Semarnat, Alicia Bárcena, declaró en una comparecencia en el Congreso el pasado 1 de octubre, su intención de que “se priorice el Golfo de California, un patrimonio de México donde la conservación es muy importante y hay una pesca de enorme importancia para el país”. En su intervención, Bárcena dijo que si bien la inversión de 15.000 millones de dólares de Saguaro “podría traer beneficios a corto plazo”, reconoció que había preocupación porque ese proyecto se desarrolle en lo que se ha denominado el “Acuario del Mundo”, una zona de gran biodiversidad. “No puede competir una cosa con la otra”, apuntó.
La Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), instancia perteneciente a la Semarnat responsable de autorizar el proyecto, le dijo a América Futura que esto dependerá de “diversos juicios de amparo que se encuentran en trámite”. “Esta zona es objeto de otros instrumentos para su conservación, tales como declaratorias de áreas naturales protegidas”, explicaron. “Una declaración de hábitat crítico podría contribuir a la conservación de mamíferos marinos y otras especies que habitan en el Golfo de California, aunque es importante mencionar que muchas de estas especies son migratorias y es necesario protegerlas no sólo en México”. Para este caso, agregan, “un esquema de protección apropiado sería una declaratoria de “Área de Refugio para Proteger Especies Acuáticas”.
La demanda, reconoce Cabrera, “no solo busca la protección de un ecosistema”, sino que invita a los tribunales mexicanos a ser partícipes de un cambio de paradigma en el derecho: migrar de la visión jurídica antropocéntrica hacia una visión ecocéntrica. “Nuestro ordenamiento jurídico alcanza para que la naturaleza y todas sus formas de vida sean reconocidas como sujetas de derechos. El Artículo 4 y 27 de nuestra Constitución lo esbozan, igual que la Ley General de Vida Silvestre y la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA)”, apunta la abogada y pone a Bolivia como ejemplo, donde en 2010, se le otorgó derechos colectivos a la naturaleza como “Madre Tierra.”
“En México, de hecho, hay constituciones locales que hablan ya de los derechos de la naturaleza, solo falta su aplicación”, apunta Cabrera. En abril de este año, tras un fallo del Poder Judicial a solicitud de defensores de derechos humanos mayas, las abejas meliponas de Yucatán consiguieron la representación legal a la que aspiran hoy las ballenas del Golfo de California. Esta especie fue elegida como protagonista del litigio por ser especies paraguas, aquellas cuya protección asegura indirectamente la conservación de muchas otras y de todo ecosistema. “Si las ballenas se ven impactadas, todo lo demás lo estará”, matiza la abogada de Nuestro Futuro.
De prosperar su demanda, sentará un precedente histórico en el país: especies y ecosistemas podrán defenderse en tribunales por el simple hecho de existir, fortaleciendo la justicia climática y el derecho humano a un medioambiente sano. Una batalla legal basada en el valor intrínseco de unos seres tan fascinantes como las ballenas, capaces de hacer llegar su canto a kilómetros y kilómetros de lejanía. ¿Lo escuchará la justicia mexicana?