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Sandra Cuevas, la alcaldesa condenada a controlar su propia ira

La regidora de Cuauhtémoc cierra un caso de agresión a policías disculpándose por segunda vez con las víctimas y comprometiéndose a recibir tratamiento psicológico

Francesco Manetto
Sandra Cuevas, alcaldesa de Cuauhtémoc
Sandra Cuevas, alcaldesa de Cuauhtémoc, durante una conferencia de prensa en Ciudad de México.Moisés Pablo (CUARTOSCURO)

En octubre de 2020 Sandra Cuevas aún era una desconocida para la mayoría de los votantes de Ciudad de México y concentraba sus actividades en la alcaldía de Azcapotzalco, en el norte de la capital. La fundación que dirige, Por un México Bonito, difundió entonces un video promocional que, mientras los partidos alistaban sus candidaturas para las elecciones locales, sonaba ya a campaña electoral. “¿Conoces a Sandra Cuevas o Lady Señora o Lady Metralletas?”, arrancaba la grabación, de un par de minutos, haciendo referencia a dos de los apodos que le pusieron sus detractores. Pero enseguida la semblanza daba paso al panegírico, aplaudiendo supuestos donativos a decenas de miles de personas. “Sandra cuenta con un carácter fuerte, lo cual le ha permitido ser la única en Azcapotzalco en denunciar la corrupción que impera en nuestra alcaldía”, resumía la publicación.

Un año y medio después, la política, de 35 años, es la regidora de la demarcación Cuauhtémoc y acaba de cerrar un caso de agresión a tres mandos policiales a través de un acuerdo reparatorio. Ha tenido que pedir perdón en dos ocasiones -la primera era una fórmula llena de equilibrismos en la que la acusada no reconocía los hechos, así que las las víctimas no aceptaron las disculpas-. El arreglo judicial, además del pago de 30.000 pesos a cada uno, le impone un tratamiento psicológico orientado “al manejo de la ira y las emociones”, especifica la Fiscalía de Ciudad de México. Pero ¿qué ha pasado en todo este tiempo?

Cuevas sí logró dar el salto a la primera línea de la política. No le salió bien en Azcapotzalco, donde intentó concurrir en las listas de Fuerza por México, una de las formaciones satélite de la Cuarta Transformación, el proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Con todo, consiguió algo incluso más significativo. Esto es, gobernar Cuauhtémoc, que es algo así como la capital de la capital: la alcaldía del centro histórico, corazón del poder político, y de colonias como la Roma, la Condesa, la Juárez o Santa María de la Ribera. Lo hizo de la mano de la alianza opositora integrada por el PRI, el PAN y el PRD, que se han volcado con ella en esta crisis junto con el dirigente de Morena Ricardo Monreal, su principal vínculo con el oficialismo.

La regidora ganó al sector del partido próximo a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y representado en Cuauhtémoc por Dolores Padierna, pero no ha evitado que desde que asumiera el cargo el pasado octubre su día a día esté marcado por el conflicto. Tanto por sus polémicas actuaciones y declaraciones como por las críticas constantes de sus adversarios por sus trajes de Carolina Herrera, algunos exabruptos difundidos en las redes sociales o sus viajes. O aquella vez que en una entrevista declaró: “A mí no me gustan los pobres”.

El caso de los policías lo encierra todo: el expediente habla de su talante y al mismo tiempo refleja las tensiones políticas que están en juego en la alcaldía Cuauhtémoc, una de las 16 demarcaciones de Ciudad de México. El pasado 11 de febrero tres uniformados la denunciaron tras sufrir, según su versión, una agresión de la alcaldesa y parte de su equipo. Sucedió, de acuerdo con la investigación, a raíz de “un diferendo” con unos comerciantes ambulantes del centro histórico, un sector clave para el control del territorio que Cuevas trató de ganarse desde la campaña electoral. La denuncia incluía al principio la acusación de secuestro, aunque finalmente se limitó a los delitos de “robo, abuso de autoridad y discriminación”. Esos fueron los cargos por los que la regidora fue suspendida temporalmente, vinculada a proceso y forzada a pedir perdón.

El portavoz de la Fiscalía local, Ulises Lara, explicó en un primer momento que los policías fueron convocados en la oficina de Cuevas y, de repente, tras las entrevistas dos de ellos “fueron agredidos tanto verbal como físicamente en repetidas ocasiones por la titular de la alcaldía así como por varios hombres que allí se encontraban”. “También señalaron que fueron despojados de sus radios de transmisión y que fueron privados de su libertad por instrucciones de la alcaldesa por más de una hora en otro salón y fueron videograbados... Finalmente, tras golpes y empujones, ambos mandos pudieron salir”. EL PAÍS ha tratado de ponerse en contacto con Cuevas para recabar su versión de los hechos a través de los canales oficiales, pero no ha obtenido respuesta.

La política, con estudios en Comercio Internacional, Derecho y una experiencia profesional en organización de eventos, rechazó públicamente las acusaciones y aseguró que presentaría pruebas para desarmar lo que consideraba un montaje de un sector de Morena y de la jefa de Gobierno de Sheinbaum. No lo hizo. Reaccionó con algunas sobreactuaciones: por ejemplo, un acto con seguidores en el que repartió balones que, según los reporteros presentes y los testimonios gráficos, llevaban pegados billetes de 500 pesos. Acudió a las audiencias hablando de persecución y, cuando su defensa le recomendó llegar a un acuerdo con los agentes, pidió perdón con una entelequia legal: “Me disculpo, pero no reconozco los hechos”.

A la segunda fue la vencida y esta semana los uniformados sí aceptaron las disculpas. “Me dirijo a ustedes, Faustino García Luna, director de la región dos de la policía auxiliar de la Ciudad de México; Eduardo Camacho García, director del sector 52 de la policía auxiliar; y Marcos David Chávez Arreola, todos policías auxiliares de la Secretaría de Seguridad Ciudadana”, comenzó la regidora. “Tengo a bien dirigirme a ustedes para ofrecerles mis más sinceras disculpas, así como absolutas disculpas, y decirles que lo siento”. Al salir de los juzgados del Reclusorio Norte, Cuevas incluso tendió la mano a Sheinbaum, ofreciéndole colaboración. La Fiscalía determinó que “deberá someterse durante seis meses a tratamiento psicológico y tendrá que abstenerse de molestar a las víctimas. Las terapias estarán orientadas al manejo de la ira y las emociones. La alcaldesa también deberá abstenerse de realizar cualquier manifestación u opinión por cualquier medio de difusión y redes sociales con relación a los hechos, las instituciones y mandos policiacos con excepción de la disculpa pública”.

Por ahora, ya a ha vuelto a su oficina y, como siempre, lo ha documentado minuciosamente a través de sus redes sociales. “Terminando de trabajar a las 2.11 am”, escribió. “Me reuní con Directores Generales de la alcaldía para crear una agenda de actividades en Cuauhtémoc que ofrezcan seguridad, diversión y entretenimiento en esta temporada vacacional”. Probablemente, hasta la próxima polémica.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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