El carbón, la válvula de escape de Venezuela a las sanciones de EE UU
Las exportaciones de recursos naturales se convierten en un salvavidas para el chavismo en medio de las sanciones internacionales y dejan un rastro que apunta otra vez a Alex Saab, el supuesto testaferro de Nicolás Maduro, como gran beneficiario
Una de las últimas esperanzas del Gobierno de Nicolás Maduro para eludir el embargo de EE UU estuvo puesta en cientos de miles de toneladas de carbón. Al mismo tiempo que Washington cerraba la puerta del mercado internacional a Petróleos de Venezuela (PDVSA), la principal fuente de divisas extranjeras del país sudamericano, las exportaciones de este mineral se dispararon. Alex Saab, señalado por Washington como uno de los principales testaferros de Maduro, ha emergido como el orquestador de una red diseñada para mover millones de barriles de crudo venezolano por debajo del radar de las sanciones estadounidenses. Ahora, nuevos documentos revisados por EL PAÍS y Armando.info revelan que el círculo del empresario colombiano también ha tenido un papel protagónico detrás del boom de la industria carbonera. La pieza clave es Lorenzo Antonelli, concuñado de Saab y quien recientemente estuvo bajo la lupa de las autoridades de Italia y el Reino Unido.
El vínculo entre ambos empresarios es la modelo Camilla Fabri, pareja de Saab y hermana de la novia de Antonelli. Los nombres de los familiares políticos han salido a la superficie poco después de que EE UU incluyó a Saab en la lista negra del Departamento del Tesoro y lo imputó por lavado de dinero en julio de 2019. Washington acusó al empresario colombiano de operar un fraude multimillonario con las cajas de comida de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que repartían productos de baja calidad y con sobrecostes a la población más vulnerable de Venezuela. Saab fue detenido en Cabo Verde en junio de 2020, señalado por Washington como el gran conseguidor de Maduro. A las puertas de su extradición a EE UU, tras meses de querellas en África, los negocios del chavismo con el colombiano han aflorado con un portafolio que va desde el oro hasta el comercio de lácteos.
El cerco alrededor de Saab y sus colaboradores se ha hecho cada vez más estrecho. En noviembre de 2019, una operación transnacional contra el lavado de dinero terminó con la incautación de un lujoso apartamento a nombre de Fabri en Via Condotti, una exclusiva zona de Roma, valorado en casi cinco millones de euros y el decomiso de unos 1,8 millones de euros adicionales. La Policía comprobó que Fabri tenía autos de alta gama y valiosas obras de arte, pese a no tener ingresos propios que justificaran las compras. Las autoridades italianas encontraron que el dinero venía de Kinlock Investment, una empresa establecida en Reino Unido que era dirigida por Antonelli, informó el diario italiano Corriere della Sera.
Las sospechas sobre el concuñado venían de hace tiempo. Ya desde 2018, Armando.info dio a conocer que Antonelli, apenas con 25 años, estaba detrás de Mibiturven, una empresa mixta entre el Gobierno de Maduro y Marilyns Proje Yatirim, una sociedad con registro turco. El concuñado de Saab es director de Marilyns y señalado como el beneficiario final de la compañía, se lee en las actas del registro comercial. No fue posible contactar a Antonelli para este reportaje.
Desde agosto de 2018, el Gobierno de Maduro emitió un decreto que daba luz verde a la creación de la empresa turco-venezolana, un acrónimo de Minería Binacional Turquía Venezuela, y que otorgaba una concesión para explotar el arco minero del Orinoco: una basta zona rica en metales preciosos de casi 112.000 kilómetros cuadrados al sur del país sudamericano. Ya desde hace tres años, la intención del chavismo era encontrar alternativas en la minería para contrarrestar el cerco estadounidense al petróleo venezolano. La sombra de Saab desde entonces se extendía en esos tratos: el primer director de la compañía en Venezuela fue Adrián Perdomo Mata, exempleado de Saab, y el también colombiano Álvaro Pulido Vargas, socio del primero.
La fórmula turco-venezolana que se selló con Mibiturven se replicó en 2018 para la industria del carbón con una empresa mixta entre la paraestatal venezolana Carbozulia y Glenmore Proje Insaat: Carbones Turquía-Venezuela. Tanto Glenmore como Marilyns tienen sociedades espejo en el Reino Unido, en las que el beneficiario era Antonelli. A pesar de su papel clave en la constitución de las empresas para explotar carbón y oro, Antonelli no tenía ninguna experiencia y era una figura prácticamente desconocida en el sector.
