‘Con las manos en la masa’ | Ensuciándonos con el ‘Baby led weaning’
Este método de alimentación no es ni rápido ni limpio ni demasiado práctico, pero es fascinante ver que tu criatura gana autonomía y se empodera mientras se pringa entera y devora feliz
¿Recuerdas la escena de Ghost donde Demi Moore y Patrick Swayze se ensucian enteros con el barro? Pues eso no es nada en comparación con la explosión de manchas y comida que te quedarán después de probar el Baby led weaning.
Este término inglés tan cool, fashion y amazing es el equivalente de “destete dirigido por el bebé”, “alimentación complementaria” o, siendo sinceros, “que el niño, solo con las manos, destroce lo que hay en el plato, tire el plato al suelo, ...
¿Recuerdas la escena de Ghost donde Demi Moore y Patrick Swayze se ensucian enteros con el barro? Pues eso no es nada en comparación con la explosión de manchas y comida que te quedarán después de probar el Baby led weaning.
Este término inglés tan cool, fashion y amazing es el equivalente de “destete dirigido por el bebé”, “alimentación complementaria” o, siendo sinceros, “que el niño, solo con las manos, destroce lo que hay en el plato, tire el plato al suelo, se llene de mierda hasta las orejas y acabe comiendo algo”.
No es ni rápido ni limpio ni demasiado práctico, pero es fascinante ver que tu criatura gana autonomía y se empodera mientras se pringa entera y devora feliz.
Para criar niños autónomos que coman solos, la etapa del potito de súper o de farmacia nos la podemos saltar o combinar con los meses de menú degustación infantil. Eso sí, antes toca examinar libros de crianza o la típica web maternal para ver qué alimentos puede tomar en cada mes de vida, que aunque el crío tenga dientecillos la pizza aún no vale.
Lo bueno es que esta edad cualquier sabor nuevo les flipa. Tú le das brócoli a un bebé y parece que está en un tres estrellas Michelín. (Disfruta el momento, porque dentro de nada estará protestando por cada plato que no le apetezca.)
A cambio, todo tiene que ser sin sal ni salsas. Si pretendes compartir tu comida con ellos sin cocinar más, prepárate para volver a los sabores primigenios… Cualquier médico te diría que eso es bueno para la hipertensión, pero qué soso está todo...
Los peques aprenden a masticar y a tragar… Y a escupir para no atragantarse. El instinto de supervivencia es innato y fabuloso. Ya vienen programados para que ningún pedazo de comida les cierre los conductos.
Aquí el rol de padres se concreta en preparar trocitos pequeños para que no se ahoguen los niños, pero lo suficientemente grandes o largos para que los puedan agarrar bien. Y sobre todo mantener la calma para vigilarlos durante el proceso sin angustiarte antes de tiempo ni ceder al instinto de meterles el dedo en la boca para sacar el obstáculo, que puede ser peor.
Si te lo miras por la parte positiva, te ahorras el gimnasio. De cada cinco trozos cogidos con el bebé… cinco caerán al suelo. Y entre que te agachas para recogerlo, vas a la cocina a pasarle un agua y vuelves, ya te entrenas para una media maratón. Y si además pretendes que el suelo y la trona te queden impolutos, te tocará dar cera, pulir cera estilo señor Miyagi, que te convalida el kárate.
Como extra, pasamos también a la fase de caca sólida y a veces con tropezones, según cómo mastiquen.
A todo esto, si tenéis perros, estarán más que encantados con el Baby led weaning. Jamás habrán tenido tanto bufé libre a su disposición.
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