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“Llega el niño Dios gigante a Iztapalapa y pum, se disparan las visitas”

Elaborada por una familia de artesanos de esta alcaldía de Ciudad de México, la figura de cinco metros ha recibido más de 50.000 visitantes en una semana

Beatriz Guillén
Niño Dios gigante Mexico
Dos mujeres se toman una foto con el niño Dios gigante, situado en Iztapalapa, en Ciudad de México.Quetzalli Nicte Ha

Hay una línea fina que une a doña Santiaga Reséndiz y a Patricia Reyes, dos vecinas que nunca se conocieron. A la primera, ya fallecida, devota, sus nietos quisieron en 2013 regalarle una figura de Jesús que terminó del tamaño de una bodega, y gracias a esa gesta salida de control, Reyes está plantada la penúltima tarde de 2021 frente a un niño Dios de cinco metros al que le pide, por favor, que se acabe esta pandemia. “Me suele conceder casi todo lo que le digo”, advierte la mujer como regalo para todos. El milagro gigante está colocado en la Macroplaza de Iztapalapa, una alcaldía al oriente de Ciudad de México, que estos días ha recibido más de 50.000 visitantes en una carpa grande y desangelada. “Llega el niño Dios gigante y pum se disparan las visitas”, dice eufórica Alba Hernández, la encargada de Cultura que enseña en su iPhone el subidón de datos desde que el 22 de diciembre llegara el infante.

No parece lugar para turistas, pero colocado entre algunas flores desperdigadas de Nochebuena, la escultura de resina se ha convertido en una ilusión para vecinos hartos de ómicron y otras noticias catastróficas. Ya los visitó en 2013 y otra en 2019, siempre en Navidad. “Iztapalapa es muy religioso, con mucha población muy católica y creyente. Los vecinos nos lo piden: ‘¿por qué no vino este año el niño Dios?”, dice Hernández sobre la delegación que está en manos de Clara Brugada desde 2018.

Iztapalapa es el México dentro de México. Aquí el fervor por la crucifixión de Cristo en Semana Santa corta todas las calles de una alcaldía de dos millones de personas atiborrada de pobreza y violencia. “Teníamos la muerte de Jesús y ahora han puesto también el nacimiento: me parece muy buena idea, es como cerrar el círculo”, dice entusiasmada Hortensia Moreno, de 68 años.

El niño Dios situado en la Macroplaza de Iztapalapa mide cinco metros y pesa media tonelada.
El niño Dios situado en la Macroplaza de Iztapalapa mide cinco metros y pesa media tonelada.Quetzalli Nicte Ha

La obra salió casi sin querer de una familia local de artesanos. David Gómez Reséndiz, el artífice, se ríe por teléfono al recordarlo: “Quisimos regalar a nuestra abuela una imagen del niño Dios y dijimos ‘¿y si hacemos uno que quepa aquí?”. Aquí es su estudio de trabajo en la Unidad Habitacional Ermita Zaragoza. Tres meses después, los datos del recién nacido fueron los siguientes: cinco metros de largo, dos de ancho y cuatro de alto, media tonelada y un sano esqueleto de acero. Si llega a ser más grande el taller de los Gómez Reséndiz no cabe el niño bajo la lona de la plaza.

En la hazaña colaboraron los cuatro hermanos, el padre, la madre, y otros cinco familiares, entre tíos y primos. Les imbuyó tanto el espíritu de la fe que casi se pierden por el camino: “Descuidamos todo el resto del trabajo, solo estábamos centrados en el niño Dios, nos quedamos sin un peso”. Pero consiguieron que naciera el 24 de diciembre de 2013. “Es el primer niño Dios gigante”, insiste el escultor, “del mundo es el primero más grande”. Marcaron tendencia, cuenta, y otros después replicaron el concepto. Así llegaron luego los de Zacatecas, que son de mayor tamaño pero ya dijeron que los acabados no son tan finos, apunta Gómez en confidencia. “El de Iztapalapa causó sensación y sigue causándola”.

Los visitantes, casi todos del barrio, parecen de acuerdo: “Asombroso y conmovedor”, “majestuoso”, “bien grandote y hermoso”, “se ven bonitos sus ojitos”, “es un motivo de orgullo para Iztapalapa”. Solo los nueve años de Ángel Gael se atreven a decir: “Yo me lo esperaba más supergigante”. También coinciden en la petición al niño: mucha salud lejos de la covid-19, el mismo deseo que hizo hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador en su púlpito lejos de Iztapalapa. Patricia Reyes está convencida de que él, el niño, no el presidente, puede conseguirlo, porque si ella —que es “bien pediche”— tiene saturado al pequeñito que guarda en la sala de su casa, este que es mucho más grande seguro puede con milagros más grandes.

El seis de enero la figura se toma un descanso, y vuelve con ropón y trono incluido para el día de la Candelaria, el 2 de febrero. “Más vestidito está más guapo”, piensa Beatriz Ayala, que ya lo vio en 2019. Pero la ambición de los Gómez Reséndiz va todavía más allá, en una tierra de récords —la más pobre, la más violenta de la capital, pero con la línea de teleférico más larga de Latinoamérica y el mayor número de murales—, los escultores van a por el Guiness. Si la alcaldesa les da permiso ellos ya están convencidos: para la próxima Navidad quieren fabricar el nacimiento completo, crear también a José y María, de 12 y nueve metros. ¿No será mucho? “Es que los de Zacatecas ya son enormes, perdí la cuenta de cuánto medían”, responde el artesano. Al preguntar por la idea a los vecinos, ¿vendrán a verlo al año que viene? La respuesta jovial se repite: “Ahora si que sí, primero Dios”.

La escultura se puede visitar hasta el 6 de enero, pero regresará para el Día de la Candelaria.
La escultura se puede visitar hasta el 6 de enero, pero regresará para el Día de la Candelaria.Quetzalli Nicte Ha

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.

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