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De la reelección de ‘Alito’ Moreno a la competencia simulada por la dirigencia del PRI

Lorena Piñón y Alejandro Moreno se disputan el control del partido este domingo en medio de las críticas

Reelección de Alito Moreno como presidente del PRI
Carolina Viggiano y Alejandro Moreno como aspirantes a la Presidencia y a la Secretaría General del PRI, para el período estatutario 2024-2028. El 23 de julio 2024.PRI
Elia Castillo Jiménez

Se ha cumplido el plazo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía para renovar su dirigencia. El último minuto de este sábado cierra el periodo de proselitismo. Han bastado 18 días de campaña para que las dos fórmulas que compiten por la presidencia y la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional del partido persuadieran a los cerca de 500 consejeros que tienen derecho a votar el 11 de agosto. Alejandro Alito Moreno y Lorena Piñón, con sus respectivas mancuernas, Carolina Viggiano y Cuauhtémoc Betanzos, pelean por el control del partido. En los pasillos del tricolor y en las bancadas del Congreso propios y extraños ponen sobre la mesa la posible simulación del proceso que se ha realizado en tiempo récord.

Al día siguiente de la elección federal, el 3 de junio, de acuerdo a la versión de la dirigencia, la militancia planteó la necesidad de una asamblea de cara a la renovación del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). De ahí todo el proceso ha fluido con una extraña y evidente celeridad. El 6 de junio se emitió la convocatoria a la 24 Asamblea Nacional Ordinaria del partido para celebrarse el domingo 7 de julio. En dicho encuentro, se reformaron de manera exprés los documentos básicos del PRI, incluidos los Estatutos. Los cambios no fueron menores, se abrió la puerta de par en par a la reelección de la actual dirigencia y las sucesivas, hasta por tres periodos consecutivos. También para las dirigencias estatales y municipales. Esto le daba la posibilidad a Moreno de perpetuarse en la presidencia hasta 2032.

En medio de la crisis por los resultados electorales del 2 de junio, los peores del partido, y las escandalosas reformas aupadas por el polémico dirigente, Lorena Piñón, de 40 años, salió de las sombras como la única competencia para Alito. Eligió como pareja de fórmula para la secretaría general a Cuauhtémoc Betanzos, regidor con licencia de San Pedro Cholula, Puebla.

La líder del priismo en Veracruz ha defendido su candidatura a capa y espada ante las críticas y el sospechosismo que desató su registro. Al siguiente día de su inscripción sostuvo que le garantizaron piso parejo. La mujer, con 23 años de militancia a cuestas, se dijo ofendida por los comentarios que la colocan como esquirol del polémico dirigente. la histórica dirigente priista Dulce María Sauri recuerda que Piñón también participó en el proceso de elección en 2019, el primero y único hasta el momento, en el que se abrió la elección de la dirigencia a toda la militancia, cuando ganó Moreno. La veracruzana también fue acusada de prestarse a la simulación.

Piñón ha evadido cualquier crítica al dirigente con el que, dice, siempre ha mantenido una relación de respeto. La también consejera en el órgano de dirección del PRI dio su voto a favor de las reformas que quitaron los candados y allanaron el camino para la reelección. “Está en su derecho [de reelegirse]”, dijo un día después de su registro. “¿Te parece que Alejandro Moreno ha hecho un buen trabajo dentro del partido?”, respondió a EL PAÍS un día antes de iniciar campaña. “Lo que te puedo decir es que el peor presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI se llama Enrique Ochoa, era un tecnócrata, una persona que no conocía a la militancia de pie, que nunca estuvo con nosotros colgando pendones”, contestó.

La veracruzana sostiene que cuenta con el apoyo de varios priistas. “Hay muchísimas llamadas de consejeros nacionales que conocen mi propuesta y quieren sumarse a mi campaña”, apunta. “Aquellos que digan que es mentira y que están en contra de Alejandro, les pido que vengan y platiquemos, si son consejeros, porque nada más hablaré con quienes tengan derecho a votar. Entonces vamos a dialogar y yo los invito a que se sumen a mi propuesta”, dijo el 23 de julio.

