Los 128.000 millones de dólares evaporados en Turquía
El Gobierno trata de reprimir una exitosa campaña de la oposición que pregunta sobre la dilapidación de las reservas de divisas del banco central
En medio de la noche, un blindado recorre las calles de Estambul, vacías por el toque de queda debido a la covid-19. Escolta a una grúa. El objetivo de las fuerzas especiales de la policía es descolgar una pancarta de la fachada de una sede del centroizquierdista Partido Republicano del Pueblo (CHP), la principal formación opositora de Turquía. En la pancarta se lee la siguiente pregunta en lengua turca: “128 milyar dolar nerede?” La frase y la cifra traducidas al español equivalen a: ¿dónde están los 128.000 mil...
En medio de la noche, un blindado recorre las calles de Estambul, vacías por el toque de queda debido a la covid-19. Escolta a una grúa. El objetivo de las fuerzas especiales de la policía es descolgar una pancarta de la fachada de una sede del centroizquierdista Partido Republicano del Pueblo (CHP), la principal formación opositora de Turquía. En la pancarta se lee la siguiente pregunta en lengua turca: “128 milyar dolar nerede?” La frase y la cifra traducidas al español equivalen a: ¿dónde están los 128.000 millones de dólares (106.000 millones de euros)? Escenas parecidas, con más o menos agentes, tuvieron lugar en las oficinas de la formación en los 39 distritos de Estambul y en 40 provincias de todo el país durante la noche del 13 al 14 de abril. Las delegaciones del Gobierno y varios tribunales provinciales habían decretado que esas pancartas suponían un “insulto” al presidente Recep Tayyip Erdogan —delito penado con entre uno y cuatro años de cárcel— y los policías entregaron notificaciones a algunos dirigentes del partido para declarar ante la justicia.
En otros casos, las excusas fueron más peregrinas: en la provincia de Sakarya, un juez dijo que la pancarta podría despertar “reacciones adversas” de los ciudadanos y el edificio resultar “dañado”. En la de Karaman, el gobernador decidió prohibir “la pega de carteles” durante un mes como “medida por el coronavirus”. Al día siguiente, los miembros del CHP volvieron a extender pancartas en todas sus sedes, en algunos casos solo con el número 128 escrito en ellas. Por la noche, volvieron a ser retiradas.
Pero, ¿por qué este número se ha convertido en algo proscrito? Entre 2019 y 2020, bajo la dirección del entonces ministro de Finanzas, Berat Albayrak, que además es yerno de Erdogan, el Banco Central de Turquía y varios bancos públicos vendieron buena parte de sus reservas en divisas (en torno a 128.000 millones de dólares) para tratar de mantener el valor de la lira turca sin necesidad de aumentar los tipos de interés. La estrategia fue un fiasco porque la lira siguió cayendo, y el instituto emisor se quedó prácticamente sin reservas de moneda extranjera. El gobernador del Banco Central fue despedido en noviembre del año pasado y su sucesor también ha sido expulsado recientemente: una de las razones es que pretendía investigar qué había ocurrido con los 128.000 millones.
Albayrak dejó el Gobierno y no se le ha vuelto a ver en público desde entonces. En enero, las juventudes del CHP decidieron iniciar una campaña pegando carteles en los que se veía la foto de Albayrak bajo los lemas “Se busca” y “¿Dónde están los 128.000 millones?”. Tres jóvenes militantes del partido fueron detenidos por la policía en Estambul y, en Esmirna, varios fueron llamados a declarar, aunque finalmente se les puso en libertad.
“Hemos preguntado varias veces en el Parlamento qué ha ocurrido con las reservas de divisas, a quién se han vendido y a qué precio. Pero nunca hemos obtenido una respuesta clara. Una vez Erdogan dijo que el dinero seguía en las cajas del Banco Central, otra que se había utilizado durante la pandemia”, explica Gökçe Gökçen, vicepresidenta del CHP y una de las artífices de la campaña: “Así que decidimos empezar a colgar pancartas preguntando por ello. Pero el Gobierno ha reaccionado de una manera completamente ilegal ordenando su retirada. Es totalmente inconstitucional y muestra el miedo que tiene el Gobierno a que se descubra que ha hecho algo irregular con tanto dinero en un momento en que está aumentando la pobreza”.