El sector carbonífero, que estuvo prácticamente parado en 2018, resurgió un año después. Justo al paralelo de que EE UU anunció nuevas sanciones contra PDVSA en 2019, las exportaciones de carbón se triplicaron en tan solo un año y superaron las 310.000 toneladas en menos de 12 meses, de acuerdo con estadísticas de comercio de Naciones Unidas. El carbón, que está exento del bloqueo económico de Washington, tuvo como principales destinos Reino Unido, España e Italia y dejó una derrama de 40 millones de dólares para el esquema operado por el círculo de Saab y el Gobierno de Maduro.
Las cifras se dispararon en 2020. A pesar de que el Gobierno de Maduro no ha publicado datos actualizados desde 2013, los países receptores sí dieron cuenta del grueso de las transacciones. Tan solo Reino Unido recibió casi 464.000 toneladas de carbón venezolano, por un valor de 46 millones de dólares, según la ONU. Casi cuatro veces más intercambios en términos de volumen y tres veces más dinero que en 2019. A España pararon 219.600 toneladas del mineral desde Venezuela, por un total de 23 millones de dólares. Sin información oficial sobre las transacciones, en los documentos vistos en conjunto por EL PAÍS y Armando.Info no queda claro si finalmente la estatal Carbozulia se benefició con las ventas de carbón a través del esquema diseñado por Alex Saab.
Diferentes tramas, mismos protagonistas
Para el negocio del carbón la fachada turca fue solo el primer paso. Documentos obtenidos por EL PAÍS y Armando.Info muestran que el negocio también pasó por México e involucró a compañías del joven empresario Joaquín Leal, con quien Saab también manejó desde 2019 y de forma paralela las exportaciones petroleras de la estatal PDVSA con la desconocida Libre Abordo.
México ya había servido de base para los negocios de Alex Saab, al menos, desde 2016. Allí compraron y despacharon miles de cajas CLAP con alimentos de mala calidad para el régimen de Maduro, tras asegurarse millonarios contratos usando firmas de Hong Kong, primero, y luego de Turquía y Emiratos Árabes Unidos. En octubre de 2018 la entonces Procuraduría General de la República en México confirmó las irregularidades en el negocio y abrió una investigación contra varias de esas compañías, que finalmente se libraron con el pago de multas leves. De modo que este precedente no les inhibió a la hora de adoptar México de nuevo como base para su emprendimiento con el petróleo y el carbón venezolanos.
Washington señaló a Saab y a Tareck El Aissami, ministro venezolano de Petróleo, como las cabezas de la red específicamente creada para mover decenas de millones de barriles de crudo al margen del embargo con empresas fachada y transacciones irregulares, que se disfrazaban como ayuda humanitaria. La trama consistía en que Leal y un grupo de empresarios mexicanos, como sucedió con las cajas CLAP, llevaran alimentos y camiones cisterna con agua a Venezuela a cambio de recibir como pago petróleo de PDVSA. El negocio se monetizaba con la reventa de los barriles a refinerías y petroleras en países desde Palestina y Grecia hasta Singapur y China: una vuelta al mundo que ha dejado una estela de cientos de millones de dólares en ganancias y que acabó con la inclusión en junio de 2020 de Leal y sus socios en Libre Abordo en la lista negra del Departamento del Tesoro. Ninguno de los sancionados respondió a múltiples intentos por contactarlos para esta investigación.
El petróleo fue solo una parte de los negocios de Leal en Venezuela. Documentos en poder de EL PAÍS y Armando.info dan cuenta de que Carbozulia puso a disposición del empresario mexicano más de tres millones de toneladas de carbón. Ese solo contrato superaba ampliamente las 80.000 toneladas que en todo 2018 produjo la carbonífera venezolana, según denunciaron en su momento los trabajadores de la compañía. Para cerrar el acuerdo, Leal utilizó Imperium SA DMCC, una empresa establecida en Dubái en 2018 que tenía como accionistas al griego Gyagkos Stylianou y al chipriota Omeros Nishiotis.
