La Habana organiza una cumbre bolivariana frente a la de la democracia convocada por Biden

Los líderes de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba participaron en la reunión en la que criticaron la iniciativa del presidente estadounidense como “un ejercicio demagógico con beneficio nulo”

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y el de Venezuela, Nicolás Maduro, durante la cumbre bolivariana que se ha realizado este martes, en La Habana.Foto: POOL (REUTERS)

Apenas cuatro días después de la realización de la Cumbre para la Democracia, convocada de modo virtual por el presidente estadounidense Joe Biden, La Habana ha sido este martes sede de la XX Cumbre del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), definido como foro y barricada “antiimperialista” en el que participaron presencialmente los presidentes de...

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Apenas cuatro días después de la realización de la Cumbre para la Democracia, convocada de modo virtual por el presidente estadounidense Joe Biden, La Habana ha sido este martes sede de la XX Cumbre del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), definido como foro y barricada “antiimperialista” en el que participaron presencialmente los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; Nicaragua, Daniel Ortega; Bolivia, Luis Arce, y Cuba, Miguel Díaz-Canel, además de los primeros ministros de otras islas del Caribe que forman parte de la organización creada hace 17 años por los desaparecidos Fidel Castro y Hugo Chávez. La cumbre tenía como objetivo adecuar las estrategias del bloque y fortalecer su integración económica en medio de las circunstancias creadas por la crisis del coronavirus y ante el nuevo escenario postpandemia, pero, por supuesto, otro de sus propósitos principales fue criticar el “carácter injerencista” de la política de EEUU en la región y de paso mandar el mensaje a Washington de “aquí estamos”.

Ni Maduro, ni Ortega, ni Arce, ni Díaz-Canel fueron invitados a la Cumbre para la Democracia, que La Habana criticó como “un ejercicio demagógico con beneficio nulo para la comunidad internacional y sin propuesta alguna para solucionar los problemas más acuciantes del mundo”. En un comunicado previo a la cumbre, el ministerio cubano de Relaciones Exteriores acusó a EE UU de no invitar a ese encuentro a más de 80 países, señalando que “el Gobierno estadounidense protagoniza una campaña peligrosa, dirigida a crear un cisma internacional, a dividir el planeta y a castigar a los países que defienden proyectos progresistas o no aceptan los modelos impuestos por Estados Unidos”.

Nada más inaugurar el encuentro, el presidente cubano destacó que varios miembros del ALBA han sido “víctimas de la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, que se recrudecieron en los peores momentos de la pandemia apelando a maniobras políticas y manipulaciones mediáticas”. Según Díaz-Canel, en estos años Washington ha “reforzado su hegemonismo en la región” y Cuba se ha convertido en el principal objetivo de su “obsesiva política de persecución” utilizando “la pandemia como aliada”.

Sobre la decisión de EE UU de dedicar 400 millones de dólares para la promoción de la democracia en el mundo —uno de los resultados de la Cumbre para la Democracia—, Cuba y los países del ALBA lo consideraron parte de un intento de “subversión política de Estados soberanos, en franca violación del derecho internacional”. El secretario ejecutivo del ALBA, Sacha Llorenti, anunció la creación de un “observatorio contra las injerencias”, en respuesta a la Cumbre para la Democracia y el anunciado “presupuesto millonario para desestabilizar a los Gobiernos soberanos”. El objetivo del observatorio sería “analizar periódicamente hacia dónde va ese dinero y el papel de algunas ONGs en procesos desestabilizadores y, además, estudiar cómo se aplican las medidas coercitivas neoliberales en los países miembros”.

El presidente boliviano, Luis Arce, llegó a Cuba con un donativo de 20 toneladas de ayuda humanitaria para La Habana, y durante el encuentro abogó por crear dos empresas regionales dentro del ALBA que produzcan medicinas y alimentos en beneficio de los estados miembros. El objetivo, indicó, es “lograr la autosuficiencia alimentaria y biotecnológica” a través de una “necesaria” reactivación económica y productiva que tenga como eje el Banco del Alba. Estos propósitos chocan con la cruda realidad que viven las economías de los países miembros, en especial Venezuela, que hace 17 años fue el principal valedor del ALBA gracias al petróleo a bajos precios que suministraba Hugo Chávez, pero que ahora no puede ofrecer.

La declaración final de la cumbre del ALBA rechazó lo que calificó de “intentos del imperialismo de confundir a nuestros pueblos”, condenó la política de embargo norteamericano contra La Habana y la inclusión de la isla en la lista de Washington de países que no cooperan en la lucha contra el terrorismo y se solidarizó también con Venezuela, Nicaragua y Bolivia. El ALBA está conformado por 10 países de América Latina y el Caribe: Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y Granada.

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