El chavismo busca refrescar sus liderazgos en las elecciones primarias del PSUV

El partido luce disminuido en el camino a las elecciones regionales y locales en las que el bloque de Maduro busca ganar legitimidad para asegurar la permanencia en el poder

Un mural con los retratos de Nicolás Maduro y Ernesto ‘Che’ Guevara en Caracas, a finales de julio.Ronald Peña (EFE)

El Partido Socialista Unido de Venezuela intenta refrescar sus liderazgos en un momento crítico. Esta semana, dos mujeres militantes se pelearon a golpes por el apoyo a distintos candidatos en la comunidad a las afueras de Caracas. Semanas atrás, a empujones y disparos se dirimieron disputas en la ciudad de Barinas entre dos Chávez aspirantes: Argenis, hermano del comandante de la revolución bolivariana y actual gobernador del estado llanero, y su sobrino, otro Hugo. Este domingo, 60.000 prec...

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El Partido Socialista Unido de Venezuela intenta refrescar sus liderazgos en un momento crítico. Esta semana, dos mujeres militantes se pelearon a golpes por el apoyo a distintos candidatos en la comunidad a las afueras de Caracas. Semanas atrás, a empujones y disparos se dirimieron disputas en la ciudad de Barinas entre dos Chávez aspirantes: Argenis, hermano del comandante de la revolución bolivariana y actual gobernador del estado llanero, y su sobrino, otro Hugo. Este domingo, 60.000 precandidatos se presentan a elecciones primarias abiertas, en las que puede participar todo el padrón electoral y no solo la militancia. Detrás del proceso, ha hecho ruido el descontento soterrado en las bases chavistas y el juego de tronos entre las facciones de poder que representan Nicolás Maduro y, el número dos, Diosdado Cabello. El chavismo se juega su supervivencia como movimiento político y su permanencia en el poder en el camino a las elecciones regionales y locales del 21 de noviembre.

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Más allá de los forcejeos en la primera fase en la que el partido filtró las postulaciones que podrían ir a primarias, hay una fotografía clara de cómo llega el chavismo a esta contienda. El 28 de julio, cuando el chavismo celebraba el cumpleaños del difunto expresidente, ocurrió una inusual aparición de Maduro en el estudio de Con el mazo dando, el programa que conduce Cabello en la televisora estatal, desde donde dicta líneas a la militancia e incluso a algunas fuerzas de seguridad. “Estoy decidido a dar un golpe de Estado”, bromeó el mandatario con el primer vicepresidente del PSUV, luego de agarrar el mazo de utilería que identifica al programa. “Me dicen que el proceso interno va muy mal”, continuó con sorna la interpelación al puntal de la fuerza política del chavismo. Entre bromas, el mensaje imperativo durante las casi dos horas fue el de la urgente unidad, de sellar la fórmula del partido único. “Los líderes tienen que ser un ejemplo de unidad, no de fraccionamiento”, insistió Maduro. “Debemos ir a la búsqueda de los que estén descontentos, los que estén confundidos, los que están bravos, de los que se han ido”. El gobernante chavista también puso sobre la mesa lo que, en su versión, se trata de una campaña orquestada en contra de la revolución. “Hay quienes intentan decir que Maduro y Diosdado traicionaron el legado de Chávez”.

El correlato de esas fisuras está en la calle. Carlos milita en el PSUV y ha votado por el chavismo desde 1998. Es empleado público y fundó la comuna y el consejo comunal de su comunidad, en un barrio del oeste de Caracas. El hombre de 52 años, que prefiere no decir su apellido por temor a represalias, desdeña la aparente participación de las bases en este proceso. “Hay una cúpula que tiene sus candidatos. Nosotros queremos cambios, pero hay como una hegemonía”.

En la primera fase de postulación de candidatos, plagada de denuncias de irregularidades como la exclusión de votantes, compra de votos y papeletas premarcadas, quedaron por fuera algunas figuras de la directiva nacional del PSUV con liderazgos opacos, como Elías Jaua, Francisco Arias Cárdenas o Erika Faría, la alcaldesa de Caracas, que no podrá repetir en el cargo. De los 19 gobernadores del chavismo, cuatro no podrán reelegirse. En el caso de las alcaldías, según Cabello, la renovación alcanzará 70% de los cargos.

