‘Fome Zero’ 2.0: Lula reedita en Brasil su popular plan contra el hambre de hace 20 años
El presidente presenta una bateria de medidas de 24 ministerios para mejorar la renta de las familias más necesitadas y que 33 millones de personas puedan comprar alimentos
Suele decir Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, que quien no ha sufrido hambre no puede entender a los que no tienen nada que llevarse a la boca, el dolor de las madres que tienen que acostar a un hijo con el estómago vacío. Es una realidad que el actual presidente de Brasil conoció mientras crecía en una casita en las afueras de una ciudad del interior de Pernambuco. Este jueves, Lula ha presentado en Terezina (Piauí) su plan para acabar con el hambre que ...
Suele decir Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, que quien no ha sufrido hambre no puede entender a los que no tienen nada que llevarse a la boca, el dolor de las madres que tienen que acostar a un hijo con el estómago vacío. Es una realidad que el actual presidente de Brasil conoció mientras crecía en una casita en las afueras de una ciudad del interior de Pernambuco. Este jueves, Lula ha presentado en Terezina (Piauí) su plan para acabar con el hambre que padecen 33 millones de sus compatriotas, el 16% de la población. Al líder del Partido de los Trabajadores le sulfura que su patria, que salió del mapa del hambre de la ONU en 2014, como suele recordar en cuanto puede, y es una potencia agrícola, vuelva a tener tantos hambrientos y malnutridos.
“El problema no es la falta de comida… ¡Es que el pueblo no tiene dinero para comprar comida!”, ha proclamado el mandatario ante un auditorio repleto al que le ha recordado que “Brasil es rico, tiene mucha tierra, tiene conocimiento científico, es el tercer productor de ganado del mundo, el primero de proteína animal…”. Lula ha recalcado que el hambre solo acabará cuando todos los brasileños trabajen y tengan un salario. Durante el acto ha estado arropado por buena parte de sus ministros y por su esposa, Janja.
Cuando asumió el poder por primera vez, en 2003, Lula prometió solemnemente a sus compatriotas, que por primera vez veían a un obrero en la cúspide del poder, que trabajaría para que todos pudieran hacer tres comidas al día. Aunque hace diez años ese objetivo pareció al alcance de la mano, el hambre está de nuevo bien arriba en la lista de tareas del presidente brasileño que ya ostentó ese cargo entre 2003 y 2010.
La elección de Piauí obedece a varios factores: allí presentó Lula hace dos décadas el programa Fome Zero (Hambre Cero). Es un Estado poco poblado pero ningún otro es tan fiel al Partido de los Trabajadores (el 76% sacó Lula allí en los comicios de 2022) y es el feudo político del ministro de Desarrollo Social, Wellington Dias, cuya cartera gestiona un gran presupuesto porque incluye el programa contra la pobreza Bolsa Familia, además del combate contra el hambre. Una cartera muy jugosa y codiciada por partidos de centro derecha a los que Lula corteja para ampliar su exigua base de apoyo parlamentario.
El nuevo plan contra el hambre, con medidas que atañen a 24 de los 37 ministerios, es una reedición actualizada de las medidas adoptadas por los Gobiernos del PT. Además de consolidar Bolsa Familia (cuya cuantía Jair Bolsonaro aumentó espectacularmente durante la pandemia a un nivel que Lula ha mantenido), el presidente izquierdista ha prometido subir anualmente el salario mínimo, ha aumentado las compras de alimentos a las explotaciones de agricultura familiar y ha aumentado el presupuesto para la merienda escolar que recibe todo el alumnado. Durante el mandato de Bolsonaro, buena parte de esas medidas vieron sus fondos notablemente recortados.
Entre las novedades que incluye este plan respecto a los diseñados a principios de siglo, destacan dos: el incentivo a los productores de alimentos que trabajen de manera mediaombientalmente sostenible y la creación de una red nacional de bancos de alimentos (que ya existen en algunos Estados) para luchar contra el desperdicio.
El ministro Dias también ha anunciado que el Gobierno invertirá 25 millones de reales (5 millones de dólares) para comprar alimentos a pequeños productores que serán repartidos en un millar de comedores sociales repartidos por 25 de los 27 estados.
Tras las intervenciones del resto de los oradores, Lula ha tomado el micrófono para dar algunas pinceladas sobre su infancia en Garanhuns. “Yo no conocí el pan hasta que llegué a São Paulo. En mi casa, el desayuno era un coco partido con fariña de mandioca y café. Y ya”. Pasaron los años, ha dicho, “hasta que fui consciente de lo importante que es comer calorías y proteínas”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.