Hombres trans piden ser exonerados del servicio militar obligatorio en Colombia

Al no tener la libreta militar no pueden acceder a empleos formales, ni a educación. Varias organizaciones llevarán el caso ante la Corte Constitucional

Jhonnathan Espinosa, autor de libro sobre hombres transDejusticia

Colombia es un país militarista. Todos los hombres mayores de 18 años deben prestar servicio militar obligatorio para acceder a la libreta militar, un documento que se ha convertido en un pasaporte a la vida cotidiana. La mayoría de los hombres la portan a diario y deben mostrarla si son requeridos. Pero, además, es un documento exigido en la mayoría de las empresas a la hora de dar un empleo. Quien no la tenga se expone a una enorme barrera labora...

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Colombia es un país militarista. Todos los hombres mayores de 18 años deben prestar servicio militar obligatorio para acceder a la libreta militar, un documento que se ha convertido en un pasaporte a la vida cotidiana. La mayoría de los hombres la portan a diario y deben mostrarla si son requeridos. Pero, además, es un documento exigido en la mayoría de las empresas a la hora de dar un empleo. Quien no la tenga se expone a una enorme barrera laboral.

Eso es justamente lo que viven los hombres trans en Colombia y una de las denuncias que hacen varios de ellos en el libro Hombres Trans y libreta militar en Colombia, publicado por Dejusticia y la Fundación Ayllu Familias Transmasculinas. De 117 hombres trans que participaron en una investigación en Bogotá, cerca del 95% no tiene contrato de trabajo y casi el 80% ha sufrido discriminación para acceder a un empleo, de acuerdo con OutRight International.

“La libreta militar es un documento que en el mundo práctico funciona como una marca de género, como una insignia de que se es un hombre ante el Estado y la sociedad”, aseguran en el libro que propone salidas legales. El Ejército colombiano está integrado por cerca de 270.000 soldados y cada año ingresan 81.000 hombres al servicio militar obligatorio. Existen dos formas de obtener la libreta en el país: prestando el servicio militar, que es la regla general; y a través de una “clasificación” en la cual los hombres son sometidos a exámenes físicos para probar si son aptos o no para la milicia. En ese último, que se conoce popularmente como “pagar la libreta”, los eximidos cancelan una cuota de compensación militar, una medida que casi siempre utilizan aquellos que pueden pagarla.

Al encontrar un trabajo y evidenciar que no la tienen, los hombres trans se ven enfrentados a revelar su identidad de género ante los empleadores, tal como le ocurrió a Brian Tique cuando aspiraba a un cargo de auxiliar de bodega. “Pasé todas las pruebas y la entrevista. Cuando me pidieron la libreta militar les dije que estaba en proceso porque soy un hombre trans. Me dijeron que me llamarían y nunca lo hicieron”, explica.

El resultado- afirman los abogados de Dejusticia- es que no los contratan o se ven obligados a desistir en medio del proceso y a aceptar trabajos precarios. Lo mismo que ocurre al acceder la educación. Según la investigación, también suelen perder oportunidades para obtener becas o posgrados por la falta del documento militar.

En un limbo

Los hombres trans se sienten en una calle sin salida: no están exonerados de prestar el servicio militar y tampoco pueden hacerlo con tranquilidad por temor a situaciones violentas y de discriminación en la milicia. Así lo ve Simón, hombre trans que participó en el libro: “Soy un hombre trans que no tiene resuelta su libreta militar porque no estoy dispuesto a patologizarme frente a las autoridades por miedo, pero también ando con temor a transitar. Espero que los jueces nos cambien la vida”.

“No tener la libreta se ha convertido en obstáculo para cuatro derechos: el trabajo; a la intimidad porque ante la solicitud del documento se ven expuestos a revelar que son personas trans; a la educación y la seguridad”, explica a EL PAÍS Jhonnatan Espinosa, director de la Ayllu Familias Transmasculinas y uno de los autores del libro. Cuenta que él comenzó su tránsito a lo masculino desde muy niño y contó con el acompañamiento de su familia. Desde 2013 lidera la fundación que trabaja con las familias de los hombres trans y les hace acompañamiento jurídico y afectivo.

El problema, relata Espinosa, comienza en las llamadas batidas policiales, cuando las autoridades buscan jóvenes que no tengan definida su situación militar y en algunos casos los suben a camiones. Para los hombres trans es aún más difícil: ante las batidas están expuestos a “revelar forzadamente su identidad de género para poder acceder a ciertos espacios y justificar el no porte de la tarjeta militar”.

De esa forma lo ha vivido Lukas Morales, que cuenta su testimonio en el libro. “Cuando le pasé el documento, el policía me dijo: ‘venga, pero esto está mal porque dice que usted es mujer y usted es hombre’. Le expliqué que no había podido hacer el trámite para cambiar mis papeles. Ahí empezaron a decir que era puro cuento, que yo tenía trucados los papeles”.

Algo similar a lo que vive Mike Durán, la primera persona en el país sudamericano que acaba de conseguir que se le reconozca su identidad como transexual en el registro civil. “Siempre miran el documento, me miran a mí y se ríen. Es muy difícil que entiendan que no soy la mujer que dice la cédula”, ha contado recientemente a EL PAÍS. Ahora, su documento tiene una T, que en su caso corresponde a transexual.

La mayoría de los hombres colombianos mayores de 18 años tienen en su memoria el examen médico militar: cuando los hombres de los colegios son reunidos frente a una enfermera y a un funcionario del Ejército que evalúa sus testículos. Para los hombres trans, ese momento implica divulgar su identidad de género ante sus compañeros de estudio.

Piden ser exonerados

La Ley 1861 de 2017 en Colombia exonera del servicio militar a los hombres víctimas del conflicto, personas con discapacidad, indígenas, entre otros. Y, desde 2017, también, a aquellos “varones que después de su inscripción hayan dejado de tener el componente sexo masculino en el registro civil”, es decir a las mujeres trans.

Pero los hombres trans (personas asignadas al nacer al sexo femenino y que hicieron un tránsito a lo masculino) quedaron por fuera de ese listado. En 2017, en el Congreso se discutió un proyecto de Ley en el que los eximían. Sin embargo, fueron retirados “a último minuto” después de las intervenciones de varios congresistas conservadores.

Por esa razón, varias organizaciones se unieron y están preparando una demanda ante la Corte Constitucional para que se revise ese artículo que consideran inconstitucional. Argumentan que deben estar en el listado porque se trata de una minoría constitucionalmente protegida, históricamente discriminada de manera sistemática “y en especiales circunstancias de indefensión y vulnerabilidad”.

“La exoneración es solo una de las vías, la más cercana y menos compleja para el Estado. Solo implica una reforma a la Ley e incluirlos dentro de esos otros varones exonerados (indígenas, víctimas, o padres cabeza de familia)”, dice Espinosa. Si se mantiene la exigencia del servicio militar para los hombres trans, el Ejército debe adecuar instalaciones y crear protocolos que funcionen para incluirlos. “Pero si el Ejército no ha avanzado con adecuaciones para mujeres menos para hombres trans”. Por eso tienen puesta la esperanza en la respuesta del tribunal constitucional.

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