Para cada cargo hay 20 precandidatos, 10 hombres y 10 mujeres. La paridad de género no garantiza igualdad de condiciones en la competencia. En el municipio Libertador, el centro de poder de Caracas, Maduro está promoviendo a su ministra de Interior, Carmen Meléndez, recientemente bajo los reflectores por los operativos policiales desplegados para desarticular la banda del Koki, que aterrorizó la ciudad por varios días a principios de julio. “La ponen a ella que ni siquiera es de Caracas, cuando hay otros liderazgos de las comunidades que podrían aspirar, pero no tienen capacidad para llegar”, se queja Carlos. “Aquí no hay motivación para votar, todo el mundo está desmoralizado”, dice. En su análisis a pie de calle, el militante critica que se hayan abandonado las primeras estructuras de organización del chavismo, los consejos comunales, que eran la base del llamado poder popular, ahora aplastados por la burocracia chavista. Estas han sido sustituidas por los jefes de calle del Clap, los encargados de cobrar y distribuir bolsas con alimentos del cuestionado programa asistencial y, también, de mover los votos. Son 284.000 en todo el país, según lo reportado por Cabello a Maduro en el programa, y fueron activados para estas primarias. “Los Clap, que son solo una política social, arropan toda la vida en la comunidad. Los jefes de calle son los que mandan, manipulan y amenazan. Esa política de Estado hay que corregirla”, dice Carlos.

La urgencia de atender una economía incendiada por ya casi cuatro años de hiperinflación, que ahora vuelve a encarar una reconversión monetaria, es otro de los cuestionamientos que se hacen desde las bases. “Hemos perdido mucha gente”, dice Carlos. “Si esto no mejora entre años, desaparecemos totalmente”. Con la primera persona del plural se refiere al chavismo y con el plazo al tiempo que falta para las elecciones presidenciales.

El chavismo concentra hoy un 25,3% de las simpatías políticas, pero solo 9,5% de ese grupo apoya a Maduro, según una encuesta de julio del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, que analiza las perspectivas para el segundo semestre de 2021. Un 35,9% se considera opositor, de los cuales casi la mitad respalda a sus liderazgos. En la mayor fracción, un 38,8%, se ubican los que no se identifican con ninguno, un sector en crecimiento. Aunque hay una disposición mayoritaria a votar entre los ciudadanos, la conclusión del estudio sobre el panorama los próximos meses es que “se mantendrá el statu quo, es decir el escenario del autoritarismo, en el cual el Gobierno controla todas las instituciones y el Estado sin posibilidad de que ocurra una transición democrática”.

Desde otro sector popular de Caracas, Rafael Suárez, comunicador popular y chavista tiene el mismo diagnóstico que Carlos. Lo más grave, en su opinión, es que las misiones (programas de asistencia social creados por Chávez) fueron abandonadas y que la economía se fue al traste por decisiones tomadas hace más de una década, como la expropiación de empresas y tierras. Suárez, sin embargo, tiene otra perspectiva sobre la fuerza del PSUV. “El partido está sentido por varios deslindes de líderes. Pero el chavismo se ha fortalecido con todos los errores que ha cometido la oposición”.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, durante un acto en el programa de Diosdado Cabello, el 28 de julio.MIRAFLORES (EFE PRENSA MIRAFLORES)

Para el politólogo Nicmer Evans, después de las primarias del PSUV se desprende un nuevo sector que cambiará de acera. El año pasado, para las elecciones parlamentarias, aliados como el Partido Comunista de Venezuela y Tupamaro rompieron con el gobierno. Este año se han profundizado las diferencias al punto de que han sido tildados en la Asamblea Nacional controlada por el PSUV de “izquierda trasnochada” y “aliados del imperialismo”.

Los disidentes del chavismo están enfilando, como algunos sectores minoritarios de la oposición, a promover un referéndum revocatorio para 2022, un escenario para que el chavismo necesita la cohesión y control de los cargos regionales y locales, así como recomponer la alianza cívico-militar que también se ha resentido por los errores cometidos por Maduro, como la operación en la frontera sur del Arauca contra las disidencias de las FARC y su ausencia en desfiles y actos de aniversario significativos en las Fuerzas Armadas.

En junio, un grupo de exministros, gobernadores, alcaldes y dirigentes de diferentes etapas de la administración del chavismo se deslindaron de Maduro en un comunicado y expresaron su preocupación por la “política bipolar” del Gobierno. También apostaron por la revocatoria del mandato presidencial, mientras la oposición en torno a Juan Guaidó y el llamado G4 intentará una nueva etapa de negociaciones en México con representantes de Maduro, entre los que figuran el gobernador Héctor Rodríguez y el jefe del Parlamento, Jorge Rodríguez.

“En el PSUV son capaces de dejar en el camino gente para dejar ver en el contexto internacional que pueden hacer unas primarias, porque tienen en juego su vida y su supervivencia”, señala Evans. “El PSUV siempre ha sido un reto para Maduro, porque cuando Chávez escoge darle la sucesión a él, le deja el partido a Diosdado, que ha sido desplazado últimamente. Este es el momento de recobrar fuerza y marcar terreno para que lo sigan manteniendo como número dos”. Para Evans, la aparición de Maduro en el programa de Cabello es una evidencia de que se vieron obligados a convocar juntos a las primarias porque se estaba desbordando el descontento. “Se necesitan para sobrevivir”.

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