El PRI escribe la crónica de su derrota
Una corriente interna pide al partido volver a sus orígenes tras perder 9.8 millones de votos
Hace algunos días, Miguel Ángel Osorio Chong, exsecretario de Gobernación de Enrique Peña Nieto, se tomó una selfie con los próximos senadores de su partido, el PRI. La bancada que llegará al Senado el próximo 1 de septiembre cabe en un autorretrato tomado con un teléfono celular. El partido que aún el día de hoy ostenta el poder en México tendrá 14 senadores en la Cámara alta en la próxima legislatura. Hoy tiene 55. En el salón de los presidentes, donde Osorio Chong tomó la instantánea, había colgados más retratos que personas presentes.
El PRI está escribiendo en estos días la crónica de su desastre electoral. Los militantes del partido intentan digerir el histórico nocaut que recibieron de parte del electorado el 1 de julio, donde perdieron 9.8 millones de votos en la elección presidencial. Por donde se vea, las cifras revelan el futuro calamitoso que encaran. La organización pasará de tener 205 diputados a 44 en el Congreso. Ha sido desplazada de primera fuerza a quinta. Solo controla cuatro de los 32 congresos locales (Campeche, Coahuila, Sinaloa y Yucatán) y su control territorial se verá mermado pasando de 14 a 12 gobernadores para finales de 2018.
Estos números tienen consecuencias serias para el partido que, como el resto de formaciones organizaciones políticas en México, vive del dinero público. Los resultados mermarán considerablemente sus ingresos. En 2018, el PRI recibió 1.094 millones de pesos (58.7 millones de dólares) por el 31% de los votos obtenidos en las elecciones federales de 2015. Para el próximo año, esta suma se reducirá tras haber conseguido el 16% de los sufragios. Según los cálculos, el PRI ingresaría menos de 300 millones de pesos (16 millones de dólares). La cifra podría ser menor. Morena, el partido autor del descalabro histórico que controlará ambas cámaras del Congreso, está decidido a recortar las prerrogativas por la mitad.
La disminución de sus ingresos obliga al PRI a apoyarse en las cuotas de sus seis millones de militantes. Sin embargo, esta recaudación ha sido ínfima en los años pasados. En 2015, por ejemplo, el partido reportó únicamente 28.445 afiliados que cubrieron pagos por algo más de siete millones de pesos. “El PRI no puede vivir sin el poder. Está acostumbrado al dinero y a sus grandes oficinas. Aquí nadie paga cuotas”, señala César Augusto Santiago, uno de los veteranos priistas que ha alzado la voz en estos días para hacer un diagnóstico de los males que aquejan al partido.
Santiago, de 76 años, es un viejo militante que ha sido cuatro veces diputado y ha desempeñado casi todos los cargos dentro del partido. Tras la debacle del 1 de julio, el político mira al pasado para tratar de entender donde se perdió el rumbo. “El presidente Ernesto Zedillo decidió terminar el proyecto ideológico del PRI”, afirma en una entrevista quien fue el operador de elecciones de Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial asesinado en marzo de 1994. Santiago cree que Zedillo, quien gobernó México entre 1994 y 2000, dio la espalda a la corriente socialdemócrata de la organización para apostar por el ascenso de los tecnócratas. “El partido se pasó a la derecha de la derecha, incluso más que el PAN”, asegura. La culminación de ese movimiento es la nominación presidencial del exsecretario de Hacienda José Antonio Meade, quien no milita en el PRI. “Es un hombre de extrema derecha con un discurso falto de razón”.
El día de hoy nos reunimos la dirigencia de mi partido y las y los senadores que integraremos la fracción del @PRI_Nacional en la LXIV Legislatura. pic.twitter.com/Y2EHcGUVWh
— Miguel Ángel Osorio Chong (@osoriochong) July 26, 2018
El político encabeza una corriente interna llamada Alternativa. El grupo pretende iniciar un debate con la finalidad de devolver al PRI a sus orígenes. Santiago prepara estos días la publicación de una carta en la que desprecia la dirección “improvisada y torpe” que los neoliberales han dado a la organización. “El PRI se desdibujó por completo en su organización y militancia. La justicia social y la democracia interna al demonio, la fila de los formados haciendo méritos en las estructuras, al carajo; los militantes y el orgullo de pertenencia al cesto de la basura”, señala el borrador del documento al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Santiago, como han señalado otros militantes, cree que el PRI debe refundarse. El político propone volver a la democracia interna con una dirección rotativa elegida por la militancia y no por un grupo de consejeros, como se hace ahora. “Estos cargos deben ser honoríficos y no deben cobrar”, señala quien fue presidente del partido por 15 minutos hace 13 años.
Muchas de las propuestas de Santiago pretenden mover al PRI a la izquierda del espectro y encauzarlo a la política nacionalista. “Debe establecerse un proyecto de nación diferente que dé la espalda al neoliberalismo”, aseguró el político a este periódico. Esto lo haría coincidir con la oferta con la que Andrés Manuel López Obrador arrasó en las elecciones. “El nuevo PRI es López Obrador, la gente no se dio cuenta de eso… Por eso el gran reclamo es que el PRI retome sus orígenes”.
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