Los ‘pupilos’ europeos de Trump aguardan con optimismo su desembarco en Washington

París, Berlín y Bruselas ven con temor los primeros pasos del republicano, que amenaza con una escalada arancelaria, mientras que sus aliados en la UE aplauden sus ideas sobre migración o geopolítica

Giorgia Meloni y Viktor Orbán, el pasado junio en Bruselas.Foto: Johanna Geron | Vídeo: EPV

El mundo en el que Donald Trump inicia su presidencia este lunes no es el mismo que le vio ganar las elecciones estadounidenses en 2016. Ni el que le vio salir de la Casa Blanca en 2021. Europa, donde Rusia libra su guerra a gran escala contra Ucrania desde hace casi tres años, arrastra los pies a la hora de poner en marcha medidas que ayuden a atajar la lacerante pérdida de competitividad frente a Washington y Pekín; algunos observan con gran desasosiego las ansias imperialistas del mag...

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El mundo en el que Donald Trump inicia su presidencia este lunes no es el mismo que le vio ganar las elecciones estadounidenses en 2016. Ni el que le vio salir de la Casa Blanca en 2021. Europa, donde Rusia libra su guerra a gran escala contra Ucrania desde hace casi tres años, arrastra los pies a la hora de poner en marcha medidas que ayuden a atajar la lacerante pérdida de competitividad frente a Washington y Pekín; algunos observan con gran desasosiego las ansias imperialistas del magnate republicano, que codicia Groenlandia, ha amenazado con desamparar a sus aliados de la OTAN que menos gastan en defensa —como España— y ha advertido de que aumentará los aranceles a los productos europeos, una decisión que puede desencadenar una cruda guerra comercial.

Pero mientras en esa parte de las cúpulas europeas en Francia, Alemania o las instituciones de Bruselas se espera los primeros movimientos de Trump con ansiedad —y casi conteniendo el aliento con temor a que una reacción demasiado fuerte a sus exabruptos pueda desencadenar represalias—, otros saborean —en parte como si fuera suya— su victoria, su retorno triunfal con un poder mayúsculo.

Esta vez, en una Europa en la que avanza la ola ultra, Trump y su populismo cuentan con aliados poderosos dentro de una extrema derecha que defiende y comparte sus ideas y posturas radicales sobre migración, medio ambiente, temas sociales como igualdad, y una nueva visión más reduccionista del tablero geopolítico global, con menos aliados en ideas y políticas afines, y más socios comerciales y por intereses transaccionales. Y que también espolea la división dentro de la Unión Europea y puede marcar la postura y reacción del bloque de 27 países y 450 millones de habitantes frente a las acciones del nuevo presidente de Estados Unidos en elementos clave para la seguridad de Europa como la forma de poner fin a la guerra de Rusia contra Ucrania.

Esos aliados del trumpismo, algunos adalides de la ultraderecha (incluso varios que se ven como conservadores más tradicionales) y otros defensores del libertarismo ya no son cuatro apestados, aislados por un cordón sanitario político. Esta vez, los caballos de Troya están dentro. Y aguardan a Trump y a la oligarquía digital ultralibertaria para reivindicarse, normalizarse y seguir expandiendo la ola ultra.

No solo han crecido en poder electoral, desde su primer mandato la extrema derecha, los partidos populistas, han crecido en Alemania, Francia, Austria, Italia, España, Rumania. También sus ideas han ganado terreno y eso aumenta el número de “aliados potenciales del trumpismo”, analiza Cristóbal Rovira Kaltwasser, de la Pontificia Universidad Católica de Chile y coordinador de varios densos estudios sobre la ultraderecha europea. “No pocos partidos europeos de derecha convencional defienden ahora ideas radicales que se acercan a las posturas de Trump. Mientras que el concepto del ‘muro’ que siempre ha defendido Trump antes sonaban en Europa como algo descabellado, hoy en Europa se discuten políticas que tienen un nivel de radicalidad similar”, apunta el experto, a quien le preocupa el efecto indirecto de las posturas de Trump y su rápida difusión sobre el mundo europeo.