Desde el partido islamista gobernante, por su parte, se acusa a los socialdemócratas de llevar a cabo “una operación de manipulación”. “Ante cualquier escenario, el CHP no duda en usar mentiras, incorrecciones e injurias contra Turquía”, denunció Erdogan. El viernes pasado, el nuevo gobernador del Banco Central, Sahap Kavcioglu, explicó que el dinero no ha desaparecido sino que parte se vendió a inversores extranjeros que querían deshacer sus posiciones en liras —y que ahora se han llevado millones de dólares fuera del país—, otra parte a empresas turcas para que pagasen sus deudas denominadas en dólares y otra parte se dedicó a pagar deudas del propio Estado: “Si se miran los balances, se verá que ahí no hay nada perdido”.
La cuestión es la falta de transparencia: si anteriormente el Banco Central publicaba los datos de todas sus intervenciones en el mercado de divisas, desde enero de 2014 ha dejado de hacerlo, según denuncia Kerim Rota, antiguo empleado del Tesoro y jefe de política económica del Partido del Futuro (otra formación opositora), en un artículo en el medio digital Para Analiz: “Ningún país usa todas las reservas en divisas de su banco central a menos que haya una guerra o una crisis de suministros esenciales. Lo cierto es que se apostó el dinero de los ciudadanos y ahora se ha perdido”.
Cuestiones que tienen que ver con la política monetaria nunca suelen exceder los ámbitos más especializados. Sin embargo, la pregunta “¿Dónde están los 128 millardos de dólares?” se ha instalado en la opinión pública de Turquía. En los últimos días está entre las principales búsquedas de los turcos en Google, y ocupa el primer lugar en algunas provincias conservadoras, tradicionalmente graneros de voto del partido de Erdogan.
“Lo que ha hecho el Gobierno desplegando a policías y grúas para retirar las pancartas es absolutamente ridículo desde el punto de vista de la comunicación política. Es un tema muy técnico, pero ahora todo el mundo habla de él y eso es dinamita para Erdogan porque pone el debate en la desastrosa política económica del Gobierno”, sostiene politólogo Berk Esen, de la Universidad Sabanci: “Los votantes del partido del Gobierno comienzan a tener dudas y, cuanto más se hable de estos temas, más dudas tendrán”.
De hecho, las encuestas indican una progresiva erosión del apoyo a la coalición gobernante. Y la oposición siente cada vez más confianza en sí misma. De hecho, el resto de partidos contrarios a Erdogan también se han sumado a la campaña con vídeos, carteles y preguntas parlamentarias inquiriendo por las reservas del Banco Central. “Por primera vez somos nosotros los que marcamos la agenda y no actuamos solo respondiendo a lo que dice Erdogan”, se vanagloria otra fuente del CHP.
Sin embargo, la oposición se enfrenta a numerosos obstáculos. En los próximos días se votará en el Parlamento levantar la inmunidad a ocho diputados del CHP, incluido su líder, Kemal Kiliçdaroglu; a dos de la formación prokurda HDP y a uno independiente, para que se enfrenten a procesos judiciales que podrían llevarlos a prisión. También Canan Kaftancioglu, jefa provincial en Estambul del CHP y una de las líderes en auge del partido, podría entrar en la cárcel si el Supremo no invalida una condena a nueve años de prisión por sus publicaciones en redes sociales. Aun así, la dirigente socialdemócrata sigue desafiante: “Debo deciros que debéis mantener listos vuestras grúas, vuestros agentes y vuestras órdenes judiciales. Esta noche volveremos a colgar las pancartas. Veamos quién es más malote, ¿vosotros o el partido del pueblo?”.