Las izquierdas libran su duelo decisivo el 9-J
Podemos y Sumar miden fuerzas en unas elecciones con una baja movilización y en las que la candidatura de Irene Montero se juega su supervivencia
En la política española, un año es una eternidad. “Podemos trabaja ya para dar a la ciudadanía progresista la noticia que tanto tiempo lleva esperando, que este espacio político se presente unido a las elecciones y salgamos a ganar”. La frase de Ione Belarra, pronunciada con toda solemnidad la misma mañana en la que Pedro Sánchez precipitaba la celebración de las generales, abría ese 29 de mayo una tensa negoci...
En la política española, un año es una eternidad. “Podemos trabaja ya para dar a la ciudadanía progresista la noticia que tanto tiempo lleva esperando, que este espacio político se presente unido a las elecciones y salgamos a ganar”. La frase de Ione Belarra, pronunciada con toda solemnidad la misma mañana en la que Pedro Sánchez precipitaba la celebración de las generales, abría ese 29 de mayo una tensa negociación entre su formación y Sumar. Aquellas conversaciones, iniciadas tras unos resultados desastrosos para los partidos a la izquierda del PSOE en municipales y autonómicas, acabarían alumbrando una coalición histórica de 15 organizaciones que logró el 23-J una representación de 32 diputados en el Congreso, clave para reeditar el Gobierno de coalición.
Doce meses después, el escenario es radicalmente distinto: Podemos está fuera del Ejecutivo, cuenta con cuatro parlamentarios en el Grupo Mixto y las dos fuerzas se presentan por separado a las europeas en una cita que servirá para determinar el peso de cada una en un espacio que lleva años en retroceso, marcado por las disputas internas y la estrategia socialista para reabsorber a una parte de su electorado. El partido fundado por Pablo Iglesias, liderado en estos comicios por la exministra de Igualdad, Irene Montero, vuelve a su origen diez años después —debutó impulsado por el 15-M con cinco eurodiputados en las elecciones de 2014—y fía ahora su supervivencia al 9-J. La plataforma de Yolanda Díaz, que presenta a la exdirectora de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAE) Estrella Galán como cabeza de lista y que cuenta con el respaldo de siete formaciones, quiere dar la batalla en un contexto marcado por una fuerte pelea bipartidista que tiende a invisibilizarlos y defiende que el suyo es un proyecto que aún necesita su despliegue territorial para consolidarse.
A pesar de que el debate público en estas elecciones se centra fundamentalmente en el papel que tendrá la extrema derecha en el Gobierno de la Unión, el analista político Lluís Orriols sostiene que el duelo entre las izquierdas es una de las “principales batallas” de estos comicios en España. “En estas elecciones no se dirime cuántos eurodiputados van a conseguir [Podemos y Sumar], ni si es mejor ir separados o juntos, sino quién se impone al otro como partido referente de ese espacio”, advierte. “La fotografía de los resultados dará información al votante sobre cuál de los dos es viable”, porque a medio plazo “es difícil que quepan ambos”, añade. Si hay un claro vencedor, explica, eso puede ayudar a conformar el espacio. Si, por el contrario, se reparten el voto casi a la mitad, esa imagen “provocará desconcierto” en el electorado. “Un espacio abierto en canal. Por un lado, menguado electoralmente, y por el otro, sin un liderazgo claro al cual atenerse”, afirma.
Aunque Sumar parte favorito en todas las encuestas, algunos sondeos muestran una distancia menor de la que esperaban incluso los propios partidos. El sondeo del 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER otorga a los de Díaz una intención de voto del 5,7% con una horquilla de entre 3 y 4 eurodiputados, mientras que Podemos se quedaría en el 4% y obtendría entre 2 y 3 representantes.
“¿No querían primarias? Pues toma primarias”, comentaba hace unos días sobre esas estimaciones un alto cargo del partido de Belarra, que ha reprochado siempre a Sumar no haber permitido a sus bases elegir las listas en votación. Las dos candidaturas son extremadamente prudentes sobre los datos demoscópicos, y advierten de la baja movilización de la izquierda, con un electorado harto de elecciones —desde mayo del año pasado, han abierto las urnas hasta en seis ocasiones—, conscientes de que un mal dato de participación les penaliza.
Los últimos comicios autonómicos no son nada halagüeños: ambos quedaron fuera en Galicia, Sumar entró por la mínima en Euskadi y retrocedió de ocho a seis escaños en Cataluña, donde Podemos ni siquiera se presentó. Pero en las europeas el voto opera más en clave nacional, sostiene Orriols. El contexto, sin embargo, es otro muy distinto al de 2014, cuando por separado Iglesias obtuvo más de 1,2 millones de votos y la candidatura en la que se integraba Izquierda Unida casi 1,6 millones y seis escaños. Cinco años después, UP bajó casi a la mitad, con seis eurodiputados en total. Según los sondeos, el espacio podría aguantar con resultados similares, pero partido en dos.
Podemos lleva casi un año preparando la candidatura de Montero y muestra cierta resistencia en los actos, con su militancia activada, aunque ellos mismos advierten de que con los suyos no basta. Las alusiones directas a Sumar son escasas, pero su condición de partido opositor les permite cargar día sí y día también contra la “inacción” del Ejecutivo de Sánchez. “Antes teníamos un Gobierno de transformación y ahora tenemos un Gobierno solo de titulares”, repite Montero en sus mítines, en los que además de reivindicar “el ruido”, la causa palestina, la defensa de la paz, el acceso a la vivienda o los derechos feministas se vuelven cuestiones centrales de la campaña.
Tapar las fugas de votos
En lo programático, las diferencias son pocas con Podemos y el reconocimiento del Estado palestino en plena campaña ha supuesto un espaldarazo al socio minoritario de la coalición, que lo llevaba reclamando meses. La candidata de Sumar, que es la menos conocida aunque la mejor valorada, según 40dB., busca confrontar con los socialistas y marcar perfil propio en temas como el pacto migratorio, la malograda Ley del Suelo o la vuelta a las reglas fiscales, que pueden llevar de nuevo a la austeridad en Europa. Con ello, busca combatir la fuga de votos al PSOE que muestran las encuestas. El reto es doble, porque también deben contener a Montero. En privado, dirigentes de la coalición reconocen que responder a Podemos les “daría votos”, pero se resisten a que ese enfrentamiento marque su estrategia. De forma velada, Galán defendió el domingo en Zaragoza el modelo de entendimiento de su coalición, “porque en el aislamiento no hay futuro”.
El número dos de la papeleta de Sumar, Jaume Asens, abogó el lunes por que ambas fuerzas se “reagrupen” en el futuro, pero Montero cerró esa puerta este miércoles en una rueda de prensa organizada por la agencia Efe: “Hemos pasado página”. Tampoco en la dirección de la plataforma de Díaz hay ningún interés en dar alas a ese debate, y menos en una campaña en la que prefieren poner el foco en sus políticas, no en el lío interno. Este miércoles, desde el Museo de la Paz de Gernika, Galán volvió a distanciarse de los socialistas en otro de los asuntos que ha enfrentado esta semana al Gobierno. “La ayuda a Ucrania no puede servir para fomentar una escalada belicista al servicio de los intereses de la industria militar (...) no es nuestro camino”, señaló para evidenciar el enfado de Sumar con la aprobación de la última partida para envío de armamento a Kiev. Una cuestión sobre la que Podemos también discrepa.