“Colmenares me dijo que él hacía lo que quería con el reglamento de la Auditoría”
Crítico con el auditor jefe, el ya exdirector del área de Cumplimiento Financiero repasa los desencuentros con su superior, el nuevo aeropuerto del PRI y el rumbo de la institución
Inmersa en una nueva crisis tras el escándalo del aeropuerto del PRI en marzo, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) pierde ahora a su virtual número dos, Gerardo Lozano, por desacuerdos con el titular. En verano, el auditor superior, David Colmenares, modificó el reglamento interno del ente fiscalizador, concentrando su mayor poder, el de presentar denuncias, en una sola área. Lozano protestó sin demasiado éxito. “Cuando le pedía revisar los cambios, Colmenares decía que las directrices en la ASF las da él”, explica.
En entrevista con EL PAÍS, Lozano (Ciudad Mante, 1954) analiza la última etapa de desencuentros con Colmenares. El ya exdirector del área de Cumplimiento Financiero de la ASF recuerda además la polémica del aeródromo, el criticado cálculo sobre los costes de cancelación del nuevo aeropuerto de la capital, impulsado por la última administración del PRI. Y comenta su primera polémica, ya hace tres años, por la que le llovieron críticas: la salida de la prestigiosa auditora Muna Dora Buchahín.
Pregunta. Colmenares lo nombra en mayo de 2018. ¿En qué momento empieza su disgusto con él?
Respuesta. El 25 de agosto de este año, cuando se publican las reformas al reglamento interno en el Diario Oficial de la Federación (DOF). Yo supondría que el auditor superior debería haber puesto a mi consideración, como auditor especial, las reformas que se venían. Y eso que yo conocía que se estaban preparando y pregunté, pero no me dejaron saber.
P. Ya explicó en la carta que mandó a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputado sus molestias con los cambios al reglamento, pero, ¿qué es lo más grave?
R. Se desaparece al consejo de dirección, un órgano colegiado de consulta, análisis y acuerdo. Se desaparece también la auditoría interna, área importante porque evalúa el cumplimiento del mandato de la ASF y sus objetivos estratégicos. El auditor interno se enteró de la desaparición de su área el día que se publicó en el Diario Oficial. Es muy grave. Y luego también la eliminación de la facultad de las unidades auditoras para elaborar dictámenes técnicos, base de las denuncias, capacidad que se traspasa a la Auditoría Especial de Seguimiento, un área que no es auditora. Este cambio es trascendental. Ahora resulta que las áreas que hacen auditorías ya no podrán hacer dictámenes técnicos para presentar denuncias. Se está concentrando en el área de seguimiento la facultad de decidir lo que se da por aclarado [esto es, las respuestas de dependencias de Gobierno ante preguntas sobre posibles malos manejas presentadas por la ASF] y sobre lo que se denuncia. Su titular decide. Él concentra todas estas funcionas. Son muchas en una sola persona.
P. Después de publicados los cambios del reglamento en el DOF, ¿habló con Colmenares?
R. El 27 de agosto, viernes, nos juntamos. Y le dije que no estaba de acuerdo. Le pedí que reflexionara y solicité sentarme con sus abogados para platicar con ellos para este tema. Se volvió a tocar en septiembre, octubre. Y la respuesta siempre fue la misma: ‘no voy a modificar el reglamento’. Únicamente decía que la directriz en la ASF la daba él. O sea, que puede hacer lo que quiera con el reglamento, por autonomía de gestión. Es un tema para mí muy delicado. Le toca a la Comisión de Vigilancia [de la Cámara de Diputados] asumir su responsabilidad sobre todo esto.
P. ¿Por qué cree que ahora concentran tantas funciones en el área de seguimiento?
R. No quiero especular. Ahí está la carta que presenté a la Comisión de Vigilancia. Pero hacer una cosa así se presta a que se tomen decisiones de manera arbitraria y con opacidad.
