El informe sobre los orígenes de la trama rusa desmiente las teorías conspiratorias de Trump

El Departamento de Justicia concluye que el FBI no incurrió en sesgo político al investigar la campaña del presidente pero sí en errores y negligencias en el procedimiento

Una página del informe de Horowitz.JIM BOURG (REUTERS)

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha publicado el informe sobre su revisión de los orígenes de la investigación sobre la posible conspiración entre la campaña de Donald Trump y Rusia, y no halla prueba alguna del sesgo político que viene denunciando el presidente. No encuentra el informe ninguna mala conducta intencionada pero sí identifica, sin embargo, una serie de embarazosos errores y omisiones por parte del FBI en las pesquisas.

El informe, de 434 páginas, exonera a los mando...

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El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha publicado el informe sobre su revisión de los orígenes de la investigación sobre la posible conspiración entre la campaña de Donald Trump y Rusia, y no halla prueba alguna del sesgo político que viene denunciando el presidente. No encuentra el informe ninguna mala conducta intencionada pero sí identifica, sin embargo, una serie de embarazosos errores y omisiones por parte del FBI en las pesquisas.

El informe, de 434 páginas, exonera a los mandos del FBI de las acusaciones de Trump, que denuncia una conspiración política para sabotear su carrera presidencial. El inspector general Michael Horowitz concluye que las pruebas que tenían los federales en julio de 2016 eran suficientes para abrir la investigación.

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Pero señala “graves errores” en una parte de las pesquisas. En concreto, la relativa a las solicitudes de órdenes judiciales para pinchar las comunicaciones del consejero de campaña Carter Page, con vínculos con Rusia. Dado lo delicado de investigar a alguien vinculado a una campaña presidencial, dice el informe, los agentes sabían que su trabajo iba a ser escrutado, y sin embargo “fracasaron en su obligación básica” de que los procedimientos fueran “escrupulosamente precisos”. La conclusión de Horowitz arroja dudas sobre las prácticas de vigilancia del FBI en casos más rutinarios, sin las implicaciones políticas que tenía esta investigación en la que los agentes cometieron errores graves.

Así, aunque los largamente esperados resultados de la “investigación de la investigación” desmienten las teorías conspirativas de la derecha, las críticas a los procedimientos del FBI permitirán salvar la cara al presidente. Ambos lados podrán, en alguna medida, cantar victoria.

El propio fiscal general, William Barr, ha publicado un comunicado en el que insiste en criticar la decisión del FBI de abrir una investigación sobre la campaña de Trump, desafiando las conclusiones de Horowitz. "El informe del inspector general deja claro que el FBI lanzó una investigación intrusiva contra una campaña presidencial a partir de mínimas sospechas que, en mi opinión, eran insuficientes para justificar los pasos que se dieron", dice Barr. Fiel aliado del presidente, el fiscal general llegó a decir públicamente en el pasado que la campaña de Trump fue “espiada”, una insólita acusación a los agentes que están bajo su mando, y encargó otra investigación a un fiscal de su confianza.

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Las pesquisas del FBI que revisó el equipo de Horowitz son las que están en el origen de la investigación del fiscal especial Robert Mueller. En su informe, publicado esta primavera, Mueller exoneraba a Trump de conspiración con Rusia y renunciaba a pronunciarse sobre si el presidente obstruyó a la Justicia.

El FBI empezó a investigar al entorno del entonces candidato cuando supo que un asesor de su campaña, George Papadopoulus, había estado diciendo, antes de que trascendiera a la luz pública, que Rusia tenía trapos sucios de la rival demócrata de Trump, Hillary Clinton, en forma de correos electrónicos robados. Dichos mails, obtenidos tras el hackeo de un servidor de los demócratas por parte de agentes rusos, fueron difundidos por WikiLeaks semanas antes de las elecciones presidenciales. Los republicanos denunciaron que el FBI se basó en parte en las pesquisas del exespía británico Christopher Steele, cuyo trabajo fue financiado por los demócratas, información que los federales no proporcionaron a los jueces al pedir permiso para intervenir las comunicaciones de Page. El informe de Horowitz confirma que los agentes omitieron información relevante sobre Steele.

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