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El doble papel de Marco Rubio: halcón en Venezuela, paloma en Ucrania

El jefe de la diplomacia de EE UU, hombre clave en los dos grandes frentes internacionales de su país, lidera la línea más dura contra el chavismo mientras rebaja las tesis prorrusas en las negociaciones con Kiev

“Cuando tengo un problema, Marco lo soluciona”, presume Donald Trump sobre su secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional. Esta semana, Marco Rubio pone a prueba esa reputación. Es el hombre clave en los dos grandes frentes internacionales que tiene abiertos Estados Unidos, y con dos papeles muy diferentes: en las negociaciones sobre la guerra en Ucrania se hizo con las riendas para equilibrar una propuesta inicial claramente prorrusa y ...

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“Cuando tengo un problema, Marco lo soluciona”, presume Donald Trump sobre su secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional. Esta semana, Marco Rubio pone a prueba esa reputación. Es el hombre clave en los dos grandes frentes internacionales que tiene abiertos Estados Unidos, y con dos papeles muy diferentes: en las negociaciones sobre la guerra en Ucrania se hizo con las riendas para equilibrar una propuesta inicial claramente prorrusa y tratar de sacar adelante un plan de paz aceptable en Kiev; en el pulso con Venezuela, es uno de los motores de la política de máxima presión hacia Nicolás Maduro.

Es una situación con recompensas evidentes. De tener éxito en ambos frentes, el camaleónico jefe de la diplomacia estadounidense, que ha sabido canalizar y adaptarse a las posiciones de su jefe —aun en contradicción con las ideas que abrazó en su etapa en el Senado—, bruñiría sus credenciales ante el presidente, gran admirador de las personas resolutivas. Trump ya ha mencionado su nombre, junto al del vicepresidente J. D. Vance, como posibles sucesores a partir de 2028. Evitar un plan de paz para Ucrania al dictado ruso también le haría ganar el agradecimiento de los socios europeos.

Pero al mismo tiempo, el cubano-estadounidense afronta el riesgo de un enfrentamiento con las bases trumpistas del movimiento MAGA, contrarias al intervencionismo en el exterior. Estas verían con furia la posibilidad de que se alargara la guerra en el este de Europa. Y, mucho peor, que el duelo en Venezuela se transformase en uno de los “conflictos eternos” que en su campaña electoral Trump prometió evitar.

Las distintas posiciones no se ciñen solo a las bases. También al Partido Republicano y al propio equipo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca. Vance —con quien Rubio mantiene una excelente relación personal— ha sido un enérgico defensor de la propuesta prorrusa de paz para Ucrania. Uno de los grandes aliados del vicepresidente, el secretario del ejército Dan Driscoll —que la semana pasada en Kiev trató de forzar la aquiescencia del presidente Volodímir Zelenski al plan de 28 puntos— negociaba este martes en Abu Dabi con representantes rusos y ucranios, y próximamente volverá tratar con los ucranios. Este lunes, Vance arremetió en redes sociales contra los legisladores republicanos que criticaron aquella propuesta, que inicialmente contemplaba que Ucrania cediera territorios bajo su control a Rusia y redujera drásticamente su ejército.

Por el momento, Rubio se ha apuntado un tanto gracias a la reunión en Ginebra entre una delegación encabezada por él y una misión ucrania respaldada por los europeos. “A lo largo de la última semana, Estados Unidos ha logrado enormes progresos hacia un acuerdo de paz al sentar a Ucrania y Rusia a la mesa de negociaciones. Aún quedan algunos detalles delicados, pero no imposibles, por solucionar y que requerirán más conversaciones entre Ucrania y Rusia”, ha escrito este martes la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Trump, a su vez, añadió durante la ceremonia anual de indulto del pavo previo al Día de Acción de Gracias este jueves: “Estamos muy cerca de un acuerdo”. El presidente ha anunciado que su enviado especial, Steve Witkoff, viajará a Moscú para reunirse con Vladimir Putin.

