Xi Jinping realiza su primera visita a Tíbet como presidente de China

La visita, la primera de un dirigente chino en 31 años, reafirma la soberanía de Pekín sobre la región. China ha enfatizado la construcción de infraestructuras y el desarrollo económico, entre denuncias de represión a la cultura y la religión.

Un hombre posa con una niña frente a un mural que representa al presidente Xi Jinping y otros líderes chinos en la plaza del palacio de Potala, en Lhasa, el 1 pasado de junioMark Schiefelbein (AP)

El presidente chino, Xi Jinping, se ha desplazado a Tíbet en su primer viaje como líder del país a esa región, para conmemorar el 70 aniversario de la “liberación pacífica” según China, invasión militar según sus críticos, que puso al Techo del Mundo bajo control de Pekín en 1951. La visita, la primera de un presidente chino a Tíbet en 31 años, se ha hecho pública dos días después de la llegada del jefe de Estado.

La visita de Xi llega cuando las autoridades chinas aumentan el control sobre la cultura de esta región budist...

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El presidente chino, Xi Jinping, se ha desplazado a Tíbet en su primer viaje como líder del país a esa región, para conmemorar el 70 aniversario de la “liberación pacífica” según China, invasión militar según sus críticos, que puso al Techo del Mundo bajo control de Pekín en 1951. La visita, la primera de un presidente chino a Tíbet en 31 años, se ha hecho pública dos días después de la llegada del jefe de Estado.

La visita de Xi llega cuando las autoridades chinas aumentan el control sobre la cultura de esta región budista, al tiempo que enfatizan el desarrollo económico y la construcción de infraestructuras. La presencia del líder, en una visita rodeada de seguridad -las fotos que ha divulgado la agencia de noticias oficial Xinhua muestran un despliegue de guardaespaldas muy superior al que se percibe en otras visitas-, refuerza la soberanía china sobre la región en un año en el que China celebra el centenario del Partido Comunista y sus dirigentes, con Xi al frente, reiteran una y otra vez el mismo mensaje: que este país, convertido en segunda economía del mundo, no se dejará achantar por ninguna otra nación y defenderá sus intereses con contundencia.

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Limítrofe con India, Tíbet es un territorio con una importancia estratégica fundamental para Pekín. El viaje llega en un contexto de tensiones con Nueva Delhi después de que el año pasado se produjeran una serie de roces en la frontera sobre los Himalayas. El más serio de ellos, el más grave desde los años setenta, se cobró la vida de soldados de los dos países. La visita también se desarrolla entre tensiones con Occidente a causa de Xinjiang, la región autónoma vecina a Tíbet donde Estados Unidos y sus aliados acusan a China de perpetrar graves abusos contra los derechos humanos de la minoría uigur.

En las fotos que ha divulgado Xinhua sobre la visita, se ve a Xi acompañado del general Zhang Youxia, vicepresidente de la Comisión Militar Central, el máximo órgano de mando sobre el Ejército Popular de Liberación chino.

También según informa Xinhua, en el primer día de su viaje el presidente chino visitó la ciudad de Nyingchi, la mayor en las cercanías de la frontera con India y a 2.800 metros de altitud, donde inspeccionó trabajos de conservación ecológica en la cuenca del río Yarlung Zangbo, en la que China construye una presa que ha suscitado las protestas indias. También examinó proyectos de revitalización rural.

Tras pernoctar en Nyingchi, Xi se desplazó en tren hacia Lhasa, la capital tibetana a 3.600 metros de altitud, donde “se informó sobre el trabajo que se desarrolla en cuestiones étnicas y religiosas, la conservación de la ciudad antigua y la protección y el legado de la cultura tibetana”. El presidente chino había visitado Tíbet por última vez en 2011, cuando aún era vicepresidente, con ocasión del 60 aniversario de la anexión. El último presidente en viajar a la región había sido Jiang Zemin, en 1990.

China tomó el control de Tíbet en 1950 con el envío de soldados del Ejército Popular de Liberación en lo que describe como una “liberación pacífica” de la región. Pekín asegura que, bajo su mandato, Tíbet ha desarrollado su economía y su sociedad ha progresado. Por contra, los tibetanos en el exilio y organizaciones no gubernamentales acusan a ese Gobierno de violación sistemática de los derechos humanos y de represión de la cultura, la religión y la disidencia política.

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