Leal utilizó a Suministradora Bennu S.A.P.I de C.V., una empresa a la que asesoró por alrededor de tres años, como consignataria de tres embarques que llegaron a México en 2020 y que rondaban las 90.000 toneladas, lo que colocaría al país norteamericano en el tercer sitio de destinos predilectos del carbón venezolano. Los cargamentos llegaron el 18 de abril, el 7 de mayo y el 2 de junio del año pasado, según un informe interno de Bennu. El plan de Leal, que en múltiples correos y presentaciones corporativas decía que Bennu era de su propiedad, era que la suministradora de electricidad se convirtiera en revendedora de carbón para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y en compradora de crudo y combustóleo de Petróleos Mexicanos (Pemex). Los tratos que buscó el empresario de 29 años con las dos principales empresas energéticas del Gobierno mexicano fracasaron, pese a que su equipo aseguraba en múltiples correos que había logrado vender 120.000 toneladas de carbón a la CFE sin ninguna evidencia de que los acuerdos se concretaran.
Imperium ha sido otro de los comodines en el portafolio de negocios de Leal con Venezuela. Con esa compañía, el equipo del empresario mexicano y Saab gestionaron en mayo del año pasado la llegada al país sudamericano de al menos cinco buques de gasolina iraní, buscó llevar de nueva cuenta alimentos desde México y colocar carbón venezolano en Centroamérica y el Caribe. Las operaciones de Imperium vuelven a conducir a Saab. “No podemos continuar esta cooperación con Alex Sabb [sic]”, se lee en uno de los correos que Ceto Shipping, una naviera liberiana que transportó uno de los embarques desde Irán, envió a Imperium, tras más de 100 días de desacuerdos sobre el pago de sus servicios.
Como consta en cientos de correos electrónicos, el carbón se ofreció a empresas como la singapurense Trafigura, un gigante del comercio de materias primas, o BB Energy, un consorcio libanés que aparece en los Papeles de Panamá por gestionar una offshore panameña que comercializó millones de dólares de petróleo ruso en Latinoamérica durante los años noventa. El equipo de Leal, además, buscó colocar el mineral en Guatemala, Honduras y República Dominicana, pero tampoco hay pruebas de que los tratos se hayan cerrado.
El encargado de hacer las ofertas por el carbón era Alex Rodríguez, que ya desde 2019 trabajaba como trader de Libre Abordo en el negocio del petróleo. Rodríguez utilizaba al menos dos números de teléfono con los que se presentaba como Axel Galit Capriles Hernández, un colaborador de Leal que, además, firmaba los correos intercambiablemente como Axel y Alex. El correo arriba citado de Ceto Shipping, por ejemplo, estaba dirigido a Axel G [Axel Galit]. Capriles, parte de una familia acaudalada de Venezuela y con amplia experiencia en el sector energético, no ha contestado múltiples solicitudes de comentarios para aclarar el uso de ese seudónimo y su sociedad con Leal en Generadora de Electricidad y Gas en México, una empresa registrada en Guanajuato.
Para el carbón, la fórmula era la misma, solo que Rodríguez ahora se presentaba como un bróker de Suministradora Bennu. “Hemos logrado tener acceso a una fuente de carbón de muy alto nivel y quisiera ponernos a su disposición para ofrecerles un primer cargamento de prueba”, se lee en uno de los correos de Rodríguez.
Al ser consultado, Enrique Woodhouse, el propietario de Bennu, comenta que Leal le ofreció que su empresa recibiera el carbón en consignación, importada sin costo desde Venezuela hasta que se pudiera cerrar el trato con CFE. El origen de la mercancía, según los conocimientos de embarque, no era Carbozulia, sino Glenmore, la empresa de Antonelli.
Woodhouse rompió relaciones con Leal cuando supo que había sido boletinado por el Tesoro de EE UU y asegura que el inmenso cargamento permaneció almacenado en el puerto de Altamira, en el golfo de México, antes de regresar a Venezuela. Stylianou, el accionista en Imperium, dijo a Bloomberg que fue contactado para representar legalmente a Imperium, pero que no estaba al tanto de tratos con Irán. “Lo que entiendo es que hay alguien que está utilizando ilegalmente esta compañía para su propio beneficio”, afirmó el abogado griego, sin dar más detalles. Imperium, al no estar a nombre de Leal, eludió las sanciones de EE UU.
Entre mediados de 2019 y mediados de 2020, Leal pasó de ser un joven empresario prácticamente desconocido a uno de los blancos más notorios de Estados Unidos, que sostuvo negociaciones con funcionarios del primer círculo de Maduro. El rastro de sus negocios va desde los bancos estadounidenses y de la city de Londres, pasa por los rascacielos de Dubái, se apoya en buques liberianos y cameruneses, socios rusos, suizos e italianos, refinerías chinas y de Singapur, y empresas offshore en Islas Marshall, Panamá, Malta y Curazao. La lista se extiende por cuatro continentes y una treintena de países. Todo a la sombra del embargo estadounidense a Venezuela.
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