China y Rusia escenifican su cooperación militar con dos ejercicios navales en el mar del Sur de China
Al menos 10 buques de guerra de ambos países se reúnen en una de las zonas calientes de la geopolítica mundial
China y Rusia han escenificado esta semana su intensa cooperación militar con el despliegue de al menos una decena de barcos de guerra durante dos ejercicios bélicos conjuntos que se han solapado en el mar del Sur de China, uno de los puntos de fricción de la geopolítica global. Mientras las armadas de China y Rusia concluían el martes “con éxito” una patrulla naval conjunta en la zona, otra formación marítima zarpaba e...
China y Rusia han escenificado esta semana su intensa cooperación militar con el despliegue de al menos una decena de barcos de guerra durante dos ejercicios bélicos conjuntos que se han solapado en el mar del Sur de China, uno de los puntos de fricción de la geopolítica global. Mientras las armadas de China y Rusia concluían el martes “con éxito” una patrulla naval conjunta en la zona, otra formación marítima zarpaba el lunes para conducir un teatro bélico de tres días que incluye fuego real, según publicaba el diario oficialista chino Global Times. Los ensayos forman parte de las directrices políticas de Moscú y Pekín, embarcados en una profundización de sus relaciones en materia de Defensa y llegan apenas una semana después de que la OTAN haya denunciado el rol de China como “facilitador decisivo” del esfuerzo bélico de Rusia en su invasión de Ucrania.
El primero de los ejercicios, la patrulla marítima conjunta, se ha llevado a cabo cuatro veces desde 2021, lo que lo convierte casi en “rutinario”, según opiniones de analistas recogidas por el citado medio. La formación naval chino-rusa inició la patrulla conjunta en aguas al sur de la isla surcoreana de Jeju, ubicada en el mar de China oriental, entre Japón y Shanghái; salió a mar abierto por el estrecho de Osumi y navegó hacia el sur por el Pacífico occidental antes de adentrarse en el mar del Sur de China por el canal de Balintang, un paso entre Taiwán y Filipinas. En él participaron un destructor, una fragata y un buque de reaprovisionamiento chinos y una corbeta rusa, que entrenaron operaciones de abordaje, búsqueda y captura, además de aterrizaje cruzado de helicópteros. “Los marinos de ambas armadas trabajaron en estrecha colaboración, de forma tácita y eficiente, y completaron las misiones programadas”, según Global Times.
La segunda de las maniobras, bautizada Mar Conjunto, se ha celebrado en varias ocasiones desde 2012. La edición de 2024 arrancó oficialmente el pasado domingo con una ceremonia de apertura en el puerto naval de Zhanjiang, en la provincia de Guangdong (sur de China), sede del cuartel general de la armada del mando del teatro sur del Ejército Popular de Liberación (EPL, el ejército chino). En este entrenamiento, que durará hasta mediados de julio, la formación de siete navíos llevará a cabo ejercicios con fuego real, de reconocimiento y alerta temprana, de búsqueda y rescate, y de defensa aérea. El lado chino aporta un destructor, dos fragatas y un buque de suministros, además de helicópteros e infantes de marina; la rusa ha enviado dos corbetas y un petrolero.
Las maniobras tienen por objeto “demostrar la determinación y las capacidades de ambas partes para hacer frente conjuntamente a las amenazas a la seguridad marítima” y profundizar “aún más la asociación estratégica integral China-Rusia de coordinación para la nueva era”, según dijo el coronel Zhang Xiaogang, portavoz del Ministerio de Defensa de China, la semana pasada. Durante un lapso de tiempo “al menos 10 buques de guerra chinos y rusos [han estado] operando en dos formaciones conjuntas simultáneamente en la región”, según un experto militar chino citado de forma anónima por el mismo medio.
