La visita de Starmer a Washington deja una vaga promesa de acuerdo comercial con EE UU sin resultados sobre Ucrania

El primer ministro británico regresa a Londres con la expectativa de salvar al Reino Unido de la guerra comercial que ha desatado Trump contra el resto de Europa

Keir Starmer y Donald Trump, este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca.Kevin Lamarque (REUTERS)

A primera vista, el viaje de Keir Starmer a Washington ha sido un éxito diplomático. Donald Trump se ha referido a él como “todo un caballero” y como “un hombre muy especial”. El primer ministro británico entregó al presidente estadounidense, ante las cámaras, una carta del rey Carlos III en la que le invita a una visita de Estado. “Algo realmente especial, nunca antes ha ocurrido. No tiene precedentes”, explicó Starmer mientras agarraba del...

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A primera vista, el viaje de Keir Starmer a Washington ha sido un éxito diplomático. Donald Trump se ha referido a él como “todo un caballero” y como “un hombre muy especial”. El primer ministro británico entregó al presidente estadounidense, ante las cámaras, una carta del rey Carlos III en la que le invita a una visita de Estado. “Algo realmente especial, nunca antes ha ocurrido. No tiene precedentes”, explicó Starmer mientras agarraba del hombro a Trump, que apenas disimuló su satisfacción: era el primer jefe de Estado en ser invitado oficialmente dos veces a la corte de St. James.

El gesto fue correspondido con el anuncio que mejor podía sonar a oídos del británico: la sugerencia de un posible acuerdo comercial entre Washington y Londres que excluyera al Reino Unido de la imposición de aranceles con que Trump ha amenazado a la UE y a otros países. “Se lo ha trabajado duro. Lo que sea que le paguen allí [como primer ministro del Reino Unido], se lo ha ganado”, bromeó el estadounidense para regocijo de Starmer. “Creo que hay una buena oportunidad de que estos dos grandes países, estos dos amigos, puedan cerrar un acuerdo comercial donde los aranceles ya no sean necesarios. Veremos”, dijo.

El político laborista logró arrancar por primera vez de un inquilino de la Casa Blanca la posibilidad de un pacto económico bilateral. La promesa nunca cumplida, el sueño frustrado de todos aquellos impulsores del Brexit, como el ex primer ministro Boris Johnson, que aseguraban que un acuerdo así compensaría con creces el abandono del mercado interior de la UE.

La paradoja de todo este episodio es que Trump atribuía precisamente al Brexit la posibilidad de que Londres se salvara de la guerra comercial: “Creo que aquella fue la decisión acertada, y se comprobará en los siglos venideros. Yo predije que iba a ocurrir”, presumía ante un Starmer que, en aquella época, era un furibundo defensor de la permanencia del Reino Unido en la UE.

Buenas palabras, resultados escasos

El balance real del encuentro entre el británico y el estadounidense, que la prensa del Reino Unido llevaba días anticipando como el “más trascendental” entre un primer ministro y un presidente desde la II Guerra Mundial, es más bien escaso. Starmer, que ha convocado en Londres para este domingo a 18 líderes europeos —entre ellos el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez—, abandonó Washington sin obtener de Trump la garantía de seguridad que permitiría a Ucrania firmar una paz con Rusia con la tranquilidad de que no habría futuras invasiones.

Y respecto al supuesto acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido, Trump lo dejó de momento en buenas palabras. Los negociadores británicos que han perseguido durante años un hipotético tratado de libre comercio saben que el camino está lleno de obstáculos casi insalvables. Por ejemplo, convencer a la ciudadanía para que acepte los productos agrícolas y ganaderos de EE UU tratados genéticamente.

A cambio de suspirar tranquilo, de preservar la supuesta “relación especial” entre los dos países y de llevarse una palmada en el hombro por parte de Trump, Starmer se ha arriesgado a levantar recelos en las capitales europeas, justo cuando perseguía un reinicio de las relaciones con la UE después de años de tensión y polémica por culpa del Brexit.

El objetivo prioritario del viaje era transmitir al presidente estadounidense una respuesta coordinada del Reino Unido y de la UE respecto a Ucrania. El resultado más aclamado del encuentro ha sido el de que el Gobierno británico pueda ser el único en salvarse de los hipotéticos aranceles de Trump. Entre algunos analistas políticos cunde ya la sospecha de que la Casa Blanca ha intentado, a base de elogios, separar de nuevo los dos lados del canal de la Mancha.

“El primer ministro ha logrado mantener el equilibrio al caminar por la red”, ha escrito en el diario The Guardian Stella Creasy, la diputada laborista que mantiene la bandera del europeísmo en su partido al frente del Labour Movement for Europe (Movimiento Laborista por Europa). “Desde asuntos de inteligencia a todo lo referente al armamento nuclear, el aparato de seguridad nacional del Reino Unido está muy vinculado a Estados Unidos. Pero el volumen de nuestros intercambios comerciales con Europa supera en importancia con creces a toda la histeria generada en torno a un hipotético acuerdo comercial con Washington que supondría años de negociaciones”, advierte.

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