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México registra la tasa de mortalidad más alta del mundo entre personal médico a causa de la covid-19

Un informe de Amnistía Internacional basado en datos oficiales muestra que 1.320 médicos y enfermeras fallecieron debido al deficiente material sanitario utilizado y la ausencia de protocolos de protección

Carlos S. Maldonado
Un trabajador sanitario recibe a personas para la prueba rápida de la covid-19, en uno de los nuevos quioscos instalados en Ciudad de México.
Un trabajador sanitario recibe a personas para la prueba rápida de la covid-19, en uno de los nuevos quioscos instalados en Ciudad de México.JOSE PAZOS (EFE)

De los casi 66.000 fallecidos que ha dejado la pandemia de coronavirus en México, al menos 1.320 son trabajadores de la salud que arriesgaron su vida en condiciones muy difíciles para atender a los contagiados por la covid-19, revela un informe publicado este jueves por la organización Amnistía Internacional. El estudio muestra que más de 7.000 trabajadores de la sanidad han muerto desde marzo en el mundo. Después de México, los países que registran los mayores fallecimientos son Estados Unidos (1.077), Reino Unido (649), Brasil (634), Rusia (631), India (573), Sudáfrica (240), Italia (188), Perú (183) y España (63).

“El hecho de que más de 7.000 personas mueran mientras intentan salvar a otras es una crisis de una escala asombrosa. Todas las personas trabajadoras de la salud tienen derecho a estar seguras en el trabajo, es un escándalo que tantos estén pagando el precio final”, alerta Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional. La organización advierte de que las cifras presentadas este jueves probablemente sean muy inferiores a las reales, debido a la ausencia de estadísticas oficiales.

Los datos de Amnistía coinciden con la información que ha presentado la Secretaría de Salud, que a finales de agosto informó que 97.632 trabajadores de los hospitales públicos han contraído el virus y otros 1.320 han fallecido, principalmente de Ciudad de México, el Estado de México, Tabasco, Veracruz, Sonora, Guanajuato, Puebla y Coahuila.

Para realizar la investigación, el organismo se valió del seguimiento que hacen sus equipos de investigadores en los países y territorios donde tienen presencia, incluidas entrevistas con personal sanitario. También utilizaron información publicada en medios de comunicación, así como de asociaciones médicas y sindicatos. “Tras muchos meses de pandemia, las personas trabajadoras de la salud siguen muriendo a un ritmo espantoso en países como México, Brasil y Estados Unidos”, afirma Cockburn.

La situación de México para Amnistía es “sobrecogedora”, ya que en el país se han contagiado 97.632 trabajadores del sistema sanitario. “Se ha informado que las personas encargadas de la limpieza en los hospitales de México son especialmente vulnerables a la infección. Muchas de ellas están subcontratadas, lo que significa que tienen menos protección”, revela el informe del organismo. Con todo, Aministía reconoce el esfuerzo de las autoridades mexicanas, que han intentado llevar un registro detallado de las muertes de personas trabajadoras de la salud, con datos desglosados por edad, género y profesión. “Esta transparencia es esencial y todos los países deberían poner a disposición este tipo de detalles; también puede servir para explicar las inquietantes cifras de México en relación con otros países”, reconoce la organización.

En abril, cuando México aún no había escalado hasta la alerta roja por la crisis del coronavirus, el personal médico realizó protestas y denuncias por las carencias con las que se enfrentaban a la pandemia. “Estamos en una situación vulnerable”, denunció a este diario un enfermero que solicitó guardar el anonimato. Trabaja en la Clínica Número 16 de la Seguridad Social de Torreón. “La clínica no nos abastece de insumos. Por nuestros propios medios compramos cubrebocas, es la única arma que tenemos. No hay batas, no hay guantes, los pocos son para casos de emergencias”, agregó. Armando Rosales, neurocirujano del Hospital General de Zona Número Uno (una entidad afiliada a la seguridad social mexicana), en Zacatecas, en el centro de México, afirmó que las autoridades entregaron a sus colegas lo que considera suministros inútiles frente al virus: batas desechables, gorros “que no sirven para nada” y cubrebocas que no evitan que se pasen las partículas del virus.

Un brote masivo de coronavirus registrado en abril en un hospital público de Monclova (ciudad de 230.000 habitantes localizada en el norte de México) fue una de las primeras alarmas que saltaron entre el personal médico y las autoridades sanitarias. En esa ocasión ingresó un paciente con síntomas que tardó al menos una semana en diagnosticarse. Las autoridades reconocieron que se generó un brote dentro del centro perteneciente al Instituto Mexicano Seguro Social (IMSS) que causó al menos 26 contagios entre el personal, así como la muerte de un doctor por la covid-19. Los trabajadores del centro de salud habían protestado por la falta de materiales, equipo y protección básica para afrontar la epidemia.

En un informe anterior publicado en julio, Amnistía Internacional había denunciado que “en todo el mundo el personal sanitario y los trabajadores y trabajadoras esenciales afrontan enormes dificultades para hacer su trabajo y no cuentan con suficiente protección de los gobiernos y muchos trabajan en entornos peligrosos debido a la escasez de equipos de protección individual (EPI). Además, por exponer problemas de seguridad han sufrido represalias de las autoridades y de sus entidades empleadoras, incluidos despidos y detenciones, y en algunos casos han sido incluso objeto de violencia y estigma por parte de la población”. En este nuevo informe, Steve Cockburn, de Amnistía, exige que “debe haber una cooperación mundial para asegurar que todas las personas trabajadoras de la salud reciban el equipo de protección adecuado, para que puedan continuar su trabajo vital sin arriesgar sus propias vidas”.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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