Jamenei incluye a presos políticos entre los indultados por el año nuevo persa

La inusual medida del líder supremo de Irán intenta rebajar la extensión del coronavirus en las cárceles

Aspecto que presentaba el pasado miércoles el Gran Bazar de Teherán, donde los iraníes hacían sus compras de Nowruz a pesar del coronavirus.- (AFP)

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, ha incluido a presos políticos entre los 10.000 indultados este año con motivo del Nowruz, el año nuevo persa que se inicia mañana viernes. El anuncio del Poder Judicial dice que la mitad de los encarcelados por “delitos contra la seguridad” van a quedar en libertad, sin precisar su número. También da a entender que esta medida sin precedentes está motivada por la crisis del coronavirus. La República Islámica, ...

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El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, ha incluido a presos políticos entre los 10.000 indultados este año con motivo del Nowruz, el año nuevo persa que se inicia mañana viernes. El anuncio del Poder Judicial dice que la mitad de los encarcelados por “delitos contra la seguridad” van a quedar en libertad, sin precisar su número. También da a entender que esta medida sin precedentes está motivada por la crisis del coronavirus. La República Islámica, uno de los países más afectados por el brote, se encuentra bajo estrictas sanciones de Estados Unidos, lo que dificulta su acceso a medios para hacerle frente.

Alrededor de 10.000 personas van a quedar en libertad fruto del tradicional perdón que con motivo de las festividades musulmanas o nacionales ofrece la máxima autoridad del país, a solicitud del jefe del Poder Judicial. Por primera vez desde la revolución de 1979, “la mitad de los culpables de delitos contra la seguridad del Estado” están incluidos entre los beneficiados, según informa en la web de esa institución su portavoz, Gholamhossein Esmaili.

Esta medida, que califica como “sin precedentes”, solo se extiende a los condenados a menos de cinco años, como ha sido el caso de los 85.000 liberados de forma provisional y bajo fianza con motivo del coronavirus. Desde el estallido del brote, activistas y organizaciones de derechos humanos han pedido a las autoridades iraníes que dejen en libertad a los presos políticos, pero Teherán no reconoce su existencia y acusa a Occidente de etiquetar así a los “culpables de atentar contra la seguridad nacional”, un delito muy amplio que permite silenciar a los críticos.

El objetivo es “disminuir el número de reclusos, a la vista de la delicada situación que atraviesa el país”, explica Esmaili sin mencionar de forma explícita la pandemia que ha castigado con especial dureza a Irán. Hasta este jueves, el país contabiliza un total de 18.407 diagnosticados con la Covid-19, de los que han muerto 1.284 personas, según cifras facilitadas por el viceministro de Sanidad Alireza Raisi. El portavoz de ese departamento, Kianush Jahanpur, ha alertado de que cada hora se contagian 50 personas más y un infectado muere cada 10 minutos.

Pero ni siquiera ese peligro ha desalentado a los iraníes a hacer sus compras de Nowruz o incluso a desplazarse a casa de familiares o a sus segundas residencias para pasar las fiestas, desatando la preocupación de los expertos. De acuerdo con el jefe de la policía, varios cientos de miles han emprendido viajes estos días, a pesar de la recomendación de quedarse en casa durante las dos semanas de vacaciones.

Numerosas voces dentro y fuera de Irán han criticado a las autoridades por no cerrar las ciudades más afectadas, en especial Qom, a 150 kilómetros al sur de Teherán, donde se inició el brote. Solo el pasado lunes clausuró los santuarios donde decenas de miles de peregrinos seguían acudiendo y besando las reliquias. Cinco exministros de Sanidad y varios destacados médicos han pedido en una carta al presidente Hasan Rohani que restrinja los viajes, limite el acceso a las ciudades y cierre los centros comerciales para frenar la expansión del virus.

El Gobierno iraní, por su parte, está haciendo hincapié en las sanciones que Estados Unidos le reimpuso tras salirse del acuerdo nuclear y a las que culpa de no poder adquirir material sanitario. Aunque las sanciones no impiden la compra de medicinas, el bloqueo a las transacciones financieras la hace casi imposible. Ya antes del estallido del coronavirus, Irán tenía carencia de tratamientos para la diabetes, la insuficiencia cardiaca o el cáncer. Sus llamamientos para que se le levanten las restricciones, apoyados por China, no han encontrado eco en Washington, cuya oferta de ayuda humanitaria rechazó.

La crisis ha llevado a la República Islámica a solicitar un fondo de emergencia de 5.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, por primera vez en seis décadas. “Todos debiéramos estar al lado de Irán en su lucha contra el coronavirus. Sin embargo, no [debe facilitársele] dinero para que no termine en manos de las [milicias] regionales que patrocina, sino [ayudarle con] medicinas, material sanitario, etcétera, bajo supervisión de la ONU”, respondía en un tuit Nasser al Shaikh, exdirector general de Finanzas de Dubái, poniendo de relieve la desconfianza que Teherán despierta entre sus vecinos.

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