P. Antes de este tuvieron otro encontronazo, a raíz del asunto del aeropuerto. Colmenares ordenó el estudio a un área no especializada en gasto, en vez de a la suya…
R. Creo que no deberíamos de mezclar los temas. El tema del aeropuerto se ventiló. Yo presenté el informe correspondiente y entiendo que está en la página de la auditoria. [Se refiere a un informe publicado sigilosamente en mayo, cuando la tormenta sobre el auditor superior ya había pasado]. No perdamos el norte: el tema ahorita es este del reglamento.
P. Pero la decisión de dedicarle una auditoría de desempeño, y no forense o de cumplimiento financiero, a un tema donde se había señalado corrupción, como el del aeropuerto, revela un poco cómo funciona la ASF, ¿no?
R. Yo diría que mi documento, el informe que presentamos para determinar el coste desde el punto de visa del área de Cumplimiento Financiero, merecía algo más que un tuit. Merecía una explicación. Y se ventiló en un tuit que se subió el 8 de mayo. Ese fue el final del documento. No hubo comunicado ni nada.
P. ¿Qué otros desencuentros han tenido estos años?
R. No querría entrar en otros temas. Querría centrar el tema en el reglamento. Es muy grave. Lo que haya pasado antes del 25 de agosto se vuelve irrelevante. Si no me hubieran quitado las facultades para presentar denuncias, el entregable más grande que tenemos, seguiría. Evidentemente que seguiría, porque hemos avanzado.
No he estado de acuerdo con él en algunas cosas, claro, como la velocidad a la que debíamos presentar denuncias. Para mí, en situaciones en que difícilmente las dependencias de Gobierno nos van a hacer aclaraciones [esto es, explicar qué pasó con equis cantidad de dinero] el dictamen técnico debe prepararse inmediatamente y presentar denuncia sin esperar a que el área de seguimiento diga si las observaciones hechas se aclararon o no. Mi inconformidad aquí con el auditor superior es que teníamos que esperar a que seguimiento solventara aclaraciones. Lo aceptábamos porque sabíamos que tarde o temprano se iban a presentar las denuncias, pero lo retrasaba.
P. De 1998 a 2017, antes de que usted llegara a la ASF, el ente presentó 1.004 denuncias por presuntos malos manejos y solo se consiguieron 22 sentencias. Luego llegaron Colmenares, usted… Y entonces Colmenares dijo, para susto de algunos, que la ASF debía enfocarse en auditorías de desempeño, que se centran en los vicios de los programas de gobierno y no en el gasto público...
R. Lo de las denuncias era un tema que me inquietaba. Lo que hice fue cambiar el proceso para elaborar dictámenes técnicos. Previamente, la dirección que auditaba mandaba dictámenes a la unidad de asuntos jurídicos. Pero modificamos el proceso. Antes de hacer dictámenes a lo loco, nos reuníamos y decidíamos si valía la pena hacerlo. O sea, si es una corruptela clara o no. Luego también pusimos muchos filtros: el área auditora manda el dictamen a especialistas del área forense, luego pasa al área de asesores de Cumplimiento Financiero y luego a mi escritorio. Hemos logrado muy buenos dictámenes, lo ha dicho la fiscal anticorrupción, María de la Luz Mijangos. Es de mi conocimiento que muchos asuntos [denuncias] de los 138 presentados estos años están judicializados.
P. ¿Cómo ve ahora el caso con la exauditora Muna Dora Buchahín? Ella venía de señalar desvíos multimillonarios en secretarías del Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) y ustedes le pidieron que se marchara.
R. No la obligamos a irse. Nadie es dueño de un puesto. Vino una nueva administración y cuando hay nuevas administraciones, el auditor superior decide sus grupos y se le pidió salir. La señora se la ha pasado calumniándome, ya contemplaré qué acciones tomo con mis abogados. Ella está aprovechando el momento. Ahora que le preguntan, no ha tocado el tema del reglamento, se ha enfocado en golpearnos. No tiene ninguna seriedad. En su momento saldré a desmentir cada una de las calumnias que ha vertido en torno a mi persona. Yo soy un hombre íntegro y así me reconocen. Calumniar es muy fácil. Decir que alguien es miserable es muy fácil. Yo no lo hago.
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