Crónica desde la frontera con Gaza: camiones de sandías y patatas frente a un muro informativo
Un coronel israelí culpa a la ONU por el retraso en la llegada de ayuda a la Franja. La organización denuncia que el Gobierno de Israel entorpece la llegada de camiones
Detrás del laberinto de alambradas y muros de hormigón, a 300 metros, se encuentra Rafah, el punto más meridional de Gaza y uno de los principales escenarios de la guerra. El ejército de Israel ha invitado este miércoles a EL PAÍS a visitar el paso fronterizo de Kerem Shalom, junto a otros medios. A los reporteros no se les permite ir más allá para comprobar con sus propios ojos qué ocurre en la Franja.
Las autoridad...
Detrás del laberinto de alambradas y muros de hormigón, a 300 metros, se encuentra Rafah, el punto más meridional de Gaza y uno de los principales escenarios de la guerra. El ejército de Israel ha invitado este miércoles a EL PAÍS a visitar el paso fronterizo de Kerem Shalom, junto a otros medios. A los reporteros no se les permite ir más allá para comprobar con sus propios ojos qué ocurre en la Franja.
Las autoridades del Estado judío bloquean el acceso a la Franja a los medios de comunicación, que llevan más de nueve meses de contienda sin poder contrastar la versión de los hechos que ofrece Israel, como ha denunciado el pasado domingo la Asociación de Periodistas Extranjeros. Preguntados al respecto, los militares se limitan a responder que la visita a Kerem Shalom se centra en asuntos humanitarios.
Sandías, tomates, cebollas, patatas, limones, mangos, cereal… Miles de kilos de alimentos esperan al sol en una explanada. Nada más llegar los periodistas, acompañados de los militares, comienza el baile de camiones ―en torno a una quincena― para que las cámaras puedan captar cómo cargan comida y la trasladan al lado palestino. Subido a una garita, un vigilante armado apunta en la misma dirección por la que se alejan los vehículos, todos sin matrícula.
En este paso fronterizo, el coronel Elad Goren, uno de los responsables del COGAT (el organismo del Ministerio de Defensa israelí que gestiona los asuntos civiles de Gaza y Cisjordania), niega que Israel bloquee el acceso de ayuda a la Franja e incluso culpa a Naciones Unidas de la crisis humanitaria que sacude a los 2,3 millones de gazatíes. “Necesitan aumentar su capacidad logística. Más camiones, más mano de obra, más almacenes”, argumenta mientras les acusa, además, de reducir a 26.000 el número de camiones llegados durante la guerra frente a los 40.000 que contabiliza Israel y de no estar presentes en la zona palestina de la frontera, adonde llega la ayuda.
Según el militar israelí, en ese otro lado del paso “aproximadamente 14.000 palés están a la espera de ser recogidos y distribuidos en Gaza”. “Esto no es un intento de crear ninguna narrativa por parte del Estado de Israel. Esto son hechos”, defiende. Aunque el lugar está apenas a unos cientos de metros, resulta imposible comprobarlo porque el acceso está vetado a los informadores.
Naciones Unidas no quiere entrar en la guerra de datos, pero observa la realidad con un prisma totalmente diferente y recuerda el bloqueo con el que, a la sombra de la guerra y la invasión por tierra, Israel somete a la Franja, según Juliette Touma, directora de comunicación de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), el principal organismo de sustento a la población de Gaza, con 13.000 empleados en ese territorio.
Eso hace, añade, que tengan importantes retos para desarrollar su labor como el número de trabajadores muertos, que suman 197 en la presente contienda; la falta de permiso de Israel para moverse de forma segura por la “zona activa de guerra” en que ha convertido Kerem Shalom ―Kerem Abu Salem, en árabe― y sus alrededores; la inseguridad que impera en el enclave palestino, con asaltos y ataques a los convoyes de camiones, la falta de combustible o la precaria red de comunicaciones.
Israel controla todo lo que entra en el enclave mediterráneo palestino por tierra, mar y aire. Goren comenta que están dispuestos a enviar ayuda durante las 24 horas del día los siete días de la semana, pero “la ONU no hace su trabajo”, sostiene. También lanza dardos a los fundamentalistas: “A Hamás le gustaría crear la percepción de una crisis humanitaria en Gaza mientras interfiere en el esfuerzo humanitario. [Lo hace] Como herramienta para ejercer presión internacional sobre Israel. No permitiremos que eso suceda”.
“No somos nosotros los que decidimos cuántos camiones entrarán en el cruce. Ellos [la ONU], que decidan cuántos camiones se envían. Los escanearemos y los mandaremos”, insiste el coronel del COGAT. Pero “no hay espacio en el lado palestino porque no tienen capacidad logística. Así que incluso si traemos 1.000 camiones hoy, no hay ningún lugar donde colocarlos en el lado palestino. Ese es uno de los principales problemas”.
Juliette Touma argumenta que la ONU es conocida por su trabajo global: “Es la organización logística más grande del mundo para responder a los desastres naturales y a los conflictos. Lo hacemos en todas partes. Lo hemos hecho y lo seguimos haciendo”. La trabajadora de la organización argumenta por teléfono que estas acusaciones “no son nuevas”. “El contexto de Gaza depende de la voluntad política [de Israel]”, agrega Touma respecto a las acusaciones del coronel Elad Goren. A continuación, cita conflictos como los de Sudán, Sudán del Sur, Yemen o diferentes zonas de África donde, pese a las dificultades, no ocurre lo que en Gaza. A la Franja, recuerda, accedían 500 camiones cada día antes de la guerra.
Bloqueo informativo
“Nunca antes Israel había aplicado una medida de bloqueo de la información de manera tan prolongada y estricta”, denunció el 7 de julio la Asociación de Periodistas Extranjeros en un comunicado que habla de “conmoción y profunda decepción”. Israel “ha rechazado repetidamente nuestras solicitudes de acceso [a la Franja] y se ha enfrentado a ellas en los tribunales para mantener esa prohibición draconiana. Solo ha ofrecido un puñado de oportunidades de empotramiento, altamente controladas, para un pequeño número de nuestros miembros”, añade el texto. Las autoridades israelíes no han aceptado las solicitudes de EL PAÍS para acompañar a las tropas de ocupación en Gaza frente a la imposibilidad de acceder de forma independiente.
De la misma forma, “los periodistas palestinos en Gaza siguen enfrentándose a amenazas y restricciones de movimiento sin precedentes mientras intentan cubrir con valentía esta historia”, alerta la asociación de reporteros. “Esto plantea preguntas sobre lo que Israel no quiere que vean los periodistas internacionales”, concluye al tiempo que reitera su petición para que concluya el bloqueo informativo. El coronel Elad Goren y los uniformados que le acompañan en la visita a Kerem Shalom no responden al motivo de esa prohibición ni aclaran si las autoridades de Israel piensan poner fin en algún momento a esa medida. Se limitan a responder que ellos se ocupan de asuntos humanitarios.
Al otro lado, en el enclave palestino, más de 100 informadores o trabajadores de medios han muerto desde que comenzó la guerra el pasado 7 de octubre, según datos del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ). Más de 38.000 gazatíes han muerto en la Franja desde esa fecha, según datos del Ministerio de Sanidad gazatí.
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