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La mañanera, un espacio para todo: López Obrador invita a los sindicalistas de Pemex

El presidente recibirá a los 22 aspirantes a los comicios sindicales en el Palacio Nacional para garantizar la igualdad de oportunidades en el proceso

Carmen Morán Breña
Trabajadores de Pemex
Trabajadores del pozo petrolero Dzimpona, en Tabasco, en marzo de este año.Carlos Cabal (CUARTOSCURO)

Andrés Manuel López Obrador ha invitado esta mañana a los 22 candidatos de Pemex que el 31 de enero se presentan a las elecciones sindicales de la petrolera estatal a que expongan sus programas en el Palacio Nacional a razón de tres minutos cada uno en una de las conferencias matutinas. La fecha tentativa que ha lanzado el presidente para ello ha sido el 15 de enero. Estos comicios, como tantos otros en el ámbito sindical mexicano, están bajo la sospecha permanente de corrupción, a pesar de que en esta ocasión se han articulado medidas para que sean lo más limpios posibles. Una reforma legal inspirada en la negociación colectiva y mecanismos para votar de forma libre y secreta tratan de garantizar la transparencia en la mayor empresa estatal, con cerca de 100.000 empleados. Pero las dudas son muchas.

El presidente ha asegurado que no hay razón para que estas elecciones no den el resultado en las urnas que los trabajadores hayan decidido. “La libertad no se implora, se conquista, y los caciques duran hasta que el pueblo quiere. Además, como decía Hidalgo y repetía Juárez, el pueblo que quiere ser libre, lo será. Agrego: se va a garantizar que las elecciones sean limpias y libres, está en las manos de los trabajadores si quieren mantener el mismo sistema o el cambio. Y nada de excusas, de que es que me amenazaron, o es que ya me llegó un volante en donde dicen que si no voto por Fulano o por Mengano me atenga a las consecuencias, porque todo eso hay, amenazas, intimidaciones”, ha reconocido López Obrador. El Gobierno “va a cuidar ese proceso”, ha garantizado el mandatario.

Pero nada es tan simple en un país donde la vida sindical arrastra por décadas un fuerte lastre de corrupción. La enorme sombra de Carlos Romero Deschamps, el antiguo líder sindical, dos años ya dimitido tras las imputaciones de la Fiscalía, sigue planeando sobre la petrolera. Varios aspirantes se quejaron de haber sido despedidos injustamente para apartarlos del proceso sindical, y los afines a Romero Deschamps se impusieron en las secciones locales, en noviembre, previas a la elección general. Uno de los aspirantes, Fred Navarro, dijo entonces a este periódico: “Te das cuenta de que estás solo contra el monstruo”.

López Obrador ha insistido en que el Gobierno no participará bajo cuerda en estas elecciones, como ha ocurrido tradicionalmente en México, sino que vigilará que el proceso sea democrático. La votación en urna electrónica, es decir, no presencial, ha sido uno de los mecanismos implementados para que los trabajadores se sientan cómodos. A pesar de todo, la Secretaría de Trabajo ha recibido numerosas quejas de trampas en el proceso previo a estas elecciones. Navarro ha sido despedido tras una sospechosa investigación por abandono de labores antes del horario establecido. Llevaba 19 años trabajando en la petrolera.

El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), con sus 89.000 afiliados, ganó en una votación presencial la mitad de las secciones locales, en algunos casos de forma unánime, sin ninguna papeleta a favor de los disidentes del oficialismo. Y algunos aspirantes tuvieron que abandonar la carrera después de que desertara la mayoría de los trabajadores que integraban su lista, decenas de ellos.

El sindicalismo en México es una de las asignaturas pendientes para alcanzar una democracia plena. Durante décadas, la connivencia con el poder político ha sido la tónica de los sindicatos, poderosas maquinarias de trabajadores afiliados obligatoriamente que eran la clave para ganar las elecciones políticas. Miles, millones de acarreados en los mítines y de voluntades compradas para emitir su voto en favor de uno u otro presidente. Así ha sido con los sindicatos más poderosos, como el de maestros o el petrolero, entre otros. Y algunos de sus líderes han acabado procesados por la justicia o en la cárcel cuando el presidente de turno los dejaba caer. Hasta entonces habían atesorado sin control fortunas inauditas, aviones privados, obras de arte y cualquier cosa impensable para un líder sindical.

Romero Deschamps ha sido uno de los caciques que mejor ejemplifican la connivencia político sindical. Durante años compaginaba su cargo en Pemex con un puesto en el Senado o en la Cámara de Diputados por el PRI. Su ostentosa vida está ligada a empresas fantasma en paraísos fiscales y falta absoluta de transparencia con los fondos que recibía el sindicato de la petrolera. Señalado por enriquecimiento ilícito y triangulación de recursos, el poderoso líder está bajo la investigación de la Fiscalía General de la República. Dimitió en 2019, pero en la petrolera quedó su sustituto, Raúl Limón, sobre el que los trabajadores tienen ahora las mismas sospechas de injerencias en los comicios laborales que se avecinan.

Esa es la razón de que el presidente López Obrador se haya comprometido a dejarles un espacio de tres minutos en su mañanera, para que expongan sus ideas, “sin preguntas, para que no se pongan nerviosos” y digan lo que consideren conveniente: huelga en la petrolera, seguir como estaban hasta ahora o abogar por el cambio, lo que quieran. “Esto no va a ser el banquillo de los acusados, será solo para que informen de forma “libre”, porque no todos “tienen dinero para la propaganda”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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