“¡Vamos con todo para construir un partido más fuerte, cercano, moderno y unido!”, es el lema que Alito ha impulsado en su corta campaña. En las últimas semanas, desde que pidió licencia a la presidencia—oficialmente concluye el 11 de agosto—, ha publicado en redes sociales sus encuentros con consejeros priistas, sus propuestas para un posible nuevo periodo de cuatro años y nada más. No ha aceptado entrevistas, al menos para este diario, no se ha dejado ver en público y ha manejado un bajo perfil.

Han pasado 36 días desde la asamblea que enturbió el ambiente del histórico partido que gobernó 70 años ininterrumpidos en México, fundado bajo la premisa de “sufragio efectivo, no reelección”. Las reformas estatutarias fueron construidas con total sigilo. Dulce María Sauri fue la primera en encender las alertas en este periódico. El fantasma de la reelección pululaba en el Revolucionario Institucional. Pronunciamientos e impugnaciones a la convocatoria fueron presentados ante las autoridades electorales, primero ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), después ante el Instituto Nacional Electoral (INE). Nadie de la disidencia pudo hacer nada para frenar la asamblea. Hasta el momento no se han desahogado las impugnaciones sobre el tema.

La clave está en la convocatoria a la asamblea. Al “domingo 7 del PRI”, como lo llama Sauri. Anulándola, los acuerdos en el seno de la asamblea, incluidas las reformas a los estatutos que permiten la reelección, la convocatoria para la renovación de la dirigencia y la elección quedan sin efecto. Es el argumento de los exdirigentes que han metido presión en las instancias electorales, sin éxito, hasta el momento. El pasado lunes sostuvieron un encuentro con la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, en el que expusieron detalladamente sus argumentos jurídicos y solicitaron al árbitro electoral convocar a una sesión extraordinaria con carácter urgente para anular la convocatoria y todo de lo que de ella derivó. El objetivo era que la Asamblea Nacional de este 11 de agosto no se consumara. Los esfuerzos fueron en vano.

Aunque la base es la anulación de la asamblea, las reformas por sí solas son ilegales y pueden ser impugnadas, han dicho las voces del priismo críticas a Alito. La convocatoria a una asamblea dentro del proceso electoral que concluye hasta que el TEPJF califique la elección presidencial, previsto para el 14 de agosto, aunque de acuerdo a la ley, es el 6 de septiembre; las reformas estatutarias en beneficio del actual dirigente y un proceso de renovación a vapor que solo duró 30 días desde la emisión de la convocatoria, el 10 de julio, al cierre de campañas, el 10 de agosto.

El registro de las dos únicas fórmulas se realizó el 22 de julio, al siguiente día ya habían sido palomeadas por la dirigencia interina de Graciela Ortiz y Miguel Alonso Reyes, designados como presidenta y secretario general, respectivamente, para permitirle a Alito participar en el proceso. Del 24 de julio al 10 de agosto se estableció en la convocatoria como el periodo para realizar encuentros proselitistas, exactamente 18 días para visitar a los casi 500 consejeros a lo largo del país en los que recaerá la decisión de la elección dominical que durará cinco horas.

La legalidad de lo que ha ocurrido al interior del PRI desde el 6 de julio, cuando se emitió la convocatoria a la asamblea nacional, al 11 de agosto, día previsto para la elección de la nueva dirigencia, están en vilo. Hasta el momento en que las autoridades electorales resuelvan las impugnaciones se definirá si el resultado de la elección interna de este domingo, sea cual sea, es válida o no.

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Sobre la firma

Elia Castillo Jiménez
Es periodista mexicana, está especializada en temas de política: Congreso de la Unión, partidos y elecciones. Ha trabajado en distintos medios como Milenio, Radio Centro y El Heraldo de México. Es licenciada en Periodismo y Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México.
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