El mal hábito de Trump: insulta a mujeres y periodistas que le critican
El “Cállate, cerdita” es el último de una larga lista de improperios machistas del presidente estadounidense contra reporteras y políticas
Un repaso a la hemeroteca basta para comprender la compleja relación que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mantiene con las mujeres. Las insulta, humilla y ofende en cuanto le llevan la contraria. Descarado, abiertamente machista y faltón, el enésimo caso en el que Trump ha ofendido a una mujer se ha producido esta semana cuando el republicano agravió a una periodista de Bloomberg que le preguntaba por su relación con el pederasta fallecido Jeffrey Epstein. “Calla, cerdita”, le espetó el mandatario estadounidense el viernes por la noche cuando viajaba en el Air Force One con destino a Mar-a-Lago, donde se escapa los fines de semana.
Hay un rastro público vergonzante del menosprecio y actitudes sexistas de Trump hacia las mujeres. Este martes amenazó a una periodista de ABC News con quitarle la licencia de televisión a la cadena para la que trabaja tras formularle una pregunta sobre su relación con Epstein. “No me gusta tu actitud”, le recriminó el presidente. “Deberías volver a estudiar periodismo”, agregó un molesto Trump en La Casa Blanca, donde estaba reunido con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salmán.
Los insultos de Trump provocaron una rápida reacción en redes sociales, que se llenaron de memes caricaturizando al republicano. El presidente recibió además varias críticas de miembros del partido demócrata por menospreciar a las mujeres y periodistas, que solo hacen su trabajo formulando preguntas.
Los menosprecios de Trump a las mujeres son frecuentes. Si además son políticas o periodistas aún más. El magnate neoyorquino acostumbra a regañar a los miembros de los medios de comunicación que le ponen en aprietos con sus preguntas. Hace un par de meses reprendió a un periodista australiano que le preguntaba por sus negocios. “Cállate”, le gritó de malos modos. “Estás dañando a Australia ahora mismo (...) tu país se quiere llevar bien conmigo, tu líder vendrá a verme muy pronto y le diré que haces preguntas en un muy mal tono”, le amenazó.
El inquilino del Despacho Oval acostumbra a amenazar a los medios de comunicación críticos con su política o su gestión. Ha demandado a ABC, a la CNN, ganó un pleito contra la cadena CBS tras denunciarla por la edición de una entrevista y amenaza con llevar a los tribunales a la BBC por responsabilizarlo de los asaltos al Capitolio de enero de 2021. También ha denunciado a periódicos y webs informativas estadounidenses.
“Trump se concentra en insultar a las mujeres más que a los hombres. Y estos menosprecios siempre tienen que ver con su apariencia. Son insultos que consideramos que tienen que ver con el género de las mujeres”, señala por teléfono a EL PAÍS Elisa Lees Muñoz, directora ejecutiva de La Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF, en sus siglas en inglés). “Él sabe qué sucede cuando un hombre en el poder insulta a una mujer periodista. Es el principio de una secuencia cuyas palabras tiene consecuencias. E invita a muchísimos otros hombres a que empiecen una escalada de ese mismo insulto contra las mujeres”, apostilla.
“Ellos saben muy bien lo que hacen cuando empiezan este tipo de comportamientos. No es solo para frenar a la mujer en ese instante, es para dejar muy claro a todas las demás lo que va a caerles encima si les molestan”, añade Lees, que denuncia el retroceso democrático que vive la sociedad. “Nadie quiere asomar la cabeza para decir lo que es verdad y lo que está bien o no porque temen ponerse a sí mismos en el foco”.
“Aunque los insultos puedan parecer inofensivos, cuando provienen del jefe de nuestro Gobierno, a menudo desencadenan un torrente de abusos hacia el periodista”, afirma la experta.
Aunque Trump no se reserva los insultos solo para las mujeres, sí que los utiliza con más prodigalidad con ellas. Hace unas semanas cargó contra la congresista demócrata Alexandra Ocasio-Cortez. “AOC (el acrónimo de la dirigente socialista) tiene un coeficiente intelectual bajo”, dijo como si nada el político que hizo fortuna especulando en el salvaje mundo inmobiliario de Nueva York. A Nancy Pelosi, la primera mujer en convertirse en presidenta de la Cámara de Representantes, la calificó como “una mujer malvada”, cuando hace dos semanas se le preguntó por la decisión de la demócrata de jubilarse tras 40 años en la arena política. Un año antes le soltó: “Se ha vuelto contra él como un perro. Está más loca que una cabra“.
El descaro y la incontinencia verbal de Trump con las mujeres contrasta con la frialdad que mantiene con su esposa Melania Trump o la distante relación que se le atribuye con su madre, Mary Anne MacLeod Trump, una inmigrante escocesa. Ella enfermó cuando el actual presidente de los Estados Unidos era un niño, por lo que no pudo ocuparse de su educación durante unos años. Hija de un pescador escocés que viajó a Estados Unidos con 18 años para trabajar como empleada del hogar, su madre es de las pocas mujeres a las que Trump reconoce admirar. Era “una gran persona, cálida, cariñosa, inteligente y capaz de ser firme cuando era necesario”, dijo Trump en un video publicado en 2018 con motivo del Día de la Madre.
Más allá de esas palabras, en las innumerables intervenciones de Trump abundan más los desprecios a las mujeres que las alabanzas. Hace tan solo un año, durante las elecciones presidenciales en las que se enfrentó con la candidata demócrata Kamala Harris dijo: “Kamala tiene una discapacidad mental”. En otro momento de la campaña aseguró: “Kamala la mentirosa, a quien se le está desenmascarando como una tonta cada vez que hace un programa”.
El republicano tampoco se contuvo al cargar contra las presentadoras de The View, Sunny Hostin y la actriz Whoopi Goldberg, a las que insultó sin tapujos. “Qué mujer más tonta. Lo siento. Lo siento, mujeres, es una tonta”, dijo de Hostin. “Era tan sucia, repugnante. Era tan sucia. Cada palabra que decía era sucia, repugnante. ¡Qué perdedora es!“, denostó a la intérprete.