Starmer rompe el aislamiento británico del Brexit y se reúne con el Consejo Europeo

El líder laborista es el primer jefe de Gobierno británico que acude en el último lustro a una reunión de líderes. Londres y Bruselas analizan apuntalar una mayor cooperación en defensa

Keir Starmer y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, el pasado 25 de septiembre.Foto: Leon Neal (via REUTERS) | Vídeo: Reuters

Keir Starmer interpretará este lunes, a su pesar, el papel de hijo pródigo de la Unión Europea. Por primera vez en cinco años, el tiempo pasado desde que el Brexit entró en vigor, un primer ministro del Reino Unido acude como invitado a una reunión del Consejo Europeo. Será una cena informal, en el palacio de Egmont de Bruselas (también conocido como Palacio de Arenberg), donde el primer ministro conservador, Edward Heath, firmó en 1972 el tratado de adhesión de su país a la llamada entonce...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Keir Starmer interpretará este lunes, a su pesar, el papel de hijo pródigo de la Unión Europea. Por primera vez en cinco años, el tiempo pasado desde que el Brexit entró en vigor, un primer ministro del Reino Unido acude como invitado a una reunión del Consejo Europeo. Será una cena informal, en el palacio de Egmont de Bruselas (también conocido como Palacio de Arenberg), donde el primer ministro conservador, Edward Heath, firmó en 1972 el tratado de adhesión de su país a la llamada entonces Comunidad Económica Europea. Ese es el lugar elegido por el presidente del Consejo Europeo, António Costa, para un “retiro” de líderes inédito para debatir sobre la defensa europea en un momento clave para el Viejo Continente.

El dirigente laborista quiere centrar su visita a la capital comunitaria en asuntos de seguridad y defensa. Es, aunque el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca lo marca todo, el único punto en la agenda de los líderes de los 27 Estados miembros de la UE que, en su “retiro”, también recibirán al secretario general de la OTAN, Mark Rutte. La Unión cree que la colaboración con el Reino Unido —otro de los aliados clave para el apoyo a Ucrania que también es, además, miembro de la Alianza— es esencial. Starmer persigue un refuerzo de la cooperación militar entre Londres y Bruselas y planea pedir a los socios comunitarios una nueva ronda de sanciones contra Vladímir Putin, para afianzar el respaldo a Ucrania, así como un aumento de las ayudas económicas y militares para Kiev. La UE prepara ya su paquete número 16 de represalias contra el Kremlin y su órbita por la invasión a gran escala.

Pero el buen entendimiento en materia de defensa entre Londres y Bruselas no se discute. El mayor simbolismo de la presencia de Starmer en la reunión es político y económico. Las amenazas de una guerra comercial desatada por Donald Trump sitúan al Reino Unido en tierra de nadie. Y mientras el primer ministro británico hace equilibrismos para no despertar al león estadounidense, con quien desea mantener la sempiterna “relación especial” británico-estadounidense, también es plenamente consciente de que su Gobierno necesita un mayor acercamiento a la UE, su principal socio comercial y su “destino político” (como recuerda estos días el sociólogo y politólogo John Curtice), para no enfrentar en soledad la era incierta que se abre.

El presidente Trump ha indicado que el Reino Unido podría salvarse de la batería de aranceles que su administración pretende aplicar a los productos de la UE. “El Reino Unido también está fuera de lugar [en su trato a las exportaciones estadounidenses], pero la que lo está realmente es la Unión Europea. En el caso del Reino Unido, creo que el problema podría solucionarse (...) El primer ministro Starmer es un tipo majo, hemos tenido un par de encuentros y nos llevamos bien. Veremos si podemos equilibrar nuestras respectivas balanzas de pagos”, ha añadido Trump en la madrugada de este lunes en unas declaraciones en la base aérea de Andrews.

El dilema entre Washington y Bruselas

El Gobierno de Starmer es consciente de que las palabras de Trump tienen mucho de canto de sirena. Una mayor flexibilidad a la hora de permitir la entrada de productos estadounidenses al mercado británico, especialmente agrícolas y ganaderos, supondría de inmediato una mayor desalineación con las normas y estándares de la UE.

El primer ministro británico prometió al inicio de su mandato, el pasado julio, un “reinicio” de las relaciones con la UE, después de años de agrias polémicas entre Londres y Bruselas a cuenta de las negociaciones del Brexit. Starmer anuncia el mes de abril como el inicio de una ambiciosa negociación entre el Reino Unido y la UE para estrechar lazos en materia comercial y de defensa.

“Cualquiera de las dos relaciones [con EEUU y con la UE] es muy importante para nosotros. No vamos a elegir una sobre la otra”, ha dicho Starmer en Bruselas, al ser preguntado si podía suavizar su acercamiento a Bruselas para tener contento a Trump.

Pero, al mismo tiempo, el político laborista teme la constante amenaza de la derecha populista británica, e incluso de despertar la ira de aquellos votantes laboristas que han vuelto al redil, pero votaron a favor del Brexit en su día, y no quieren escuchar nada relativo a un nuevo acercamiento a la UE.

Downing Street ha rechazado hasta ahora los intentos de Bruselas de impulsar un nuevo Esquema de Movilidad Juvenil, que permitiría a los menores de 30 años a ambos lados del canal de la Mancha realizar intercambios laborales o académicos con un tiempo limitado. La propuesta trae a la memoria de muchos la libertad de movimiento de personas de la que gozaba el Reino Unido cuando formaba parte de la UE, una de las razones que movilizó el voto a favor del Brexit.

Y el Gobierno laborista no se harta de repetir que la salida de la UE es un hecho consumado, y que nunca habrá un regreso del Reino Unido al Mercado Interior o al espacio aduanero comunitario. Pero el Brexit es una herida que no ha terminado de cerrar, y que requiere de gestos políticos para ser cauterizada. El diario The Times avanzaba este lunes que el presidente francés, Emmanuel Macron, será muy claro con Starmer y le recordará que aquella aventura fue un fracaso, como se ha podido comprobar cinco años después.

Si Starmer quiere recuperar la protección y la colaboración de la UE, deberá entender, como ocurrió durante las negociaciones del Brexit, que no puede elegir alternativas a su conveniencia. Bruselas reclamará a Londres que ofrezca gestos de buena voluntad, como una mayor flexibilidad respecto a la movilidad juvenil o una mayor concesión de derechos de pesca en sus aguas a las flotas comunitarias.

Más información

Archivado En