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Los argumentos de Sheinbaum se topan con el rechazo de los grupos feministas

Las tensiones y protestas en Ciudad de México exponen la oposición del Gobierno a las movilizaciones de las mujeres

Sonia Corona
Un grupo de mujeres protesta en México, en favor de la despenalización del aborto.
Un grupo de mujeres protesta en México, en favor de la despenalización del aborto.Rebecca Blackwell (AP)

El giro que la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ha dado en las últimas horas hacia el movimiento feminista ha expuesto la oposición del Estado hacia las manifestaciones de este grupo. Sheinbaum aseguró el lunes que la toma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por parte de las manifestantes –desde hace casi un mes– está financiado por empresarios. Ese mismo día hizo un importante despliegue policial durante la marcha para exigir la despenalización del aborto, con lo que se pretendió impedir que un grupo de feministas avanzara al Zócalo de la ciudad. El crisol de las organizaciones feministas ha condenado los dichos y acciones de Sheinbaum, a quien consideraban aliada.

El discurso de Sheinbaum ha sido tomado con reservas por diversos grupos debido a su similitud con el que en las últimas semanas se ha manejado desde Palacio Nacional. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha minimizado las movilizaciones de las feministas que demandan un alto a los feminicidios, asistencia a las víctimas de abusos y medidas para combatir la discriminación por género. “Mezclan demandas justas con intereses de grupos (...) siempre ha existido también en los movimientos gente que está interesada en perjudicarnos”, ha dicho este martes López Obrador sobre las movilizaciones de las mujeres. Para Ana Pecova, directora de la organización Equis Justicia, los señalamientos de Sheinbaum hacia las feministas son “cuerpo y voz para dar justificación al presidente sobre que el movimiento, y la toma de la CNDH, está infiltrada”. Las acusaciones del Gobierno, además, han dejado fuera de la conversación las demandas de los grupos feministas. “Es increíble la cantidad de energía que se está utilizando para decir que el movimiento feminista es corrupto e infiltrado, en lugar de usar esa energía para revisar los temas y los recursos dirigidos desde el Gobierno hacia las mujeres”.

El relato de la jefa de Gobierno de Ciudad de México ha sido confuso. Sheinbaum aseguró que recibió información en sus “videoaudiencias diarias” –en las que atiende los asuntos de la ciudad directamente con sus habitantes– de que la toma de la CNDH estaba “financiada” desde el 6 de septiembre por “una mujer de altos recursos económicos”. Y ha soltado un nombre: Beatriz Gasca. Sheinbaum ha insistido en que la información estaba disponible en redes sociales y en Google. Después relacionó a Gasca con su empleador: la firma GINGroup y el empresario Raúl Beyruti. Para después exponer el historial fiscal de la empresa involucrada en al menos cinco casos de evasión de impuestos. Finalmente, ha dejado a los periodistas la tarea de investigar el asunto, sin aclarar si contaba con elementos para emprender acciones legales. Esta es una estrategia similar a la utilizada por López Obrador para señalar a quienes considera sus adversarios.

El relato de la jefa de Gobierno apunta a una hipótesis arriesgada en la que supuestamente un empresario financiaría a las mujeres para manifestarse. Una premisa que se ha reproducido en varios países, como Estados Unidos, ante el crecimiento de las movilizaciones feministas en los últimos años. “Prevalece un discurso machista en el que se dice que las mujeres no pueden actuar por sí mismas y tampoco pueden encabezar sus causas”, explica la politóloga y especialista en comunicación política, Fernanda Salazar. Varias mujeres consultadas por este diario han confirmado que han participado en la donación de alimentos y dinero en efectivo para el movimiento en las últimas semanas. Erika Martínez, una de las mujeres que permanece en la CNDH, ha explicado a Milenio que Gasca– señalada por Sheinbaum– acudió en varias ocasiones a donar víveres y ropa, como también hicieron otras mujeres.

Beatriz Gasca ha sido suspendida de su empleo, según ha anunciado GINGroup en un comunicado. La empresa, un conglomerado de medios de comunicación y servicios de recursos humanos, tiene entre sus empleados a algunos exfuncionarios. Sheinbaum ha sugerido, sin presentar pruebas, una conexión que iría hasta el Gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto. Una extrabajadora de la compañía ha explicado a EL PAÍS que Gasca, quien estaba al frente de Recursos Humanos, no ha escondido su activismo feminista en el último año. El 8 de marzo organizó a las trabajadoras para formar un contingente para la multitudinaria marcha por el Día de la Mujer. Desde su puesto en la empresa promovió también el paro del 9 de marzo entre sus compañeras. Gasca ha explicado que su trabajo no tiene que ver con sus convicciones, ni con el movimiento feminista en el que participa.

Las movilizaciones de las mujeres han cobrado fuerza en los casi dos años que López Obrador y Sheinbaum han ocupado los cargos públicos que ahora encabezan. La escalada de las protestas se ha intensificado ante los recortes de los presupuestos en programas que respaldaban a mujeres vulnerables. “Tenemos un Estado que ha afectado constantemente y le debe mucho a las mujeres”, añade Pecova. Ante el aumento de los feminicidios –unos 10 casos diarios– y el cierre de albergues que atienden a las víctimas de violencia machista, el presidente López Obrador ha optado por restar importancia a las manifestaciones de las mujeres ante cualquier escenario. “Es invalidar cualquier forma de articulación social que no sea la que el Gobierno encabeza”, señala Salazar. Mientras tanto, las protestas feministas se han expandido ya a otras ciudades del país: Ciudad Juárez, Guanajuato, Morelia, Guadalajara, Querétaro, Puebla.

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Sobre la firma

Sonia Corona
Es la jefa de la redacción de EL PAÍS en México. Cubre temas de Política, Economía, Tecnología y Medio Ambiente. Fue enviada especial para las elecciones presidenciales de 2020 en EE UU. Trabajó en Reforma y El Huffington Post. Es licenciada en Comunicación por la Universidad de las Américas Puebla y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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