La tristeza posdestete: una emoción infravalorada que puede sacudir a las madres

Independientemente de que haya sido una decisión elegida o no, dejar la lactancia materna no es fácil, y algunas progenitoras pueden sufrir mucho. Para afrontar esta situación de una forma saludable, lo recomendable es acompañar a las mujeres con información, empatía y respeto

La tristeza posdestete es la emoción que surge de manera esperable y adaptativa ante el cese del proceso de lactancia materna.RyanJLane (Getty Images)

Camila, logopeda de 29 años, todavía se emociona al recordar los días que siguieron al destete de su primer hijo hace tres años: “Recuerdo llegar de la consulta del médico y echarme a llorar en el sofá, me sentí muy sola con mi bebé. Me costó una semana remontar mi estado de ánimo”. Ella vivió lo que se denomina un episodio de tristeza posdestete, un fenómeno recurrente que muchas madres sufren al tomar la decisión de poner fin a la lactancia, pero del que no se habla demasiado.

En el caso de esta madre, dejar de dar el pecho a su hijo a los dos meses surgió por una falta de acompañamiento médico. “Mi bebé no cogía nada de peso, en su segundo mes de vida engordó solo 10 gramos, pero el pediatra nos decía que todo estaba bien, que cada niño tenía su ritmo”, relata esta mujer. “Pero el niño no engordaba, y, finalmente, a los dos meses y medio cambié de doctor. Me dijo alertado que tenía que empezar a darle biberón. No me explicó cómo hacerlo de forma progresiva, simple y llanamente me dijo que parara de dar el pecho”. Ver cómo su hijo fue ganando peso con el cambio de alimentación le ayudó a sentirse mejor, pero, pese al paso del tiempo, permanece en ella el sentimiento de fracaso y el arrepentimiento por no haber tenido quien le acompañara en la lactancia con más empatía y conocimiento.

Una situación que trató de cambiar cuando llegó su segunda hija, con quien pudo recurrir a una matrona formada que la guio para dar el pecho y también la asesoró en el destete. “Cuando terminamos el destete pensamos que las emociones serán todas positivas y es verdad que esto pasa en la mayoría de las madres, pero también nos gustaría avisar que pueden aparecer sentimientos de duelo cuando la lactancia se termina”, se lee en el blog de LacApp, primera app de lactancia diseñada en Barcelona para conseguir que la madre tenga toda la información que necesite. “Conocer los sentimientos habituales que pueden aparecer durante el periodo de destete nos puede ayudar a normalizarlas y poder sobrellevar mejor esta etapa”, continúa el texto, “aun así, si te sientes sobrepasada por estos sentimientos, sería adecuado que buscaras ayuda de una psicóloga especializada que te permita sentirte apoyada en todo el proceso de destete”.

“Amamantar aumenta la oxitocina y la dopamina, ambas hormonas dan bienestar. Por ejemplo, cada vez que el bebé succiona, el cerebro materno genera un montón de oxitocina”, explica Carmela Baeza, médico de familia y coordinadora en Formación de Lactancia y Salud Mental del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. “De ahí que la sensación de pérdida con el destete sea mayor cuanto más pequeño es el bebé, ya que un pequeño de pocas semanas de vida puede llegar a lactar hasta 10 veces al día, cifra que se va reduciendo conforme crece”, añade.

“La tristeza posdestete sería la emoción que surge de manera esperable y adaptativa ante el cese del proceso de lactancia materna. Puede producirse incluso antes de iniciarlo, cuando una mujer empieza a plantearse terminar con la lactancia, en los primeros días o semanas tras el cese, independientemente de que haya sido una decisión elegida o no”, señala la vicepresidenta de la Asociación Española de Psicología Perinatal, Imke Dachs. En cambio, según Dachs, la depresión es un trastorno emocional que presenta un conjunto de síntomas que tienen que estar presentes durante al menos dos semanas, como tristeza permanente, pérdida de interés y baja energía: “Para hablar de depresión posdestete, esos síntomas tendrían que aparecer tras el cese de la lactancia y persistir en ese tiempo”.

