La negociación entre la milicia Huthi y Arabia Saudí abre la puerta a una tregua duradera en Yemen
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Riad y Teherán allana el principio del fin de esta guerra y de la catástrofe humana que ha provocado
Amnistía Internacional describió en 2021 la guerra civil de Yemen como “el infierno en la tierra”. Naciones Unidas considera que la crisis humana provocada por ese conflicto es “la peor de la historia”, con al menos 250.000 muertos, 4,5 millones de desplazados y la mitad de sus 32 millones de habitantes presa del hambre o al borde de padecerla. ...
Amnistía Internacional describió en 2021 la guerra civil de Yemen como “el infierno en la tierra”. Naciones Unidas considera que la crisis humana provocada por ese conflicto es “la peor de la historia”, con al menos 250.000 muertos, 4,5 millones de desplazados y la mitad de sus 32 millones de habitantes presa del hambre o al borde de padecerla. Esa guerra “olvidada”, en expresión de Amnistía, atisba por fin un alto el fuego duradero tras ocho años de combates. Será gracias a las negociaciones que, desde el pasado domingo, mantienen en la capital yemení representantes de la milicia rebelde Huthi, respaldada por Irán, y una delegación de Arabia Saudí, acompañada por representantes de Omán, según ha informado la agencia de noticias yemení Saba. Riad es el principal sostén del Gobierno reconocido de Yemen, mientras que los insurgentes que le disputan el poder cuentan con el respaldo de Irán. Según analistas y medios de comunicación árabes, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Teherán e Irán del pasado 10 de marzo ha sido uno de los factores que ha allanado el camino para estas conversaciones de paz.
Ese intento de conciliación debería concretarse este viernes con un intercambio masivo de 887 prisioneros de guerra entre ambas partes, un canje que debía haberse celebrado este jueves, pero que se ha demorado a petición del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Las negociaciones —que el enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, ha descrito a la agencia Associated Press como “lo más cerca que ha estado Yemen de un progreso real hacia una paz duradera”— no son las primeras entre los contendientes de la guerra de Yemen. Sus representantes llevan años reuniéndose en vano en la ciudad suiza de Ginebra bajo los auspicios de la ONU. El diálogo de paz que estos días se celebra en Saná es, sin embargo, inédito por su carácter público y por la asistencia de representantes saudíes en esa ciudad, controlada por los rebeldes Huthi.
Esta presencia saudí en la capital yemení, con fotógrafos incluidos, es significativa. Sobre todo porque en 2017 Arabia Saudí puso precio a la cabeza de los líderes con los que ahora están reunidos sus delegados. Por ejemplo, la de Ali Qarshah, el dirigente Huthi cuya entrega se pagaba con cinco millones de dólares (4,5 millones de euros) y que el domingo se fotografió sonriente con los miembros del equipo negociador saudí. “La fanfarria y la atención en torno a la visita de la delegación conjunta saudí-omaní a Saná subraya que el conflicto de Yemen ha alcanzado un punto de inflexión crucial”, asegura en un tuit el experto en Yemen y asesor del Centro de Estudios Humanitarios de Suiza, Adam Baron. Este especialista se muestra, sin embargo, prudente respecto a un posible acuerdo, del que asegura que “por sí solo no traerá estabilidad a Yemen, pero contribuirá bastante a ello”.
Las hasta hace poco imposibles imágenes han ido a la par con declaraciones optimistas. Una de ellas, la que reflejó en un tuit el domingo el embajador de Riad en Yemen y jefe de la delegación saudí, Mohamed bin Saeed al Jaber, que aseguró haber llegado a Saná para “estabilizar una tregua y el alto el fuego [...] y alcanzar una solución política sostenible y comprehensiva en Yemen”. Al día siguiente, el ministro de Información del Gobierno yemení reconocido internacionalmente, Moammar al Eryani, celebró las conversaciones y aseguró la disponibilidad de su Ejecutivo para “alcanzar un acuerdo político integral que contribuya a lograr la seguridad, la estabilidad y el desarrollo en Yemen”.
Una lucha geoestratégica y religiosa
Yemen lleva desde finales de 2014 inmerso en una guerra civil después de que Ansarullah (Partidarios de Dios) —el verdadero nombre del grupo conocido como milicia Huthi― derrocara al Gobierno del presidente Abd-Rabbu Mansur Hadi. Su Ejecutivo huyó al sur primero y luego se exilió en Arabia Saudí, mientras los insurgentes se apoderaban de Saná, la capital histórica del país, y de amplias zonas del norte y del oeste de Yemen. Un año después, Riad se implicó en la guerra al liderar una coalición internacional con el objetivo de restaurar en el poder al presidente Hadi y recuperar el amplio territorio en manos de los insurgentes chiíes. El respaldo saudí al Gobierno de Hadi, sumado al apoyo de Irán a los milicianos Huthi, convirtió el conflicto en una guerra por delegación que las dos potencias regionales —la suní, Arabia Saudí, y la chií, Irán— convirtieron en un tablero de su lucha por la hegemonía geoestratégica y religiosa.
Después de que el 10 de marzo Arabia Saudí e Irán acordaran, con mediación de China, restablecer sus relaciones diplomáticas, rotas desde 2016, The Wall Street Journal publicó que Teherán se había comprometido a dejar de proporcionar armas a los Huthi. Una de las razones del acercamiento saudí a Teherán ha sido la necesidad de hallar una salida para su implicación en la guerra de Yemen, “el primer y único conflicto militar iniciado y dirigido directamente por Arabia Saudí”, que ha ocasionado “graves dificultades económicas y críticas internas y externas” al reino de los Saud, sostenía Luciano Zaccara, profesor en el Centro de Estudios del Golfo de la universidad de Qatar y experto en Irán, en una entrevista con el diario Tehran Times, en junio de 2021.
La salida de Donald Trump de la Casa Blanca en Estados Unidos conllevó el fin del apoyo incondicional de Washington al reino saudí. “La constatación de que Arabia Saudí por sí sola no podía poner fin de forma satisfactoria a su implicación en la guerra de Yemen, ni enfrentarse a Irán” llevaron a Riad a adoptar “un enfoque más pragmático en su política exterior desde mediados de 2020″, subraya Zaccara en la entrevista citada. Para este especialista, el objetivo de Riad era “reducir sus extenuantes esfuerzos y compromisos en política exterior” para “empezar a centrarse en las necesarias reformas internas”.
Como avanzaba este experto, la búsqueda de una salida de la guerra de Yemen, la normalización con Irán y también con Siria parecen movimientos complementarios de la nueva estrategia de Riad en Oriente Próximo, que podría reconfigurar el mapa de las alianzas regionales. Este miércoles, Riad acogió a una delegación iraní para reabrir las respectivas embajadas de los dos países. También recibió al ministro sirio de Asuntos Exteriores, Faisal Meqdad, en un viaje inédito desde 2011, pues un año después Riad optó por apoyar a los rebeldes sirios y rompió sus relaciones diplomáticas con Damasco. El viernes, nueve países de la Liga Árabe se reunirán en la ciudad occidental saudí de Yeda para abordar el regreso de Siria a la Liga Árabe, de la que está excluida desde 2012.
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