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El nuncio apostólico en México: “López Obrador pidió a la Iglesia que intervenga para resolver la violencia”

Franco Coppola llama a los mexicanos a participar en las elecciones de junio con “responsabilidad y conciencia” y a no vender el voto

Georgina Zerega
Franco Coppola, nuncio apostólico en México, durante una entrevista con EL PAÍS en Ciudad de México el 3 de mayo.
Franco Coppola, nuncio apostólico en México, durante una entrevista con EL PAÍS en Ciudad de México el 3 de mayo.seila montes

El hombre del Papa en México era, hasta hace muy poco, una figura casi desconocida. No participaba en actividades por fuera de su agenda religiosa, ni se posicionaba en el escenario político nacional. Pero el asesinato en marzo de ocho personas —presuntos sicarios— que aparecieron decapitados en el Estado de Michoacán le tocó una fibra sensible. Tras ver las imágenes que le enviaron sus colegas de la zona, el italiano Franco Coppola (Lecce, 64 años) emprendió su primer viaje con tono político. El nuncio apostólico en México puso pie el pasado 23 de abril en Aguililla, un poblado enclavado en la región de Tierra Caliente y asediado por los grupos criminales durante años. “El presidente [Andrés Manuel López Obrador] pidió a la Iglesia católica que intervenga para ayudar con el tema de la violencia”, explica en entrevista con EL PAÍS.

Coppola recibe a este periódico en la Nunciatura, ubicada en uno de los barrios más acomodados del centro urbano de la capital. No le tiene miedo a la covid-19, cuenta, porque ya la pasó casi sin síntomas el año pasado y además fue vacunado en su última visita al Vaticano. Su preocupación ahora está en otro lugar. Lleva meses con una cifra clavada en la mente: vive en un país donde cada día se registra un centenar de homicidios. “Es terrible lo que le pasa, el sufrimiento de la gente es muy grande”, dice.

Llegó a México en 2016, pero recién ahora pegó el salto a la arena política porque en las anteriores Administraciones “mientras menos se hablaba, mejor era”, afirma. El representante diplomático defiende la retórica del actual Gobierno en relación con la de los otros sexenios, especialmente el de Enrique Peña Nieto. “Cuando yo llegué a México el cuento oficial era que esta situación [de la violencia] no existía”, asegura. El cambio sucedió con la victoria de López Obrador en las presidenciales de julio de 2018. Antes de tomar posesión, explica, el líder de Morena escribió una carta al Pontífice pidiendo la ayuda de la institución católica para apaciguar el conflicto. “Para mí fue un avance darse cuenta de que hay un problema, es peor seguir pensando que no lo hay”.

La salida del clóset político por parte de Coppola vino de la mano del obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio, quien le contó, en un encuentro religioso en abril, del asedio que vive la población de Michoacán ante la disputa del crimen organizado por la tierra. Un crudo relato que le sirvió de disparador para ponerse manos a la obra. “El obispo ya había buscado informar al Gobierno federal” sin éxito, cuenta. “Entonces con los contactos que yo tengo se le facilitó un encuentro con la secretaria de Seguridad [Rosa Icela Rodríguez] y se informó al presidente”. Desde entonces, la Iglesia católica ha estado en diálogo continuo con el Ejecutivo. “Ni yo ni la Iglesia podemos cambiar las cosas de hoy a mañana, pero estamos tratando de ayudar a México a salir de esa situación”, dice.

El nuncio apostólico en México, Franco Coppola, visita Aguililla, en Michoacán.
El nuncio apostólico en México, Franco Coppola, visita Aguililla, en Michoacán.Monica Gonzalez (El País)

La salida a una crisis ya arraigada en el país no tiene un camino claro, afirma. Ni siquiera cree que la voluntad del Gobierno baste para afrontarla. “El Estado mexicano ha reconocido que solo no puede, que necesita la ayuda de todos. Y no es suficiente que el presidente diga ‘nos juntamos todos’, la solución se encontrará solo si colaboramos”, agrega. El representante del Vaticano admite, sin embargo, que el contexto actual, a menos de un mes de los mayores comicios de la historia del país, no es el más propicio. “Las elecciones son un momento de división, hasta que no pasen es inútil buscar una acción en conjunto, pero son una oportunidad para que el pueblo se pronuncie y elija buenas autoridades”.

La Iglesia no está afiliada a ningún partido político en México, explica, porque ninguna formación actual representa realmente los valores católicos. El llamado que hace de cara a las elecciones se limita a pedir a los mexicanos que voten con conciencia y responsabilidad. “A veces la pobreza hace que uno venda su voto, eso no tiene que pasar. La gente tiene que saber que el rescate de su país comienza con su voto. Es un momento en el que podemos cambiar la sociedad eligiendo autoridades que nos representen de verdad”.

El Vaticano tiene gran afinidad con López Obrador, asegura Coppola. Y se nota en sus posicionamientos. El diplomático italiano se alinea con el presidente incluso en los temas más polémicos, como el apoyo a Félix Salgado Macedonio, un hombre cercano al mandatario, acusado de violación y abuso sexual. “No hay una sentencia contra él”, defiende. “En un mundo como el de hoy, es muy fácil hoy destruir a una persona, hay que ser cuidadosos. No digo que haya que silenciar o encubrir, pero ser cuidadosos”.

La Iglesia en México ha sido duramente criticada por cómo ha manejado las denuncias de abuso sexual contra sus propios miembros. Y entre las figuras más señaladas por el mal manejo, según las víctimas, está el nuncio. Coppola admite que el problema de la pederastia puede haber alejado a mucha gente de la institución, que ha perdido en el país un 5% de afiliados durante la última década. Pero es no lo único que ha generado rechazo, asegura. “El mundo ha cambiado su forma de comunicar, ha cambiado el lenguaje y los valores. Y la Iglesia no lo ha hecho. Aquí estamos un poco atrasados”, concluye.

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Sobre la firma

Georgina Zerega
Es reportera en la redacción de México y cubre actualmente la cartera de política. También colabora en la cobertura de Argentina, de donde es originariamente. Antes de entrar al periódico, trabajó en radio y televisión en su país natal.

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