Rosana Álvarez, etóloga: “Los niños con fuertes vínculos emocionales con las mascotas muestran niveles más altos de compasión”

La veterinaria y autora de varios libros, como ‘Etología canina’, explica que tener un perro o gato en casa ofrece a los menores la oportunidad de cultivar el sentido de la responsabilidad y la empatía

La interacción con animales hace que los niños comprendan sus necesidades, su salud y la importancia de su bienestar.John Howard (Getty Images)

Tener un animal de compañía en casa no solo es una gran fuente de amor, sino que también tiene múltiples beneficios en la salud física, psicológica, social y emocional de las personas. “Investigaciones como la de Bhatia y Sarma, denominada Impacto de la propiedad y las relaciones de mascotas en la salud y la función psicológica humana [de 2022], confirman que interactuar con animales puede tener efectos positivos como reducir el estrés y mejorar el bienestar general. Para los niños, las mascotas se convierten en grandes compañeros de juego, favorecen el desarrollo personal y emocional y fomentan el ejercicio físico”, explica Rosana Álvarez Bueno (Málaga, 51 años), licenciada en Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los alimentos y acreditada en medicina del comportamiento y etóloga —estudio de la conducta de los animales—. Además, según añade, tener un animal en la familia ofrece al menor la oportunidad de cultivar el sentido de la responsabilidad y la empatía.

La también autora de los libros Etología canina (Amazon Books, 2018) y Etología felina (Amazon Books, 2018), así como coautora de Manejo libre de estrés en la clínica veterinaria (Servet Diseño y Comunicación, 2020), puntualiza que la convivencia con animales tiene un impacto significativo en nuestras vidas, tanto desde una perspectiva evolutiva como de salud, sin olvidarse del compromiso que ello requiere.

PREGUNTA. ¿En qué consiste el trabajo de una etóloga?

RESPUESTA. Soy veterinaria especializada en medicina del comportamiento. Trabajo en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las alteraciones de la conducta. Tradicionalmente, se han tenido en cuenta los problemas de conducta por separado de las condiciones médicas, pero el comportamiento depende directamente del estado de salud del animal y viceversa. Así, la etología es una ciencia muy amplia que se relaciona con muchas otras ciencias y que puede ser trabajada desde muchos ámbitos, siempre científicos.

P. ¿Qué aspectos deben contemplar las familias antes de decidir si adoptan a un animal?

R. El comportamiento, la edad y el tamaño del perro, así como el estilo de vida del cuidador son factores clave. En general, se deberían tener en cuenta, por encima de todo, las necesidades de la especie en cuestión, el tiempo y el espacio disponible, el nivel de compromiso que se puede adoptar, los aspectos económicos, la edad y la condición física de la familia, así como la esperanza de vida de la especie.

P. ¿Cómo deben crear lazos de apego con el animal?

R. El vínculo de apego con la especie humana está más desarrollado y estudiado con los perros, aunque también se estudian actualmente otros vínculos, como los del gato y el cerdito. Procede del vínculo materno-filial, es una relación en la que uno de los individuos representa un efecto de base segura, protección y refugio y el otro muestra una preferencia hacia el cuidador, se estresa cuando desaparece y se conforta cuando se reúnen de nuevo. Esto es lo que hay que promover, comportarnos como una base segura que le acompañe, que pase tiempo de calidad con él, que satisfaga sus necesidades, que sea consistente y previsible y que no le haga daño.

P. ¿Cuáles son las dudas más habituales que le trasladan las familias?

R. El problema real es que no preguntan sus dudas, sino que vienen ya con el problema por no haberlo resuelto antes de que ocurriera. Ojalá las familias acudieran más a consultar dudas antes de decidir compartir su vida con un animal. Como humanos nos movemos más por el capricho y las emociones que por la responsabilidad. Y no es que esté del todo mal, empatizar con un animal que necesita ayuda es bueno, mostrar compasión es una característica admirable. Pero un poquito de responsabilidad nunca está de más.

Para la veterinaria Rosana Álvarez, la convivencia con animales de compañía tiene un impacto significativo en nuestras vidas, en nuestra salud física y mental.

P. ¿Qué se puede hacer si la mascota no se adapta bien a la familia?

R. Ante cualquier signo de cambio se debe acudir al profesional de la salud animal, el veterinario, igual que haríamos con nuestro hijo o hija. Los animales de compañía pueden experimentar problemas de comportamiento y de salud mental que son similares a los que vemos en las personas. Estos problemas están influenciados por muchos factores, incluyendo la genética, su entorno de cría y de vida y las relaciones sociales que tiene.

P. Cuesta entender que una familia sea capaz de abandonar a su mascota…

R. Según el estudio Él nunca lo haría, de la Fundación Affinity, los cuatro motivos principales de abandono en España son las camadas no deseadas, problemas de comportamiento, pérdida de interés por el animal y el fin de la temporada de caza. Son causas muy diferentes y algunas de ellas deberían ser perseguidas y castigadas. Pero en mi experiencia hay situaciones familiares muy difíciles. En este caso no hablamos de abandono, sino de reubicación. Existen problemas que no son tratables dentro de unas circunstancias específicas y sí en otras. Hay familias muy comprometidas que lo dan todo por sus animales, incluso a costa de perder mucho por el camino.

P. ¿Qué debe aprender un niño sobre el cuidado de su mascota?

R. Los menores deben aprender a ser tutores responsables, a cuidar adecuadamente y a ser conscientes de las enfermedades animales. Esto incluye comprender sus necesidades, su salud y la importancia de su bienestar. Los niños y adolescentes con fuertes vínculos emocionales con las mascotas exhiben niveles más altos de compasión hacia ellos mismos y hacia los demás. Además, mejorar los conocimientos de los pequeños, por ejemplo, sobre los perros reduce significativamente el riesgo de agresión.

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