“Mis jodidos generales son una panda de gallinas”
El último libro de Woodward traza un retrato de Donald Trump errático, despreciativo y ególatra
Rage (Rabia), el libro de Bob Woodward que salió a la venta este martes, pinta el retrato de una Administración febril y errática, parecida a uno de esos amaneceres wagnerianos del presidente al mando de su cuenta de Twitter. La principal bomba informativa, ...
Rage (Rabia), el libro de Bob Woodward que salió a la venta este martes, pinta el retrato de una Administración febril y errática, parecida a uno de esos amaneceres wagnerianos del presidente al mando de su cuenta de Twitter. La principal bomba informativa, la ocultación deliberada de la gravedad de la pandemia durante meses, fue pública la semana pasada, pero el relato del veterano periodista recoge otros episodios insólitos, como sus críticas a los generales, su química casi romántica con Kim Jong-un y la extravagante mirada del yerno, Jared Kushner. Woodward, que ha investigado y escrito sobre nueve presidentes durante medio siglo, termina con una conclusión poco habitual en el periodista: “Trump es el hombre equivocado para el puesto”. Estas son algunas perlas en las que se basa:
“Mis jodidos generales son una panda de gallinas”
En julio de 2017 Trump pidió a su consejero Peter Navarro que diese un paso al frente en las negociaciones sobre los aranceles al acero porque consideraba necesario una estrategia más dura que la que el representante de la Oficina Comercial, Robert Lighthizer, y el secretario de Comercio, Wilbur Ross, estaban aplicando, “por no mencionar a mis jodidos generales, que son una panda de gallinas, se preocupan más por sus alianzas que por los tratados comerciales”, dijo Trump, según el libro.
El presidente estaba muy interesado en gravar las importaciones de aluminio, frente a los recelos de su entonces principal consejero económico, Gary Cohn, un exbanquero de Goldman Sachs que dimitió poco después. “Vamos a poner un arancel a todo el acero y el aluminio, en todo lo que venga, y veremos qué pasa”. Ese “veremos qué pasa” de tono experimental horrorizó a Cohn. “Somos una economía de consumo, los precios van a subir y va a tener un impacto significativo en el producto interior bruto (PIB)”, respondió. “No somos un país productor de aluminio, sino de productos”, recalcó.
El jefe del Pentágono dormía vestido en plena escalada de tensión con Corea del Norte
El primer secretario de Defensa nombrado por la Administración de Donald Trump, Jim Mattis (hoy una voz muy crítica contra el mandatario), llegó a temer de veras una guerra contra Corea del Norte, que dejaría millones de muertos. La tensión verbal entre Trump y el dictador norcoreano sobre el armamento nuclear llegó a tal nivel en 2017 que el general Mattis dormía vestido, con la ropa de hacer ejercicio, para poder incorporarse ipso facto a cualquier reunión de urgencia por videoconferencia, en plena madrugada, se encontrase donde se encontrase.
A finales de 2017, un día después del trabajo, pidió a su equipo de seguridad que le dejase entrar a solas a la catedral nacional de Washington para poder rezar y reflexionar. Había sido un verano aciago de amenazas cruzadas y el jefe del Pentágono había recibido autorización del presidente de derribar un misil norcoreano si amenazaba a Estados Unidos, Corea del Sur o Japón. Un equipo de comunicación le acompañaba continuamente, en cualquier actividad y lugar del mundo, por si debía dar la orden.
En privado, según el libro, Mattis dijo en su momento que nunca le importó mucho lo que Trump decía. “No recibí mucha guía de él, salvo algún tuit”. Aunque el poder sobre el uso de armas nucleares es un poder directamente presidencial, siempre creyó que el mandatario seguiría sus recomendaciones.
“Conoces a una mujer y en un segundo sabes si va a ocurrir o no”
Sí, aquellos meses en los que el jefe del Pentágono llegó a temer de veras una guerra atómica dieron paso a una insólita relación entre el presidente de Estados Unidos y el dictador norcoreano. Trump describió a Woodward con estas palabras la “gran química” surgida en aquella primera cumbre bilateral de 2018: “Conoces a una mujer. En un segundo, sabes si va a pasar o no. No te lleva 10 minutos, no te lleva seis semanas. Es como: ‘Guau’. Vale. ¿Sabes? Te cuesta menos de un segundo”, afirma.
Con Barack Obama, sin embargo, Kim no se entendía, se jacta Trump en esa entrevista. “No respetaba a Obama. No le gustaba. Pensaba que era un gilipollas”. El reportero le pregunta sobre qué pasó en la primera reunión con el líder norcoreano. Y el presidente de EE UU responde: “Fue sobre todo cámaras. He visto más cámaras que ningún ser humano en la historia. Hay centenares de ellas y las tengo gratis. No me cuestan nada. Dicen que gasté un 25% [en realidad, fue un 50%] de lo que gastó Hillary [Clinton, su rival demócrata en las elecciones de 2016] pero gané un valor de medios de 6.000 millones de dólares”.
Los temores de un chantaje a Trump por parte de Putin
Nunca han surgido pruebas de que el presidente ruso, Vladímir Putin, dispusiese de material comprometido sobre el líder estadounidense que sirviese como forma de extorsión. Sin embargo, el desconcertante compadreo de Trump con el líder acusado por EE UU de interferir en las elecciones de 2016, desautorizando incluso a sus propios servicios de inteligencia, abonó ese temor. El informe elaborado por un exespía británico (el conocido como Informe Steel), que citaba un supuesto vídeo sexual del estadounidense en poder de Moscú, además, se consideró apócrifo. Sin embargo, las sospechas de un posible chantaje persistieron al más alto nivel.
Las “dudas” de Dan Coats, director Nacional de Inteligencia hasta julio de 2019 —y que, por tanto, tenía acceso a la información más delicada— “continuaron” pese a no hallar evidencias, según Rage. Las preocupaciones de Coats iban más allá de Rusia. “Coats creía que la principal amenaza para el apartado de seguridad era que Trump quería ignorar el tipo de proceso que va a través de expertos”, escribe Woodward. A menudo, el magnate neoyorquino decía literalmente: “No necesito a esta gente, no necesito un Consejo de Seguridad, solo me necesito a mí mismo y tres o cuatro personas en las que confío”, señala el libro.
Alicia en el país de las maravillas
El yerno de Trump recomienda Alicia en el país de las maravillas para entender al presidente. Jared Kushner, el marido de Ivanka, la primogénita del presidente, ha sido desde el principio de la Administración una de las personas más influyentes de la Casa Blanca. El empresario, de 39 años, dijo que para entender a Trump hay que fijarse, entre otras cosas, en el gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas. “Si no sabes dónde vas, cualquier camino te llevará allí”, parafraseó Kushner, según el libro. Más que la dirección, venía a decir el consejero presidencial, importaba la perseverancia. “La polémica eleva el mensaje”, destacó también. “Los cuatro mensajes [de Jared Kushner] pintaban al presidente Trump como loco, sin dirección, tozudo y manipulador. Me costaba creer que dijera que esta era la forma de entender a su suegro, mucho menos de entender al presidente para el que trabajaba”.