Las elecciones europeas de junio de 2024 mostraron la escala de la ola de extrema derecha, han hecho tambalearse los gobiernos de Francia y Alemania y alumbraron el Parlamento Europeo más derechizado en décadas. Pero solo fue la cristalización de una realidad ya patente en los Estados miembros. Hoy, la ultraderecha ya está en coaliciones de gobierno o ayuda a sostener los Ejecutivos en Italia, Suecia, Finlandia, República Checa, Países Bajos, Hungría y Croacia; y negocian para llegar al poder en Austria. La extrema derecha aspira, además, a más poder en las elecciones adelantadas en Alemania del próximo 23 de febrero, las rumanas de primavera o las de República Checa de otoño.

Invitados a la investidura

La lista de invitados a la inauguración presidencial —más allá de los tradicionales embajadores de los países con representación en EE UU— este lunes en Washington habla por sí misma: la ultraderechista primera ministra italiana Giorgia Meloni, el nacionalpopulista húngaro Viktor Orbán (que ha dicho que no puede acudir), el líder de Vox y presidente de los Patriotas Europeos Santiago Abascal, el colíder de Alternativa para Alemania (AfD) Tino Chrupalla, el ultra francés Eric Zemmour, el ex primer ministro polaco Mateusz Morawiecki o el dirigente del partido ultra portugués Chega, André Ventura.

“No es que Trump solo tenga aliados en la ultraderecha o que toda esa corriente, que es muy diversa, apoye o sea afín al estadounidense, pero su vuelta les normaliza y también puede acarrear un ‘efecto imitación’”, dice una alta fuente comunitaria. “Y el republicano y sus aliados están actuando para marcar las agendas europeas y fomentar la división para poder encajar más sus políticas comerciales y tecnológicas”, sigue.

Esa labor de agitación y de marcar el discurso es lo que está haciendo el oligarca tecnológico Elon Musk, dueño de SpaceX, de Tesla y de la red social X (antes Twitter), que usa para expandir su discurso y apoyar a partidos ultras, como Alternativa para Alemania. Musk ocupará un cargo destacado en la Administración Trump, pero otros oligarcas tecnológicos ya se han apresurado a apoyar al magnate republicano y también a criticar lo que consideran un exceso de regulación de la UE, como el dueño de Meta, Mark Zuckerberg, que ha llegado incluso a hablar de “censura” en Europa.

La vuelta de Trump a la Casa Blanca tendrá un impacto claro en la UE, a veces atrapada entre Washington y Pekín. Europa deberá decidir qué hacer con los gigantes tecnológicos y sus intentos de zafarse de las reglas europeas, cómo responder a la amenaza de los aranceles, y deberá fajarse por encontrar un hueco en la mesa de negociación sobre un futuro acuerdo de paz para Ucrania en la que Rusia tratará de excluir a la UE. Trump puede tener interés en que Bruselas no participe. Eso explica los pies de plomo de la cúpula de la Comisión Europea ante el nuevo presidente estadounidense, otro de esos hombres fuertes alérgicos al orden mundial basado en reglas. El gran reto, dice la alta fuente europea, será mantener la unidad y “no dejarse intimidar”.

“Europa tendrá que prepararse para tiempos más conflictivos y debe asumir más responsabilidad propia”, remarca Daniela Schwarzer, del laboratorio de ideas Bertelsmann Stiftung. “Trump intentará llegar a un nuevo acuerdo con los países europeos, quiere una balanza comercial externa más equilibrada, que intentará lograr mediante aranceles más altos y más inversiones europeas en Estados Unidos”, analiza Schwarzer, que pronostica una reducción del apoyo estadounidense a Ucrania. Además, Estados Unidos contribuirá menos a la seguridad europea, lo que significa que los países europeos no solo tendrán que invertir más en su propia defensa, sino que también tendrán que asumir una mayor participación en los esfuerzos europeos para apoyar y reconstruir Ucrania.

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