Juan Manuel Celaya: las lecciones del tigre

Si alguien está harto de la frase “ya merito” es Juan Manuel Celaya (Monterrey, 25 años). El clavadista ha desmontado la trillada oración que se repite cada que a un mexicano le falta un algo para ganar. En Tokio 2020 competía junto a Yahel Castillo. Peleaban por la medalla de bronce con saltos de alta precisión y bajo la mirada de unos furibundos jueces. En la última ronda tenían asegurado el bronce y en el salto final los alemanes despojaron de ese sitio a los mexicanos. Mucha rabia, mucho dolor. “Este debut olímpico me motiva porque yo quiero ganar una medalla. No sé si Yahel se va a retirar o no, en mi caso he platicado con compañeros como Osmar Olvera y Rodrigo Diego, con quien podría trabajar en sincronizados”, dijo en 2021.

Celaya no bajó los brazos. Cerró su brillante etapa como deportista y estudiante en la Universidad de Luisiana, donde se graduó como ingeniero civil. Cinco años en la élite universitaria le sirvieron para tener un fogueo distinto al del resto de sus compatriotas. Regresó a Monterrey, cambió de entrenador y se dispuso a competir. “La filosofía del tigre es que no deja de ver su presa hasta que la alcanza”, explicó a EL PAÍS en 2021. Ese animal lo lleva tatuado en el costado izquierdo, junto con unas rosas en honor a su madre, hermana, tía y abuela.

Buscó pareja con Rodrigo Diego y luego con Osmar Olvera. México necesitaba tener a una dupla sólida. Pese a ser cuarto lugar en Tokio, nada le garantizaba continuar. No compitió en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, tampoco pudo hacerlo en los Juegos Panamericanos, donde sí compitieron Osmar Olvera y Rodrigo Diego. Para un deportista, perderse alguna de estas dos pruebas es un revés tremendo.

Las pruebas internacionales, de mayor peso porque coinciden con los chinos y británicos, fueron un tanto difíciles para Celaya. En el Mundial de Fukuoka, en Japón, terminó en el cuarto lugar en la prueba individual y undécimo en la prueba sincronizada junto a Rodrigo Diego. Un mal 2023. El nuevo año le recibió con otra competencia de alto rango, el Mundial en Doha, donde terminó sexto en individual. Fue en abril donde una medalla le dio nuevos bríos: una plata junto a Olvera desde el trampolín en una Copa del Mundo desarrollada en Xian, China.

El boleto olímpico para la prueba sincronizada lo habían ganado Osmar Olvera y Rodrigo Diego. Sin embargo, eso no garantizaba que este último viajara a París. El Comité Olímpico Mexicano (COM) desarrolló una ronda selectiva. “Estuvieron los entrenadores de los dos atletas y se decidió que se hiciera una evaluación de cuatro días donde compitieron 24 veces, de esas 24 veces Celaya tuvo 23 ganadas y una la ganó Rodrigo”, contó Mary José Alcalá, presidenta del COM. Celaya se ganó, por insistencia y aguante, su lugar.

“Nuestra complexión y estatura es un factor favorable. Estamos compactos, chaparritos, damos vueltas más rápido en menos distancia. Lo que nos caracteriza es que los mexicanos siempre probamos por los clavados más difíciles. Vamos con todo con quien se ponga enfrente”, contó Celaya a este diario. La fortaleza física, la edad y la experiencia le ha servido para alcanzar el podio olímpico con una insólita medalla de plata que bien pudo ser un oro, pero los jueces se inclinaron por la dupla china.

“[Fue] un camino que fue muy difícil, el cambio de entrenador, no ir a Juegos Centroamericanos, no ir a Juegos Panamericanos, únicamente clasificar al campeonato de Doha, pero a lo mejor tenía que pasar por eso para poder ver el brillo de esta medalla”, contó Celaya, este viernes a Clarosports. Nunca en la historia México había ganado una medalla en esta prueba, pero sí afianza a los clavados como el deporte que más medallas ha cosechado (16). Una de las claves fue ponerse a servicio de la entrenadora Ma Jin, una especialista china en clavados, que ha fortalecido la carrera, principalmente, de Osmar Olvera. “No hubiera podido llegar aquí sin ella, si no me hubiera ayudado, regañado. Me siento muy bien en su equipo”, dijo. Al tigre del agua solo le faltaba un buen domador.

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