Era una postura muy diferente a la del principio del fin de semana, cuando el presidente advirtió de que a Zelenski “tendría que gustarle” —y aceptar antes de este jueves— el plan de paz gestado aparentemente tras una reunión en Miami entre el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff; el yerno de Trump, Jared Kushner, y Kiril Dimitriev, hombre de confianza del ruso Vladímir Putin. Ahora, la propuesta se ha reducido a 19 puntos; se han eliminado las concesiones territoriales y se ha modificado el lenguaje que vetaba a Kiev la entrada en la OTAN. Los puntos más espinosos, como apuntó Leavitt, quedan para negociaciones posteriores. El ultimátum del jueves ha desaparecido.

Flexibilidad en las conversaciones

El responsable de este giro ha sido Rubio. El jefe de la diplomacia estadounidense viajó a Ginebra para ponerse al frente de las conversaciones del domingo con los ucranios y los aliados europeos. Su incorporación introdujo una nueva flexibilidad a las conversaciones. La propuesta sobre la mesa, según la describió él mismo, es “un documento vivo, que respira” y, por tanto, alterable.

“Rubio entiende mejor que muchos otros en esta Administración —ninguno de los cuales son expertos en Ucrania, y de los que muy pocos conocen nada de Rusia más allá de los tópicos— que incluso en la difícil situación en que está Ucrania, simplemente no hay modo de que el Gobierno ucranio pueda firmar la capitulación”, ha declarado un alto cargo europeo al digital Politico.

Rubio, un halcón hacia Moscú durante su etapa como senador, ya había intervenido en otras ocasiones para corregir posiciones prorrusas de Trump y sus asesores. Fue tras su conversación con el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, cuando el presidente estadounidense anunció la cancelación de la cumbre que tenía prevista con Putin en Budapest. En agosto, avisó de que las perspectivas de paz eran “aún muy distantes” tras la reunión de agosto en Alaska entre Trump y Putin.

Tensión en Venezuela

Ya de regreso en Washington, y con un ojo en lo que ocurra en las negociaciones en Abu Dabi, Rubio tendrá la atención fijada esta semana en el otro gran foco de la política exterior estadounidense: la situación en torno a Venezuela, donde el lunes entró en vigor la designación como organización terrorista extranjera del Cartel de los Soles, la denominación para referirse al conjunto de altos cargos con vínculos con el narcotráfico en el país sudamericano. Washington acusa a Maduro de liderar ese cartel.

El secretario de Estado, que siempre ha sido partidario de forzar la caída del chavismo, ha sido uno de los grandes artífices de la agresiva estrategia estadounidense, que mantiene un enorme despliegue de poderío militar en las aguas internacionales del Caribe con el argumento de luchar contra el narcotráfico. Rubio ya presionó a Trump en el primer mandato para forzar un cambio de régimen en beneficio del opositor Juan Guaidó.

Rubio abogó por la necesidad de un cambio de régimen en los primeros meses de esta Administración Trump, con el argumento inicial de la situación de los derechos humanos y el fraude en las elecciones. Sin gran éxito, inicialmente. Pero tras hacerse cargo del Consejo de Seguridad Nacional, presentó un nuevo argumento: que Maduro es un líder del narcoterrorismo, imputado por el Departamento de Justicia por supuesto tráfico de cocaína en 2020, durante el primer mandato del republicano.

El antiguo senador por Florida desbancó con su mano dura hacia Maduro al enviado especial para Venezuela, Richard Grenell, partidario de negociaciones con Caracas que abrieran la puerta del petróleo de ese país a las corporaciones estadounidenses. Grenell estuvo en contacto con el régimen chavista durante los primeros meses de mandato de Trump y llegó a viajar allí en una negociación que arrojó la liberación de presos estadounidenses y el visto bueno de Caracas para recibir a nacionales deportados desde EE UU.

En los últimos días, mientras Washington mantiene su pulso con Maduro y continúa con sus preparativos militares, Trump ha coqueteado con la vía diplomática como solución. El digital Axios —el mismo que filtró el plan inicial para Ucrania— asegura que el republicano pretende una conversación directa con el venezolano.

Rubio se juega mucho con lo que ocurra, tanto si Trump acaba optando por algún tipo de acción militar como por el diálogo. Si Maduro continúa en el poder, el venezolano podría ufanarse de haber vencido dos veces a la Administración republicana, tras el fiasco del primer mandato. Y el respaldo que el exsenador recibe entre los exiliados latinoamericanos, especialmente en Florida, podría sufrir un duro golpe. Pero si el líder chavista cae, el país sudamericano podría verse en una situación de inestabilidad aún más peligrosa.

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