La crisis política de Portugal: una de espías de bajo presupuesto

El ministro de Infraestructuras, João Galamba, comparece durante siete horas en una comisión de investigación donde se suceden los relatos sobre amenazas, robo y agresiones

João Galamba en una reunión en Bruselas el pasado diciembre.OLIVIER HOSLET (EFE)

Lo peor de la crisis política que atraviesa Portugal es, en opinión de la periodista Clara Ferreira Alves, su falta de grandeza. El conflicto vivido en el Ministerio de Infraestructuras se acerca más al guion de una serie de bajo presupuesto que a la gestión ordinaria de un departamento del Gobierno. En 48 horas ha desfilado por la comisión parlamentaria de investigación sobre la aerolínea TAP parte de la cúpula del min...

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Lo peor de la crisis política que atraviesa Portugal es, en opinión de la periodista Clara Ferreira Alves, su falta de grandeza. El conflicto vivido en el Ministerio de Infraestructuras se acerca más al guion de una serie de bajo presupuesto que a la gestión ordinaria de un departamento del Gobierno. En 48 horas ha desfilado por la comisión parlamentaria de investigación sobre la aerolínea TAP parte de la cúpula del ministerio para explicar una sucesión de episodios insólitos en la democracia portuguesa. El último en hacerlo fue el ministro João Galamba, que salió de una comparecencia de siete horas más fortalecido de lo que entró.

Galamba rechazó todas las graves acusaciones que había realizado el día anterior su antiguo asesor en materia de aviación, Frederico Pinheiro, cuyo despido desencadenó un violento episodio en el Ministerio de Infraestructuras el 26 de abril que ahora investiga la Fiscalía. “No mentí al país”, sostuvo en varias ocasiones el ministro, que también negó haber amenazado a su excolaborador con “dos puñetazos” durante la conversación telefónica en la que le despidió. “El exaltado en aquella llamada no era yo, que estaba aliviado por resolver el problema. Yo fui el amenazado violentamente por Frederico Pinheiro, adoraría que la conversación se hiciese pública”, manifestó.

También negó el ministro que hubiese intentado ocultar las notas informales de su asesor sobre la reunión que mantuvo el 16 de enero con la presidenta ejecutiva de TAP, Christine Ourmières-Widener, antes de que esta compareciese en el Parlamento el 18 de enero, y que hubiese forzado a la ejecutiva de la aerolínea para asistir a la reunión preparatoria que se celebró el 17 de enero con miembros del gabinete de Galamba y diputados socialistas. Estas dos reuniones solo salieron a la luz unos meses después, aunque el ministro insistió en que eran habituales en la práctica gubernativa y que no se refirió a ellas hasta que no fue preguntado. João Galamba recordó que había tomado posesión del cargo el 4 de enero y que la indemnización millonaria a la antigua administradora de la aerolínea, Alexandra Reis, que iba a abordarse en la comisión parlamentaria, se había gestionado en la etapa de su predecesor, Pedro Nuno Santos.

Galamba asegura su deseo fue facilitar las notas a la comisión de investigación y las resistencias que observó en su asesor lo que acabaría provocando el despido de Pinheiro el 26 de abril. El ministro incidió sobre la principal fragilidad del testimonio de su antiguo colaborador, que tras ser despedido decidió ir al ministerio a recoger el portátil oficial. “¿Qué rayos tiene el ordenador de trabajo para que vaya a buscarlo después de ser despedido?”, interpeló Galamba, que consideró anómala esta reacción. “Si yo fuera despedido por teléfono, lo primero que haría sería llamar a mi mujer o a los amigos”, dijo.

Todas las dudas que sembró sobre su antiguo colaborador se convirtieron en elogios hacia su jefa de gabinete, Eugénia Correia, que había comparecido el día anterior ante la comisión. El relato entre ambos fue mayoritariamente coincidente y atribuye a Pinheiro una actitud violenta hacia cinco antiguas compañeras del ministerio, que intentaban impedir que se llevase el portátil y que acabarían encerradas en el cuarto de baño tras el forcejeo con el exasesor. “Me llamaron llorando porque había habido una agresión”, informó Galamba, que se encontraba en su casa cuando ocurrieron los hechos. La versión de Pinheiro es distinta: asegura que fue “el agredido” por las trabajadoras y que fue “secuestrado”, ya que se ordenó cerrar las puertas del ministerio para evitar su salida. Fue la policía, avisada por Pinheiro, la que posibilitó su salida del edificio, con el ordenador oficial, que sería entregado horas después por el exasesor a un espía que le contactó por teléfono.

En la comisión de investigación de la Asamblea de la República, Eugénia Correia desveló que fue ella quien contactó con el Servicio de Información y Seguridad (SIS) para informar del “robo” de un portátil oficial con documentos clasificados sobre TAP, como el plan de reestructuración aprobado por la Comisión Europea y que permitió la inyección de 3.200 millones de euros de fondos públicos para salvar a la compañía de la quiebra. También más tarde, Galamba recibiría la sugerencia del gabinete del primer ministro, António Costa, de avisar a los servicios de información.

La comisión concluirá sus trabajos en junio, con las comparecencias del exministro de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos, apartado temporalmente de la escena política a petición propia, y el ministro de Finanzas, Fernando Medina. Ambos, con opciones de suceder a António Costa en el liderazgo del Partido Socialista, mantuvieron posiciones divergentes en la gestión de TAP. La expectación que ha suscitado el trabajo de la comisión ha llevado al líder del ultraderechista Chega, André Ventura, a maniobrar para sustituir a un diputado y poder interrogar al ministro Galamba, a su jefa de gabinete y a su antiguo asesor.

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