Para Baeza, la relación entre depresión posparto y lactancia es muy estrecha: “Algunos autores han visto que cuando una madre desteta a su bebé en los primeros días de vida (o por ejemplo decide no dar el pecho) el cerebro hace una reacción similar a la del duelo. Se cree que esto es porque, para el cerebro mamífero, la única razón por la que una criatura no toma el pecho nada más nacer es porque haya muerto”. “Esto también lo comentan madres que vienen a la consulta”, prosigue Baeza. “Dicen cosas como ‘Si he decidido no dar el pecho a mi bebé porque no me conviene, si estoy tranquila con mi decisión, ¿por qué me siento tan triste?’, o ‘Es como si algo dentro de mí estuviese llorando”, relata la experta. “A las madres que tienen esta sensación les ayuda entender que la parte racional de nuestro cerebro sabe el porqué del destete, pero que a la parte mamífera, profunda, hormonal, le cuesta un poco más aceptarlo”, puntualiza.

Coger en brazos al bebé, comer juntos o jugar, todo ello produce oxitocina y va a mitigar el efecto del destete.Carey Kirkella (Getty Images)

Al proceso biológico que se produce con el fin de la lactancia hay que sumar la situación psicoemocional. Patricia, abogada de 37 años, llegó a la lactancia con pocas expectativas: “Llegué muy liberada, pensaba que si funciona bien y si no, pues también. Pero acabó siendo una experiencia maravillosa que no cambiaría por nada en el mundo”. “Parí a mi hijo por cesárea y estaba muy dolorida, no me podía mover mucho, lo que sí podía hacer, estando tumbada casi todo el tiempo, era darle el pecho a mi bebé con la paciencia y constancia que suele requerir sobre todo al inicio. Y aprendí mucho de mí, de mi hijo, de nuestro vínculo”, cuenta esta mamá primeriza.

Todas las buenas sensaciones que tuvo con la lactancia generaron que el destete se le hiciera bola. Patricia pasó varias semanas triste y con sentimientos de culpabilidad: “Me costaba darle el biberón porque pensaba que lo mejor que le podía dar a mi hijo era mi leche, pero no me lo permitía la vida laboral, tenía que reincorporarme al trabajo a los cinco meses, por lo que decidí hacer una adaptación progresiva desde el cuarto mes del pequeño que, por supuesto, no estuvo exenta de lágrimas”. “Me dejó rota saber que él estaba también sufriendo el destete”, prosigue, “y, además, me sentía mal porque la Organización Mundial de la Salud recomienda dar el pecho durante seis meses, pero la baja de maternidad son solo cuatro. Yo pensé que dejar la lactancia sería una liberación, pero me sentí muy triste”.

Su caso pone en evidencia la dificultad de dejar de dar el pecho por la incorporación al puesto laboral, cuestiones médicas, ideas preconcebidas u otro tipo de presiones del entorno. “Hasta que entendamos como sociedad que la lactancia es mucho más que una opción de alimentación, seguiremos en esta línea de perjudicar a madres y bebés y no podremos brindar el apoyo a las mujeres para que tengan la lactancia que desean de la manera que ellas consideren”, incide Dachs.

La ilustradora María Hesse compartió en su Instagram lo difícil que le resultó la etapa del destete a los 10 meses de su hijo: “Yo ni siquiera quería destetar. Solo quitar las noches porque no podía más. Pero, entre las horas de trabajo y las noches, me quedaba poco tiempo de teta. La producción de la leche bajó y mi hijo fue perdiendo interés”. A ella le ayudó saber que otras madres habían sentido también el duelo que ella vivió al despedirse de la lactancia: “Poco a poco me di cuenta de que el vínculo no se perdía. Que la magia de la teta, que todo lo cura, también la tienen los brazos”.

“Es importante saber que la lactancia no es la única forma de generar oxitocina durante la crianza”, incide Baeza, “y que hay muchas otras estrategias que nos ayudan, como hacer masaje a nuestros bebés y niños, el piel con piel, llevarle en porteo, comer comidas ricas juntos, achucharnos, ir de la mano o dormir una siesta abrazados”. Y sentencia: “Todo esto produce oxitocina y va a mitigar el efecto del destete”.

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