En esta zona, por donde pasa cerca de un tercio del comercio marítimo mundial, chocan las aspiraciones territoriales de China con varios países del entorno. Con Filipinas han saltado más que chispas en enfrentamientos de buques de ambos países en los últimos tiempos. Una de las escaramuzas más intensas tuvo lugar el 17 de junio, cuando los guardacostas chinos interceptaron y abordaron con hachas y cuchillos una misión naval filipina enviada para reabastecer a las tropas estacionadas en un arrecife en disputa; hubo varios heridos del lado filipino, entre ellos un marinero que perdió un pulgar. Estados Unidos mantiene la obligación de defender a Filipinas en caso de ataque armado contra “las Fuerzas Armadas, embarcaciones públicas o aeronaves filipinas —incluidas las de su Guardia Costera— en cualquier lugar del mar del Sur de China”, según un comunicado emitido por el Departamento de Estado tras el altercado.
En medio de este clima de marejada, a mediados de junio Estados Unidos, Canadá, Japón y Filipinas llevaron a cabo un ejercicio marítimo conjunto de dos días en el mar del Sur de China, y la semana pasada los Gobiernos de Manila y Tokio firmaron un acuerdo de cooperación militar que permitirá el despliegue de sus tropas en sus respectivos países.
Entre tanto, la OTAN ha endurecido el lenguaje frente a China. La semana pasada, en la cumbre de la OTAN en Washington, Jens Stoltenberg, secretario general de la organización, reservó palabras duras para Pekín: lo consideró un “facilitador decisivo” de la guerra de Rusia contra Ucrania. “China no puede seguir alimentando el conflicto militar más grande de Europa sin que esto afecte a los intereses de Pekín”, dijo en una conferencia de prensa. Stoltenberg mencionó las maniobras que el Ejército chino realizaba esa semana junto con el bielorruso en Brest, cerca de la frontera con Polonia, miembro de la OTAN. Dijo que eran “parte de un patrón” que “confirma cómo los regímenes autoritarios se están alineando cada vez más y también cómo China se está acercando a la OTAN” en Europa, África, el Ártico “y otros lugares”. “Necesitamos recordar de qué tipo de regímenes estamos hablando, de máquinas tiranas. China está oprimiendo a su propio pueblo, tomando medidas enérgicas contra las voces democráticas en Hong Kong, teniendo un comportamiento más asertivo en el mar del sur de China meridional, amenazando a sus vecinos y amenazando a Taiwán”, denunció.
La semana que viene, Taiwán tiene previsto sumarse a las maniobras militares con la celebración de los ejercicios Han Kuang, en los que anualmente pone a prueba su capacidad de defensa frente a una posible invasión china. La isla autogobernada, que Pekín considera como una parte de su territorio y a la que Estados Unidos ayuda militarmente, sufrió en mayo el despliegue de un ejercicio militar chino como “fuerte castigo” frente a las “fuerzas separatistas que buscan la independencia”, según dijo entonces el EPL. El expresidente estadounidense y candidato republicano a la reelección, Donald Trump, sugirió el miércoles en una entrevista publicada por Bloomberg que la isla debería pagar a Estados Unidos a cambio de la defensa.
China y Rusia no tienen firmada ninguna alianza formal, pero Pekín se ha convertido en el principal socio económico y diplomático de Moscú desde que Vladímir Putin decidió invadir Ucrania. En mayo, tras la última visita de Putin a Xi, ambos líderes se congratularon por el buen ritmo al que avanza la cooperación en Defensa, según la declaración conjunta firmada, que anunciaba una “nueva era” en las relaciones. “Ambas partes”, subrayaba el texto firmado, “ampliarán la escala de los entrenamientos y ejercicios conjuntos, organizarán periódicamente patrullas marítimas y aéreas conjuntas”. También lanzaba dardos contra la presencia de nuevas alianzas militares como el Aukus (entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos) y criticaba la presencia de Occidente en la zona. “La estrategia de Estados Unidos en el Indopacífico y las intenciones destructivas de la OTAN en la región Asia-Pacífico repercuten negativamente en la paz y la estabilidad regionales”.
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