Olga Castanyer, psicóloga: “Si nos duele y bloquea cuando nos culpabilizan o censuran lo que sentimos, ¿por qué lo hacemos con los niños?”
La especialista en autoestima explica en su libro ‘Ni agresivos ni sumisos. Educar en la asertividad y el respeto’ cómo los padres deberían hablar a sus hijos desde la emoción, poniéndose en su lugar y sin desconfiar de ellos
Olga Castanyer (Madrid, 60 años) es licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Comillas, especialista en Psicología Clínica y Psicología Europea, ejerce la psicoterapia en el Centro Sijé de Madrid e imparte regularmente cursos de asertividad, autoestima y habilidades sociales. También es autora de varios libros, entre ellos,...
Olga Castanyer (Madrid, 60 años) es licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Comillas, especialista en Psicología Clínica y Psicología Europea, ejerce la psicoterapia en el Centro Sijé de Madrid e imparte regularmente cursos de asertividad, autoestima y habilidades sociales. También es autora de varios libros, entre ellos, La asertividad, expresión de una sana autoestima (Desclee de Brouwer). En su última obra, Ni agresivos ni sumisos. Educar en la asertividad y el respeto (Grijalbo), Castanyer analiza alternativas para gestionar, desde la familia y la escuela, situaciones conflictivas ejemplificadas en las vivencias de cuatro niños —denominados La Banda del Moco—. Asimismo, en su libro la psicóloga enseña pautas que posibilitan educar en autoestima y asertividad y señala la importancia del ejemplo, el refuerzo, los límites y el amor incondicional de padres a hijos.
PREGUNTA. ¿Cómo se puede educar a los niños para que desarrollen la autoestima de forma sana?
RESPUESTA. Predicando con el ejemplo: tal y como les tratemos, así se tratarán a sí mismos cuando sean adultos. El hecho de comprobar cómo nos tratamos favorecerá que aprendan a tratarse. Además, hemos de trasmitirles a los niños amor incondicional, seguridad, apoyo y reconocimiento de su persona y su valía.
P. La autoafirmación significa expresar las opiniones y quejas. ¿Los niños cuentan con esta habilidad social?
R. El niño pequeño posee una sana predisposición a la autoafirmación, que no es más que un mecanismo de supervivencia para hacerse camino. Es necesario que los padres sepan acoger esa necesidad, escucharla y validarla y poner los límites necesarios cuando haya que ponerlos.
P. ¿Por qué es tan importante el cómo hablar a un hijo o explicarle las cosas?
R. Explicar las cosas, hablar abiertamente de las emociones y de las razones por las cuales hacemos algo es importantísimo. Al explicar a los niños les ayudamos a entender muchas cosas que los adultos damos por sabido, pero que ellos no necesariamente conocen. Más aún, así les mostramos respeto y confianza en lugar de, simplemente, ordenarles algo.
P. Hay señales que como padres no resulta sencillo interpretar y que tienen que ver con las respuestas del sistema nervioso autónomo, como que el niño tire algo al suelo o se niegue a responder a preguntas que se le hagan. ¿Qué está percibiendo en ese momento?
R. Son reacciones del sistema nervioso autónomo frente a estímulos considerados amenazantes. Si el niño reacciona tirando algo o de forma violenta es que se ha asustado o se siente amenazado. Es una reacción de lucha-huida. Lo mismo que no responder. El niño solamente percibirá que se ha sentido asustado y es labor de los padres hablarlo con él y ponerle palabras a su emoción.
P. En su libro expone: “El niño se lleva demasiado de nosotros y no le queda espacio para desarrollarse como persona autónoma”. ¿Podría explicar esta afirmación?
R. Muchas veces cargamos a nuestros hijos con una mochila que es nuestra y no suya. Está hecha de nuestras frustraciones, expectativas, ideales sobre cómo hay que ser... Desde ahí modelamos al niño, sin dejarle desarrollarse de forma independiente.
P. ¿Cómo puede un padre o madre no censurar sentimientos a su hijo ni culpabilizarle de sus actos?
R. Acordándose de sí mismo cuando era pequeño. Poniéndose en el lugar del niño e intentando ver la realidad desde su punto de vista. Y, por supuesto, acordándose de sí mismo como adulto. Si a nosotros nos duele y bloquea cuando nos culpabilizan o censuran lo que sentimos, ¿por qué lo hacemos con nuestros niños?
P. ¿Cuáles son los errores que más cometen los progenitores y educadores al tratar al niño?
R. Los errores más comunes son cuatro. El primero es desconfiar del niño, verlo como que está del otro bando y compite con nosotros. El segundo es olvidarse de que el niño no sabe, le falta experiencia y tiene que aprender. El tercero es usar un lenguaje en el que mezclan la conducta con el ser (“eres…”, “siempre igual...”, “así no te quiero...”). Y el último es que muchos padres basan la educación en la penalización de conductas erróneas o al revés, les sobreprotegen o les permiten hacer todo.
P. ¿Qué importancia tiene escuchar a los hijos?
R. Es vital. Al escuchar al niño le estamos transmitiendo conexión, confianza, respeto, validación. Le enseñaremos que es digno de ser atendido y respetado y, al mismo tiempo, a escucharse y respetarse a sí mismo.
P. En el libro explica que los derechos asertivos son la base del autorrespeto y factor clave de la comunicación asertiva —habilidad para exponer opiniones o comentarios de forma respetuosa, sin que nadie se sienta ofendido—. ¿Los padres deberían ser conscientes de ellos en el día a día de la crianza?
R. Los derechos asertivos son muy necesarios y pueden y han de tenerse en cuenta desde que el niño es muy pequeño. Son una garantía de respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Para ello, un instrumento útil es introducir el término en nuestra comunicación cotidiana. Por ejemplo: “Tienes derecho a que no te guste el fútbol”, “ese niño tiene derecho a no invitarte a su fiesta”, “tu compañera no tiene derecho a quitarte el rotulador a la fuerza”...
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